Capitulo 22

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Coriolanus apretó los puños, sin saber bien qué pretendían las víboras. Las
serpientes del tanque, tras haber sido expuestas a su olor en la propuesta, no le habían hecho ni caso. ¿Sería por tratarse de un entorno distinto? Tras
expulsarlas del calor de su cómodo hogar para liberarlas violentamente en la arena, enorme y sin protección, ¿la buscaban porque el suyo era el único rastro que les resultaba familiar? ¿Iban hacia ella para refugiarse en la seguridad de su falda?

Lucy Gray no sabía nada de aquello porque aquel día, en el zoo, cuando
Coriolanus intentó contarle lo de Clemensia y las serpientes, las
circunstancias de la chica eran mucho peores que las suyas, así que había
decidido callarse.

Aunque se lo hubiera contado, era necesaria una fe ciega en sus habilidades para imaginar que había encontrado el modo de influir en
las serpientes de los Juegos. ¿Qué creía Lucy Gray que las mantenía
controladas? ¿Acaso cantaba a las serpientes del Distrito 12?

Esa serpiente en particular y yo éramos buenas amigas –  le había dicho a la niña del zoo.

Puede que hubiera trabado amistad con varias serpientes de su distrito.
Puede que pensara que, si dejaba de cantar, intentarían matarla. Puede que aquel fuera su canto del cisne. No querría irse sin un broche de oro. Querríamorir con las botas puestas, bajo el foco más brillante que encontrara.

Cuando Lucy Gray cantó la letra de su canción, su voz era dulce pero
fuerte y clara.

Vas camino del cielo,
directo al dulce más allá,
y yo ya tengo un pie en la puerta,
pero antes de poder volar,
tengo cabos sueltos que atar,
justo aquí,
en el viejo más acá.

Una vieja canción– pensó Coriolanus.

Que hablaba del más allá, lo que le recordó a Sejanus y sus migas de pan, pero también estaba la curiosa estrofa sobre el más acá. Eso debía de referirse al presente. Aquí. Ahora.
Mientras seguía con vida.

Me uniré a ti
cuando termine mi canción,
cuando despida a la banda,
cuando me quede sin cartas,
cuando pague mis deudas,
sin saldar ya más cuentas,
cuando de nada me arrepienta,
justo aquí,
en el viejo más acá,
cuando nada
quede ya más.

Los Vigilantes pasaron a una vista panorámica, y Coriolanus tuvo que
contenerse para no protestar a gritos hasta que entendió el porqué: todas las serpientes de la arena parecían haber sucumbido a su canto de sirena y se dirigían hacia ella. Incluso las que estaban en el nido bajo Teslee, que era
presa fácil, habían abandonado su objetivo para ir a por Lucy Gray.

Todavía temblando por el trauma, Teslee se deslizó hasta el suelo y cojeó en dirección a la alambrada de una parte de la barricada. Después trepó hasta alcanzar una altura segura mientras la canción continuaba.

Te alcanzaré
cuando apure mi copa,
cuando mis amigos me echen,
cuando mi mecha se agote,
cuando mis miedos derrote,
justo aquí,
en el viejo más acá,
cuando nada
quede ya más.

La cámara volvió a ofrecer un primer plano de Lucy Gray. A Coriolanus
le dio la sensación de que solía actuar para un público bien cargado de licor.
En los días anteriores a la entrevista había escuchado de sus labios más de
una tonada que evocaba a grupos de borrachos agitando tazas de hojalata
llenas de ginebra en un bar de mala muerte. En cualquier caso, el licor no
parecía esencial, puesto que, cuando echó un momento la vista atrás, vio
que muchos de los presentes en el Salón Heavensbee habían empezado a
balancearse al ritmo de la canción. La voz de Lucy Gray subió de volumen
y recorrió el estadio…

Veneno [Corionalius Snow Y Lucy Gray Bair]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora