Capitulo diecinueve

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Una hora antes.

Su padre lo llevaba rastras luego de que recuperara la conciencia y trato de salírsele, pero no lo logro, cuando ya estaban frente a su casa, azotó la puerta de golpe y lo dejo a dentro. Las personas ni siquiera se habian mutado a ayudarle cuando comenzó a luchar, ellos sabían que cuando un alfa estaba así de furioso, no era bueno meterse y por miedo a que les suceda algo por hacerlo también mejor se mantenían a lo lejos mientras lo llevaban.

—¿En dónde diablos te fuiste? ¡¿Acaso crees que yo te di permiso?!—vocifero, tiro un cuadro que estaba pegado en la pared del recibidor para desquitarse.

Una voz femenina se escuchó de pronto, era su madre que vino para saber porqué había mucho ruido, y al verlo corrió abrazarlo diciéndole lo mucho que lo había extrañado a su pequeño hijo, en cambio su padre gruño y los separó.

—Te voy enseñar a que te comportes y así no vuelvas intentar escapar. —dijo saliendo de la habitación para irse a la parte de atrás de la casa.

Al escuchar esas palabras abrió los ojos, negó múltiples veces con su cabeza, sabía que significaban esas palabras. Miro a su madre con temor y retrocedió unos pasos.

—Tengo que irme, no puedo quedarme aquí —hablo, su madre trato de convencerlo, pero se negó—me va a matar si me quedo.

Su madre comprendió y le abrió la puerta para que se fuera de su padre antes de que volviera más violento, pero era demasiado tarde, él como si supiera lo que harían los esperaba en la puerta con un largo y medio grueso fierro.

Tragó saliva, ahora temía por su vida.

—¿Adónde crees que vas? ¿Pensabas escaparte otra vez? —se adentró a la casa y cerró la puerta a su paso. JiMin comenzó a retroceder hasta que chocó con el mango del comienzo de la escalera. Su padre aprovecho y lo tomo del brazo para tirarlo al suelo y darle algunas patadas y luego un fuerte sonido se escucha por toda la casa junto con un grito.

Actualidad.

El doctor rápidamente al decirle la situación, tuvo que traer todo un equipo para que le ayudarán a curar a JiMin quien estaba muy mal herido, pero que logro sobrevivir si no hubiera actuado antes. Tuvieron que hacerlo una corta operación para detener el sangrado y curarle algunas heridas externas. El doctor era un viejo amigo de su padre y sabía que era una obra suya porqué ya conocía como se enojaba, múltiples veces los había ayudado cuando se pasaba de la raya con los golpes, pero está vez logro pasarse casi matando a su propio hijo.

Con una camilla con cuidado pudieron desplazarlo a la habitación que le pertenecía. Les dio todas las indicaciones de cuidados que debía tener para tuviera una recuperación rápida y efectiva, ya que no podrían llevárselo a un hospital, su amigo nunca le permitía a eso ya que si sabía que si algún miembro llegaba en ese estado allí alguien podría denunciarlo y lo encerrarían por eso.

Una vez que se fue el doctor, su madre y hermana y fueron con el sentándose a cada lado mientras le tomaban sus manos.

—Ay, hijo, ¿Dónde estuviste todo este tiempo? No sabes lo preocupada que estuve por ti— hablo sollozando— lamento no haberte ayudado con lo que te hizo tu padre. Te prometo que ya no volverá a pasar, no dejaré que te haga daño otra vez. —sabia que era tan falso cada vez que lo decía, él había escuchado tantas veces esa frase y nunca la cumplía, ¿Y cómo iba hacerlo si ella también le tenía miedo y no podía defenderse? Tenía el conocimiento de que si se atrevía hacerlo lo único que iba a resultar era estar tres metros bajo tierra y ella no iba a permitir que sus hijos se quedarán solos con ese tirano.

¡Soy omega y qué! - YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora