Capitulo 21. El secreto de Hermione

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- Asombroso. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snpe...

- Gracias, señor ministro.

- Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano!

- Muchísimas gracias, señor ministro.

- Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

- Algo así - dijo, mirándolos a los tres -. Black los encantó. - bajó la voz -. Me di cuenta enseguida. A juzgar por su comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir muy potente, porque Potter es muy lista. Me parece que creían que existía una posibilidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían. Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que Black escapara... Obviamente, creyeron que podían atrapar a Black ellos solos. Han salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza... Y naturalmente, el director ha consentido siempre que Potter goce de una libertad excesiva.

- Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a Potter.

- Ya, pero no se le debería conceder un trato tan especial, ¿sabe? Necesita disciplina. Potter tiene potencial, pero es demasiado temeraria. Debería ser castigada severamente. Contra todas las normas del colegio... después de todas las precauciones que se han tomado para protegerla... Fuera de los límites permitidos, en plena noche y con un asesino y un hombre lobo... y tengo indicios de que también ha visitado Hogsmeade, pese a la prohibición.

- Bien, bien..., ya veremos, Snape. La chica ha sido traviesa, pero Dumbledore tiene la última palabra, ya lo sabes.

Gia escuchaba a medias, aturdida. Las palabras que oía parecían viajar muy despacio hasta su cerebro, de forma que le costaba un gran esfuerzo entenderlas. Sentía los miembros como si fueran de plomo. Sus párpados eran demasiado pesados para levantarlos. Quería quedarse allí acostada, en aquella cómoda cama, para siempre...

- Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores... ¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder, Snape?

- No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las entradas.

- Extraordinario. Y sin embargo, Black y las chicas...

- Todos estaban inconscientes cuando llegué allí. Até y amordacé a Black, hice aparecer por arte de magia unas camillas y los traje a todos al castillo.

Hubo una pausa y, por fin, consiguió abrir los ojos.

Todo estaba borroso. Se hallaba en la oscura enfermería. Al final de la sala podía ver a la señora Pomfrey dándole la espalda. Se movió y vio que estaba con Ron.

Gia volvió la cabeza y vio a su lado a Hermione, quien también estaba despierta y le hizo un gesto de silencio con el dedo, y luego señaló la puerta de la enfermería. Estaba entreabierta y las voces de Cornelius Fudge y de Snape entraban por ella desde el corredor.

La señora Pomfrey llegó entonces caminando enérgicamente por la oscura sala hasta la cama de Gia. Se volvió para mirarla. Llevaba el trozo de chocolate más grande que había visto en su vida. Parecía un pedrusco.

- ¡Ah, estas despierta! - dijo con voz animada mientras troceaba el chocolate.

- ¿Cómo esta Ron? - preguntaron las dos a la vez.

- Sobrevivirá - dijo con seriedad -. En cuanto a vosotras, permaneceréis aquí hasta que yo esté bien segura de que estáis... ¿Qué haces, Potter?

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