Capitulo 22. Más lechuzas mensajeras

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POV Draco

(Este fragmento esta inspirado en "El corazón acusador", de Edgar Allan Poe)

Totalmente consternado, Draco miró desaparecer a Gia entre los árboles del bosque prohibido, cojeando y sangrando. Antes de internarse, notó como sus ojos volvían a posarse en él. Draco no alzó la vista, clavado en el suelo, pero finalmente se dio media vuelta, siguiendo su consejo a gritos, y volvió al colegio con los ojos como platos.

Entró en el vestíbulo, sin preocuparse de si le veían o no. El no escuchar ruidos le hizo pensar que, al menos de momento, estaba a salvo de profesores. Arrastrando los pies y agarrándose a las paredes, buscó a tientas el camino que conducía a las mazmorras y a su sala común, con la boca abierta. Los flashes de lo que acababa de suceder le aparecían a toda velocidad en la cabeza. Cuando llegó a medio camino, donde había un pequeño hueco, se ocultó y se dejó caer.

La herida de Potter apareció en su mente con la misma intensidad que si la tuviese delante en persona. La sangre de la muchacha goteaba en el suelo de su mente, como si fuera real.

Tic, tic, tic.

El silencio era tan abrumador dentro de su cráneo que casi podía oír el sonido de las gotas cayendo. Podía apreciar la densidad, el color.

Tic, tic, tic.

Su mente rebobinó hacia atrás. Potter cogiéndolo del brazo para tratar de llevarlo al colegio. Él zafándose como un idiota de su intento de ayuda. Lupin fijándose en él. El miedo volvió a recorrerle la espalda como si de un hielo se tratase. Así, pensó, es como debía sentirse la presencia de los dementores.

Tic, tic, tic.

Se agarró las rodillas, ansioso. El ruido de las pisadas de Lupin yendo hacia él. Potter a su lado, tratando de protegerlo.

Tic, tic, tic.

El grito amortiguado de la muchacha. Lupin abalanzándose sobre él. Potter empujándolo, el sonido de una tela rasgándose, y la chica lanzándole un Expelliarmus tardío. El impacto de Lupin sobre el suelo, inconsciente.

Silencio.

Tic, tic, tic.

El reflejo de la luna sobre ella. La herida sangrante de nuevo. Palpitando. Tic, tic, tic.

- Que pare ya - murmuró, agarrándose la cabeza con desesperación. Las lágrimas le caían por las mejillas -. Necesito que pare esa sangre.

"No es sangre", dijo una voz en su cabeza. "Es culpa".

Culpa suya por haber salido de noche a comprobar lo de Lupin y sus sueños. Culpa suya por no haber escuchado a Potter y no haber sido él quien la había intentado ayudar.

Se levantó a tientas buscando retomar el camino a la sala común, pero sabía perfectamente que tumbarse en la cama no iba a implicar que durmiera. Después de lo de esa noche, tenía bastante claro que era probable que nunca volviera a dormir.

Se estiró en la cama sin desvestirse, mirando al techo y derramando lágrimas silenciosas.

"Acabo de joderle la vida a Potter", pensó. "Potter acaba de salvarme la vida porque soy un puto imbécil idiota que..."

"Me ha salvado, joder. Me odia y aun así me ha salvado la vida. Iba a despedazarme. Y ha antepuesto su propia vida a..."

"¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué estoy haciendo?", pensó histérico. "No puedo quedarme aquí, necesito saber si esta bien, necesito saber si...".

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