Capitulo 14

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Lucy Gray lo entendió de inmediato. Sus ojos volaron hacia los agentes de
la paz, ninguno de los cuales les prestaba atención, y después se inclinópara olisquear la polvera.

– Hum, todavía se nota el olor. Muy agradable.

– A rosas.

– A ti. Sería como tenerte a mi lado de verdad, ¿a que sí?

– Adelante, llévame contigo. Cógela.

–Vale – respondió Lucy Gray tras secarse las lágrimas con el dorso de
la mano – Pero es un préstamo – Cogió la polvera, se la metió en el
bolsillo y le dio una palmadita –  Me ayuda a aclararme las ideas. El
concepto de ganar los Juegos es demasiado grande para concebirlo, pero sime digo: «Tengo que devolverle esto a Coriolanus»… Eso sí puedoasimilarlo.

Hablaron un poco más, sobre todo acerca de la distribución del estadio yde la ubicación de los mejores escondites, y él consiguió que la chica secomiera medio sándwich y un melocotón entero antes de que la profesora Sickle tocara el silbato. Coriolanus no estaba seguro de cómo había sucedido, pero debían de haberse levantado los dos y los dos debían de haberse movido hacia delante, porque, de repente, se la encontró entre susbrazos, agarrada a la pechera de su camisa mientras él la estrechaba con fuerza.

–Cuando esté en esa arena, no voy a pensar en nada que no seas tú –
le susurró Lucy Gray.

–¿Ni siquiera en ese amante tuyo del Distrito 12? – le preguntó él medio en
broma.

– No. Ese se aseguró de acabar con todo lo que sentía por él. En mi
corazón ya solo queda sitio para un chico, y ese eres tú.

Entonces, lo besó. Y no fue un beso rápido, sino un beso de verdad, en
los labios, que sabía ligeramente a melocotón y a maquillaje. Su boca,
suave y cálida, sobre la de Coriolanus, le despertaba sensaciones por todo el
cuerpo. En vez de apartarse, la apretó más contra su cuerpo, embriagado por el sabor y el tacto de Lucy Gray. ¡Así que esto era de lo que hablaba la
gente! ¡Esto era lo que los volvía locos a todos!

Pero la realidad lo golpeó de repente se acordó que tenía una prometida en casa esperándolo y se soltó a pesar de que Lucy Gray no quería permitirlo apretando su mano en su saco.

Cuando por fin se separaron, respiró hondo, como si acabara de salir a la superficie tras bajar a las profundidades. Las pestañas de Lucy Gray se abrieron con un aleteo, y
la expresión de sus ojos era reflejo de la de él. Ella se había inclinado para besarlo de nuevo, pero el se apartó  los agentes de la paz la cogieron para
llevársela.

Festus le dio un codazo cuando salían de la habitación.

– Menuda despedida.

– ¿Qué quieres que te diga? –repuso Coriolanus, encogiéndose de
hombros –  Soy irresistible.

– Supongo. Yo he intentado darle una palmadita en el hombro a Coral
para darle ánimos, y casi me rompe la muñeca. Pero yo que tú no estaría tan contento – se burló el pelirrojo.

–¿Porque?

Festus se golpeó con la palma de la mano en la frente.

– Porque cuando Clemencia se entere te va a querer matar.

El beso lo había dejado mareado. Se había pasado de la raya, sin duda,
pero no se arrepentía… Había sido maravilloso. Caminó a solas hasta su departamento, saboreando aquella despedida agridulce, electrificado por su atrevimiento. Tal vez hubiera roto un par de reglas al darle la polvera e
insinuarle que la llenara de veneno para ratas, ¿quién sabía? En realidad, no había ninguna norma escrita para los Juegos del Hambre. Vale, lo más
probable era que las hubiese roto.
Sin embargo, aunque así fuera, merecía la pena. Por ella. De todos modos, no pensaba contárselo a nadie, ni siquiera a Tigris.

Veneno [Corionalius Snow Y Lucy Gray Bair]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora