Viraha

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Queridas lectoras... Se acerca el final...

Próximo viernes último capítulo.

Disfruten y gracias por acompañarnos.

💚💙💚💙

Ver el nombre de Gonzalo en la pantalla de su celular a modo de llamada entrante hizo que su corazón galopara fuerte de repente. Hacía ya un tiempo que no sabía nada de él, porque tampoco tenía contacto con sus padres y ni siquiera a través de ellos tenía noticias suyas. Más de una vez se vio tentada de llamarlo porque realmente necesitaba saber cómo estaba, pero sabía que debía anteponer los sentimientos de Gonzalo por sobre los de ella y entonces volvía a dejar el celular sobre la mesa cada vez que se tentaba de llamarlo. Por eso ahora el corazón le latía de esa manera y los dedos le temblaron un poco al tomar el teléfono y deslizar su pulgar sobre la pantalla.

—Hola...— saludó insegura y con su voz también temblando un poco.

—Hola, Aly— respondió Gonzalo, en un tono lento y dudoso también—. ¿Cómo estás?

—Bien... Preparándome para ir al hospital...

—Ah, perdón, te llamo en otro momento.

—No, no. Estoy bien de tiempo, de verdad— se apresuró a decir—. ¿Cómo estás, Gonza?— Un brevísimo pero incómodo colgó de la llamada.

—Bien... A veces más, otras menos, pero bien. Con mucho trabajo, por suerte. Tu padre me mantiene ocupado, no sé si a propósito o porque las cosas en la empresa van cada vez mejor— dijo, bromeando. Y si tuviera que apostar por alguna de esas dos opciones sin duda elegiría la primera. Su padre lo quería como a un hijo y su preocupación hacia él siempre le nació de manera natural, así que no dudaba que lo estuviese tapando de trabajo con tal de no pensar en la lesbiana de su hija. Mientras tanto, ella, su hija de verdad, se seguía sintiendo como la mierda cada vez que pensaba en ellos pero al parecer a sus padres seguía sin importarles.

—Entiendo...

—¿Cómo están las cosas con ellos...?— preguntó, dubitativo.

—No están, directamente. No los volví a ver ni volvimos a hablar.

—¿En serio?

—En serio.

—Lamento que sea así... Si hay algo que yo pueda hacer...

—No, Gonza, gracias. De verdad no quiero meterte en esto. Ya demasiado tuviste y tampoco te corresponde...— y se sintió un poco mal ante la implicancia de esas palabras, porque abarcaba un pasado, un cambio, un "ahora es diferente". Porque antes le correspondía todo y ahora nada.

—Lo sé...— dijo en un suspiro.

—Gonza...— no sabía muy bien qué decirle, pero su tono de voz le estaba haciendo cosas por dentro y gestando una necesidad enorme de abrazarlo. Es que ese hombre siempre sería importante en su vida, una persona que la había marcado y el cariño que le tenía era inmenso. A lo mejor si pudieran verse...

—Te llamaba porque quería buscar la última caja que quedó ahí olvidada... Hay algunas cosas que necesito.

—Claro. Decime cuándo querés pasar y te espero, me gustaría verte y...

—No, Aly...— la interrumpió—. Prefiero ir cuando no estés, si es que no cambiaste la cerradura aún.

—No... No la cambié, pero en serio que...

—Bueno, entonces en un rato paso. Y te devuelvo las llaves, las dejo en nuestro lugar secreto.

Nuestro lugar secreto.

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