Capitulo 14. El rencor de Snape

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Gia, Ron y Hermione estuvieron toda la noche despiertos en un rincón de la sala común, mientras el castillo estaba siendo registrado de nuevo.

- ¿No te parece raro? - le murmuró Hermione a Gia, que cabeceaba con la cabeza apoyada en la mano.

- ¿Que fuera a la de Ron y no a la mía? Yo también lo estaba pensando - admitió. - Se que igualmente no puede entrar a nuestro cuarto, y él lo sabe, estudió aquí, pero... ¿Por qué?

- Estas pensando lo mismo que yo, ¿verdad? - le dijo Hermione.

- Que Black no me está buscando a mi - Hermione asintió. - Pero si no es así... ¿qué es lo que busca?

Por cualquier sitio por el que pasaran al día siguiente encontraban medidas de seguridad. Flitwick instruyó a las puertas para que reconocieran una foto de Sirius Black. Filch iba por los pasillos, tapándolo todo con tablas, desde las pequeñas grietas de las paredes hasta las ratoneras.

Sir Cadogan fue despedido. Lo devolvieron al solitario descansillo del piso séptimo y lo reemplazó la señora gorda. Había sido restaurada magistralmente, pero continuaba muy nerviosa, y accedió a regresar a su trabajo sólo si contaba con protección. Contrataron a un grupo de hoscos troles de seguridad para protegerla. Recorrían el pasillo formando un grupo amenazador; hablando entre gruñidos y comparando el tamaño de sus porras.

Gia no pudo dejar de notar que la estatua de la bruja tuerta del tercer piso seguía sin protección y despejada. Parecía que Fred y George estaban en lo cierto al pensar que ellos, y ahora Gia, Ron y Hermione, eran los únicos que sabían que allí estaba la entrada de un pasadizo secreto.

- ¿Crees que deberíamos decírselo a alguien? - preguntó Gia a Ron.

- Sabemos que no entra por Honeydukes - dijo Ron -. Si hubieran forzado la entrada de la tienda, lo habríamos oído.

Gia se alegró de que Ron lo viera así. Si la bruja tuerta se tapara también con tablas, ella ya no podría volver a Hogsmeade.

Ron se convirtió de repente en una celebridad. Por primera vez, la gente le prestaba más atención a él que a Gia, y era evidente que a Ron le complacía, por lo que su amiga le cedió todos los pormenores de la fama. Aunque seguía asustado por lo de aquella noche, le encantaba contarle a todo el mundo los pormenores de lo ocurrido.

- Estaba dormido y oí rasgar las cortinas, pero creí que ocurría en un sueño. Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mi cama estaba caída... Me di la vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, con toneladas de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo y tremendo, debía de medir treinta centímetros, me miraba, lo miré, entonces grité y salió huyendo.

- Pero ¿por qué se fue? - preguntó Ron a Gia cuando se marcharon las chicas de segundo que lo habían estado escuchando.

- Esa pregunta nos la hacemos Hermione y yo también. - comentó. - y hemos llegado a una teoría inquietante.

- A ver...

- No puede entrar al cuarto de las chicas - dijo Blaise, apareciendo al lado de los dos amigos. - Por lo tanto, no es a Gia a quien está buscando. - Gia asintió. - Yo también lo pensé anoche, el problema es que eso nos deja en una situación mas inquietante.

- ¿Qué es lo que realmente busca? - preguntó Ron de forma retórica. Ambos asintieron.

Neville había caído en desgracia. La profesora McGonagall estaba tan furiosa con él que le había suprimido las futuras visitas a Hogsmeade, le había impuesto un castigo y había prohibido a los demás que le dieran la contraseña para entrar en la torre. El pobre Neville se veía obligado a esperar cada noche la llegada de alguien con quien entrar, mientras los troles de seguridad lo miraban burlona y desagradablemente. Ninguno de aquellos castigos, sin embargo, era ni sombra del que su abuela le reservaba; dos días después de la intrusión de Black, envió a Neville lo peor que un alumno de Hogwarts podía recibir durante el desayuno: un vociferador.

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