Capitulo 15

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Coriolanus era incapaz de apartar la vista, a pesar de tener el estómago
revuelto. Ver a cualquier criatura (un perro, un mono o incluso una rata)
expuesta de ese modo habría sido horrible, pero ¿a un chico? ¿A un chico cuyo único delito real había consistido en huir para salvar la vida? Si Marcus se hubiera dedicado a asesinar a diestro y siniestro por todo el Capitolio, la cosa habría cambiado.

Sin embargo, no se había anunciado
nada parecido después de su fuga. Coriolanus recordó los desfiles
funerarios. El espectáculo más macabro se había reservado para los
muertos: Brandy colgada de un gancho y los tributos que habían arrastrado por las calles. Los Juegos del Hambre en sí demostraban una genialidad retorcida al enfrentar a los niños de los distritos entre ellos, de modo que el Capitolio no se ensuciaba las manos con la violencia.

La tortura de Marcus no tenía precedentes. Bajo el mando de la doctora Gaul, el Capitolio había
alcanzado nuevas cotas de represalia. La imagen acabó con el ambiente festivo del Salón Heavensbee. En el interior del estadio no había micrófonos, salvo por unos cuantos alrededor del muro ovalado, así que no había ninguno lo bastante cerca como para oír si Marcus intentaba hablar. Coriolanus estaba deseando que sonara el gong para que los tributos dieran inicio a la acción y la distracción, pero la estasis
inicial se alargaba.

Notó que Sejanus se estremecía de rabia; cuando se disponía a ponerle
una mano encima para tranquilizarlo, el chico se levantó de un salto y salió
corriendo. La zona de los mentores tenía cinco sillas vacías delante
reservadas para los compañeros que no estaban. Sejanus agarró la de la
esquina y la lanzó hacia la pantalla, con lo que destrozó la imagen del rostro desfigurado de Marcus.

–¡Monstruos! – gritó – ¡Sois todos unos monstruos!

Después regresó corriendo por el pasillo y salió por la entrada principal del salón. Nadie movió un músculo para detenerlo. En aquel momento sonó el gong, y los tributos se desperdigaron. La mayoría huyó hacia las puertas que conducían a los túneles, muchos de los cuales habían volado en pedazos con las últimas bombas.

Coriolanus vio que el vestido de colores de Lucy Gray se dirigía al otro extremo de la arena, y él se agarró al borde del asiento, intentando impulsarla con su fuerza de voluntad. «Corre —pensó—. ¡Corre! ¡Sal de ahí!».

Algunos de los tributos más fuertes se apresuraron a coger las armas, pero, tras seleccionar algunas, Tanner, Coral y Jessup se dispersaron. Solo Reaper, armado con un tridente y un cuchillo de hoja larga, parecía dispuesto a pelear. No obstante, para cuando estuvo a la ofensiva, ya no quedaba nadie con quien hacerlo. Se volvió para observar las espaldas de sus oponentes, echó la cabeza atrás, frustrado, y se subió a una grada cercana para empezar la caza.
Los Vigilantes aprovecharon la oportunidad para volver con Loco.

–¿Quería hacer una apuesta pero no pudo pasarse por la oficina de
correos? ¿Por fin ha decidido a qué tributo quiere apoyar? –Un número de teléfono apareció en el margen inferior –  ¡Ahora puede hacerlo por
teléfono! No tiene más que llamar al número que aparece en pantalla,
indicar su código de ciudadanía, el nombre del tributo y la cantidad de
dólares que desea apostar o regalar, ¡y formará parte de la acción! O, si
prefiere realizar la transacción en persona, la estafeta estará abierta todos los días de ocho de la mañana a ocho de la noche. Adelante, no se pierda este momento histórico. Es su oportunidad de apoyar al Capitolio y,
además, puede beneficiarse de ello. ¡Participe en los Juegos del Hambre y
conviértase en ganador! ¡Ahora, de vuelta a la arena!

En cuestión de minutos, la arena se había despejado de tributos y solo se
veía a Reaper, que, después de merodear por las gradas durante un rato, también se perdió de vista. Marcus y su agonía se convirtieron de nuevo en el centro de los Juegos.

Veneno [Corionalius Snow Y Lucy Gray Bair]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora