La promesa de una vida juntas

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Cuántas noches, cuántas horas y segundos se había pasado anhelando estar así con Alycia, cuando el tiempo lejos de su calor se hacía tedioso y sentía que en lugar de avanzar, enlentecía hasta el punto de empezar a correr hacia atrás, para alejarla más de ella. Sin embargo el tiempo junto a ella corría a contrareloj, por suerte era capaz de disfrutar y saborear el momento por muy deprisa que pasara, porque lo iba atesorando en su recuerdo, acumulándolos unos tras otros para poder navegar en ellos y sentir que seguía a su lado, reviviendo una y otra vez lo que eran cuando estaban juntas, así jamás la perdería, así, cuando los kilómetros volvieran a separarlas, ella tendría dónde refugiarse mientras esperaba y anhelaba su siguiente encuentro, su premio de consolación mientras no pudiera tenerla, su ancla, la brújula que le indicaba un rumbo seguro, con un destino hecho a medida para ella.

Cerraba los ojos tan solo unos pocos segundos, necesitaba la intensidad de aquellos sentimientos, entre sus brazos, sintiendo su piel, lo suave que era en contacto con la suya, seguro que tenían una química especial que era solo de las dos, que emergía cuando sus pieles se rozaban, nunca lo había sentido así con nadie, así que tenía que ser una especie de magia que nacía de su cuento de Hadas. Su olor y su respiración le atravesaban los poros y la llenaban de vida, de una paz que se mezclaba de forma homogénea con una vitalidad que no sabía que existía, que le daba fuerzas, ganas, valor, que le gritaba "es aquí, vamos, díselo ya, es aquí seguro" y estaba tan segura de que ella era su lugar en el mundo, que los nervios la recorrían de forma apabullante y la abrumaban hasta el punto de sentir miedo. Porque ya perdió una vez, y estaba segura que si daba un paso en falso que la hiciera perderla a ella, las consecuencias iban a ser mucho peores, porque la amaba más de lo que nunca amó a nadie y ese era su secreto más profundo, un secreto que se moría por salir a la luz porque le presionaba el pecho cada vez que la miraba a los ojos o veía su sonrisa, cuando la escuchaba reír o la tomaba de la mano. Cada vez que oía ese ensordecedor "es aquí" se moría por gritárselo, que no tuviera ninguna duda porque ella estaba libre de cualquiera que pudiera atormentarla en un pasado, y esos momentos cada vez eran más a menudo, su sola presencia o el saber que aunque no la estuviera viendo la esperaba en aquella misma ciudad, que iba a verla en cualquier momento, su presencia y su recuerdo tenían la misma fuerza y la misma consecuencia y cada vez le costaba más callarse lo que sentía. Por eso quiso confesarlo, en más de una ocasión, pero Alycia seguía diciendo que no se debían nada y no podía asegurar que no lo pensara de verdad. Quería confesarle que sí, se acostó con otra y que tuvo consecuencias, que no se arrepintió de haberlo hecho porque en ese preciso momento fue cuando aceptó su verdadera realidad, la de sus sentimientos, que se había enamorado de ella y que haría cualquier cosa por pasar la vida entera a su lado, que ningún obstáculo sería suficiente para frenarla, que daba igual los impedimentos en forma de kilómetros o miedos que le pusiera la vida, porque si ella era su destino, desafiaría todo lo que se le pusiera por delante, si el amor de su vida la esperaba al otro lado, si la necesitaba tanto cómo lo hacía ella ¿Quién o qué sería capaz de impedirle alcanzarla? Nada ni nadie, esa era la respuesta más absoluta. Apartarla de la mujer que amaba era un imposible, tan solo Alycia podía ponerle freno a eso, tan solo se rendiría si la morena no sintiera lo mismo que ella o no la quisiera a su lado. Por fin le veía sentido a parte de lo que le había pasado, porque Sofía había sido su amor, pero no el amor de su vida, tal vez si lo que le pasó junto a ella no hubiera ocurrido, no habría conocido a Alycia y el universo tenía una forma cruel de decirle que no era la correcta, que lo mejor estaba por llegar y solo le hacía falta mirar hacia su pecho, dónde la morena apoyaba su cabeza, para suspirar un "menos mal, te encontré" y que todo le valiera la pena, que las lágrimas de tristeza se convirtieran en lágrimas de alegría invadidas de un amor infinito, difícil de explicar, lo reconocía, pero había pasado y sinceramente, tan solo tenía intención de disfrutar de ello, sin barreras, sin frenos, sin nada que le impidiera ser completamente feliz, ser completamente ella por fin. Le parecía increíble haber podido llegar a ese punto, que la esperanza que no tenía ahora lo inundara todo, pero no iba a cuestionarlo, no iba a cuestionarse nada que la hiciera sentir así y solo tenía que confiar en la forma cálida y profunda que tenía la morena de mirarla, esa dónde podía leer, dónde podía sentir que estaba a salvo, que al otro lado encontraría los mismos sentimientos porque era imposible que alguien te mirara así si no le pasaba lo mismo. Cuando estaban juntas la chispa de la mayor conexión conocida estallaba sin dejar nada a su paso y era maravillosamente increíble. Por eso necesitaba ser completamente sincera con ella, exponer lo bueno y lo malo, que la terminara de conocer para que pudiera amarla tal cual era, si quería que todo saliera bien debía empezar por eso y encontrar el momento después para decirle lo que sentía, que ya no quería ser una semi desconocida, que no le bastaba con hacer el amor, que no se conformaba tan solo con pasar momentos con ella, que lo quería todo, todo sin más, el todo más amplio inventado, que si no podía pasar el resto de su vida con ella entonces no quería nada, porque era lo mínimo que aceptaría, que ya se apañarían después, pero juntas. Se hubiera muerto un poco por dentro si Alycia le hubiera dicho que había estado con alguien más, lo hubiera entendido, pero hubiera perdido años de vida y tendría que haber seguido preguntando, preguntando hasta que le dijera que tampoco había significado nada, que a pesar de todo solo existía ella, que ya nadie más le valía, pero si no lo había hecho, si Alycia no había estado con nadie mientras no estuvo a su lado, era la mejor respuesta de todas, la que se lo aclaraba todo un poco más, porque ella se había dado cuenta por las malas y a Alycia no le había hecho falta hacerlo para confirmar que no podía estar con nadie más.

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