Capítulo 12. El patronus

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- Sabes que no lo he hecho con mala intención - trataba Hermione de justificarse. Ya hacia varios días que la profesora McGonagall se había llevado la Saeta, y aunque Gia en el fondo sabía que sus intenciones eran buenas, agradeció mucho cuando Lavender y Parvati volvieron después de Año Nuevo, pues los días anteriores habían sido bastante incómodos con Hermione en el cuarto. Incluso llegó a plantearse ir a dormir al cuarto de los chicos.

- Y soy consciente, Hermione. - respondió Gia, con el ceño fruncido. - Pero no puedes negarme que esté enfadada ni molestarte por ello. Estoy en mi derecho.

Ron también estaba enfadado con Hermione. Consideraba que desmontar una Saeta de Fuego un crimen, y que al menos, debía haberlo consultado antes con Gia. Hermione seguía convencida de que había hecho lo que debía, y empezó a dejar de frecuentar la sala común y refugiarse en la biblioteca.

- ¿Te dice algo cuando vuelve al cuarto? - le preguntó Ron.

- Vuelve tardísimo - admitió. - Muchas veces ya estoy dormida.

Wood buscó a Gia la noche anterior al comienzo de las clases.

- ¿Qué tal las Navidades? - preguntó. Y luego, sin esperar respuesta, se sentó, bajó la voz y dijo -: He estado meditando durante las vacaciones, Gia. Después del partido, ¿sabes? Si los dementores acuden al siguiente... no nos podemos permitir que tú... bueno...

Wood se quedó callado, con cara de sentirse incómodo.

- Estoy trabajando en ello - dijo Gia rápidamente -. Tengo las pulseras, y el profesor Lupin me dijo que me daría unas clases para ahuyentar a los dementores. Comenzaremos esta semana. Dijo que después de Navidades estaría menos atareado.

- Ya - dijo Wood. Su rostro se animó -. Bueno, en ese caso... Realmente no quería perderte como buscadora, Gia. ¿Has comprado ya otra escoba?

- No - contestó - tampoco creo que mi habilidad como buscador se resuma únicamente en mi escoba. Si es así...

- No digo eso - se apresuró a aclarar. - Pero no puedes montar esa Estrella Fugaz en el partido contra Ravenclaw.

- Le regalaron una Saeta de Fuego en Navidad - dijo Ron.

- ¿Una Saeta de Fuego? ¡No! ¿En serio? ¿Una Saeta de Fuego de verdad?

- No te emociones, Oliver - dijo Gia con tristeza -. Ya no la tengo. Me la confiscaron. - Y explicó que estaban revisando la Saeta de Fuego en aquellos instantes.

- ¿Hechizada? ¿Por qué podría estar hechizada?

- Sirius Black - explicó Gia sin entusiasmo -. Parece que va detrás de mí. Así que McGonagall piensa que él me la podría haber enviado.

Desechando la idea de que un famoso asesino estuviera interesado por la vida de su buscadora, Wood dijo:

- ¡Pero Black no podría haber comprado una Saeta de Fuego! Es un fugitivo. Todo el país lo está buscando. ¿Cómo podría entrar en la tienda de Artículos de Calidad para el Juego del Quidditch y comprar una escoba?

- Yo he dicho que eso es absurdo. Que para que iba a gastarse miles de galeones en una escoba para matarme, pero... Quiere desmontarla.

Wood se puso pálido.

- Iré a hablar con ella, Gia. - le prometió -. La haré entrar en razón... Una Saeta de Fuego... ¡una auténtica Saeta de Fuego en nuestro equipo! Ella tiene tantos deseos como nosotros de que gane Gryffindor... La haré entrar en razón... ¡Una Saeta de Fuego...!

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