Capítulo 7. El boggart en el armario ropero

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Malfoy no volvió a las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando compartían clase de Pociones con Slytherin. Entró con aire arrogante, con el brazo en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose como si creyera que era un veterano de la Segunda Guerra Mundial.

- ¿Qué tal, Draco? - le dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta -. ¿Te duele mucho?

- Si - dijo con gesto de hombre valiente y en voz alta, buscando que Gia lo oyera. Gia vio como le guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle cuando Pansy apartaba la vista.

- Sigue igual de idiota que siempre - le dijo Gia a Hermione. - Por lo que no es tan grave. - Hermione soltó una risita.

- Siéntate - le dijo Snape amablemente.

Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero convenientemente al lado de Gia, para preparar los ingredientes en la misma mesa.

- Profesor - dijo Malfoy - necesitare ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.

-Weasley, cortárselas tú - ordenó Snape, sin alzar la vista. Gia clavó el cuchillo de cortar en la mesa, provocando una marca. Una de las luces tintineó. Ron se puso como un tomate.

- No le pasa nada a tu brazo - le dijo a Malfoy entre dientes.

- Es verdad. - dijo Gia - El problema lo tiene en el cerebro. Pero eso no hay vendaje que lo cure.

Malfoy le dirigió una mirada desde el otro lado de la mesa.

- Ya has oído al profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.

Ron cogió el cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y empezó a cortarlas mal, dejándolas todas de distintos tamaños.

- Profesor - dijo Malfoy, arrastrando las sílabas -, Weasley está estropeando mis raíces, señor.

Snape fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Ron una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.

- Dele a Malfoy sus raíces y quédese usted con las de él, Weasley.

- Pero señor...

Ron había pasado el último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.

- Ahora mismo - ordenó Snape, con su voz más peligrosa.

Ron cedió a Malfoy sus propias raíces y volvió a empuñar el cuchillo.

- Profesor, necesitaré que me pelen este higo seco - dijo Malfoy, con voz impregnada de risa maliciosa.

- Potter, pela el higo seco de Malfoy - dijo Snape, echándole a Gia una mirada. Gia soltó el cuchillo y se cruzó de brazos, mirándole fijamente.

- No - dijo con firmeza.

- Potter, pela el higo seco de Malfoy - repitió.

- He dicho que no. - repitió. - Que se quite el vendaje ese de pantomima que lleva y que lo pele él. O si necesita ayuda, seguro que Parkinson estará mas que encantada de lamerle los zapatos a Malfoy. Pero yo no pienso hacer nada por este imbécil - toda la clase se quedó mirándola asombrados, mientras Malfoy la miraba cargado de ira.

- Hazlo o te castigaré.

- Castígueme. - le retó. - El año pasado me desaparecieron los huesos del brazo y el lunes estaba en clase. Nadie hizo nada por mi, yo pude sola. Si eres lo bastante gallito para meterte con un hipogrifo porque eres tonto y no escuchas, es tu problema. - le acusó Gia a Malfoy. - Deja de comportarte como un crío y madura.

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