Caminó durante un buen rato por la calle hasta llegar a un muro bajo de la calle Magnolia, donde se dejó caer. Aún notaba los espasmos de la rabia y la ira recorriéndole por todo el cuerpo. Miró a cada lado de la calle, y una nueva emoción la invadió: el pánico.
"¿Y ahora qué narices hago?", pensó. Acababa de infringir el Decreto para la limitación de la magia en menores, y encima había usado sus poderes contra un muggle. No tenía dinero muggle, y el dinero mágico que tenía estaba en el fondo del baúl. Miró a ambos lados de la calle y empezó a hiperventilar. La calle parecía desierta, y no brillaba la luz en ninguna casa. Hedwig no estaba, y no tenia forma de comunicarse con nadie.
Estaba planteándose sacar la capa invisible cuando un escalofrío le recorrió por el cuerpo. Alzó la vista y miró de nuevo la calle. Pero estaba desierta. "No estoy loca", pensó. "Hay alguien mirándome". Se levantó y alzó la mano, y entonces lo vio: entre el garaje de una casa y una valla, dos grandes ojos en un ser descomunal observaban. Gia se quedó paralizada, hasta que sonó un estruendo y una luz la cegó.
Un vehículo de ruedas enormes y grandes faros delanteros frenó con un chirrido enfrente suyo, dejándola mas boquiabierta de lo que ya estaba. Era un autobús de dos plantas, pintado de rojo vivo, en cuy parabrisas llevaba la inscripción en dorado de "AUTOBÚS NOCTÁMBULO". El cobrador, de uniforme rojo, saltó del autobús y dijo en voz alta sin mirar a nadie:
- Bienvenida al autobús noctámbulo, transporte de emergencia para el brujo abandonado a su suerte. Alargue la varita, suba a bordo y la llevaremos donde quiera. Me llamo Stan Shunpike, estaré a su disposición esta no...
El cobrador se interrumpió y miró a Gia, que seguía plantada como una estatua. Gia se giró y lo miró. Tan solo debía ser unos años mayor que ella, unos dieciocho o diecinueve años, con grandes orejas y un montón de granos.
- ¿Qué haces? - dijo Stan, bruscamente.
- Eh... yo... nada, nada. - murmuró.
Se volvió a mirar al callejón, ahora iluminado por los faros del autobús, pero era evidente que flipaba: el callejón estaba vacío.
- ¿Qué miras? - preguntó Stan.
- Había algo... como un perro... es igual.
Se volvió hacia Stan, que tenía la boca ligeramente abierta y trataba de mirar entre su flequillo. Gia se lo colocó de forma que disimulara la cicatriz.
- ¿Qué es eso que tienes en la frente? - preguntó.
- Flipas, tío. - contestó. - Yo no tengo nada en la frente.
- ¿Cómo te llamas? - insistió.
- Lavender Brown. - respondió velozmente. - Así que... ¿este autobús me lleva donde yo quiera? - pregunto, tratando de desviar su atención.
- Si - dijo Stan con orgullo. - A donde quieras, siempre y cuando haya camino. Nos has dado el alto, ¿verdad? - dijo. Miró su mano y vio que no tenía varita. - Espera, ¿como lo has...? - preguntó, asombrado.
- Eh... si, os he dado el alto, si - se apresuró a decir. - ¿Cuánto costaría ir a Londres?
- Once sickles - dijo Stan. - Por trece te damos una taza de chocolate caliente, y por quince una bolsa de agua caliente y un cepillo de dientes del color que elijas.
Gia rebuscó en el baúl, sacó el monedero para guardarlo en la chaqueta y le dio las monedas de plata. Lo ayudó a cargar el baúl y la jaula de Hedwig.
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Soulmates III
Fanfiction¿Y si el heroe que todos conocemos... fuese una mujer? Por la cicatriz que lleva en la frente, sabemos que Gianna Potter no es una niña como las demás, sino la heroína que venció a lord Voldemort, el mago más temible y maligno de todos los tiempos...