Solo quiero estar con vos

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💚💙💚💙

—¿Y tú? Háblame de ti, necesito conocerte.

Cuando Eliza le dijo que quería contarle cosas de su vida y ella le respondió que le encantaría escucharla, se arrepintió al segundo de decirlo. Y no fue por falta de interés sino porque sabía que estaba abriendo una puerta que no quería abrir. Porque no le convenía, porque no era el momento, porque no sabía qué decir y porque había mil porqués más que no le alcanzaría el tiempo para listar. Porque quería seguir manteniendo en el anonimato su vida en Argentina, porque hablar de eso sería pinchar su burbuja con la aguja de la realidad y tenía miedo de que al reventar se salpicase de verdades que no quería, y que Eliza de repente dejara de mirarla como la miraba. Que se diera cuenta de que no era tan valiente como creía ni tan inteligente como pensaba. Que su valentía y su inteligencia sólo brillaban en su profesión pero de puertas para afuera todo era muy distinto, sus miedos la dominaban y en consecuencia se transformaba en una persona cobarde que no pretendía salir de su zona de confort, porque lo que había fuera de ese círculo vicioso asustaba y lo único que veía las pocas veces que se asomaba para ver qué tal sería dar un paso fuera, la devastaba y la hacía volver a meterse dentro y acurrucarse en un rincón.

No tenía mucho tiempo para pensar qué decirle, sólo unos segundos, y las prisas por responder la llevaron a escuchar a esa voz dentro de su cabeza que le decía «no vas a verla más», «no tiene sentido», «hablarlo duele», «ya sabés lo que piensa de la gente como vos», «vas a quedar como una idiota». Y en esa vorágine de segundos pasando a la velocidad de la luz, en ese silencio después de la pregunta, en esa mirada azul tan transparente, tan cálida, tan verdadera, esperando por sus palabras. En esos ojos que la miraban sincera y así y todo no pudo hacer otra cosa más que ensuciarlo todo, que teñir el verde de su mirada con un manto oscuro de mentiras que sólo ella sabía que existían. Porque Eliza seguía viendo su mirada tan verde y clara como siempre, seguro. Esperaba su verdad, algo tan sencillo como hablar de su vida, como tener una charla amena y conocerse un poco más, incluso aún sabiendo que no volverían a verse. Decirle que sus padres ni sospechaban que le gustaban las mujeres ni mucho menos que ya había estado con alguna. Que no estaba en sus planes hacerlo y que no se imaginaba ni en otra vida manteniendo una relación estable con una, que siempre sería así, a escondidas y tan fugaz como sus barreras lo permitan. Que de puertas para adentro y para fuera era una persona completamente heterosexual que mantenía relaciones heterosexuales, y que sólo se dejaba ser cuando se sentía completamente agobiada y con la necesidad de respirar un poco de libertad. Pero así y todo esa libertad no la buscaba en cualquier lado ni al azar, todo era especialmente cuidadoso y tomando mil precauciones, jamás había llevado a una mujer a su casa porque no quería siquiera que supiesen dónde vivía y que eso le trajese problemas. Riesgo cero de quedar al descubierto.

Que hubiese sido una opción decirle "¿sabés qué? Mi vida a lo mejor es igual a la de aquella mujer que nos cruzamos en el bar y sí, apesta", pero no, no podía, no quería más miradas reprobatorias ni encontrarse envuelta en una charla de libro de autoayuda, ni dar explicaciones, ni tratar de hacerse entender. Al fin y al cabo si lo pensaba fríamente, a Eliza la conocía muy poco en realidad y no tenía la confianza como para abrirse de esa manera. Y si lo pensaba más fríamente aún, nunca habían ahondado en la vida personal de cada una y si hubiese sido por ella seguirían así, pero Eliza había preguntando y ahora estaba en una encrucijada. Si la rubia se había sentido con la confianza para contarle parte de su historia eso no la obligaba a ella a sentirse igual, ¿no? Estaba en todo su derecho de desvirtuarla un poco, de no meterse en conversaciones que no tenía ganas de atravesar y de seguir así hasta el momento de volverse a su país, a su vida y con el recuerdo de una linda historia con la doctora. Nunca se enteraría de su omisión porque nunca más volverían a verse y porque la opción de mantener una relación estaba descartada desde el día uno, más allá de su vida, Eliza tampoco estaba abierta a mantener nada con nadie así que le valía el doble la decisión de no compartir algunas cosas puntuales y dejarlo pasar. No lastimaba a nadie con eso. No estaba mintiendo, solo omitiendo cosas que no estaba preparada para compartir con ella. Al fin y al cabo, ni sus más allegadas amigas lo sabían, solo María.

VirahaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora