El único que me ha amado (Lisacoln)

132 3 0
                                    

Relato dedicado en su día al usuario Rl_2018

Ignoro si aún continúa por aquí. Saludos, en caso de que así sea.

------------------------------


Tras recuperar el aliento, Lincoln se dio la vuelta para contemplar una vez más el rollizo y hermoso cuerpo de la bella mujer castaña que yacía a su lado: Lisa Loud. La brillante científica que había revolucionado la ciencia del siglo XXI. La receptora de dos premios Nobel en Química y Medicina. Una de las mujeres más admiradas del mundo. Una mujer excepcional, a menudo comparada con la mismísima Marie Curie. Tan genial e intimidante, que nunca hubo un hombre que se atreviera a acercarse a ella.

Ninguno, excepto su propio hermano: Lincoln Loud.

Lisa abrió los ojos, y se dio cuenta de que su hermano la miraba. La hermosa castaña sonrió; y una vez más, Lincoln no pudo creer que nadie se hubiera interesado lo suficiente como para vencer sus temores y animarse a conquistarla. ¡Si era tan hermosa!

Lisa creía saberlo. Y había intentado explicarle.

- Verás, Lincoln: cuando una hembra tiene un rango muy alto en la comunidad de cualquier especie animal social, se ve condenada con frecuencia al ostracismo y a la soledad. Por la sencilla razón de que la inmensa mayoría de los machos no pueden soportar ser pareja de alguien que tenga un nivel mayor que el de ellos. Es así de simple, y los científicos son parte de una especie animal social. No escapan a esas realidades.

Ella pretendía exponer un hecho concreto de la realidad, pero Lincoln siempre detectaba la sombra de pesar que cruzaba por su mirada cuando lo decía. Después de todo, Lisa era una mujer. Tenía los deseos y apetitos propios de cualquier mujer; sin importar el inmenso tamaño de su intelecto.

Lincoln extendió la mano y acarició suavemente su bonito rostro. La cara de Lisa casi no había cambiado con los años. Aún la recordaba de niña, con su eterno suéter verde y su aire de superioridad. Casi nada quedaba de ello.

Bueno... Sí seguía mostrándose superior; y a veces, un poco despectiva. Pero ya no lo hacía con él; y además, Lincoln sabía que aquello era una máscara. Un freno para no dejarse llevar por sus sentimientos. Para evitarse heridas, decepciones, y alejar a las muchas personas indeseables que la acosaban cada vez que podían.

Aquella noche estaba ante la verdadera Lisa. La mujer hermosa y apasionada que amaba como una pantera en celo. La mujer que gozaba del sexo como ninguna otra que hubiera conocido.

Nadie conocía sus encantos como él. Los holgados pantalones y la bata que utilizaba disimulaban muy bien la rotundidad de sus encantos. Ocultaban esas piernas hermosamente modeladas; esos senos generosos y gloriosos que reaccionaban fácilmente con cualquier contacto. Ese cuerpo lleno de curvas que parecía hecho para hacer el amor. Ese cuerpo y esa pasión que lo volvía loco; y que le hacía olvidar todos los prejuicios, convencionalismos y temores que implicaba su relación.

Lisa tomó la mano que la acariciaba y se acercó hacia él, buscando el contacto con su cuerpo. No tuvieron que decirse nada. Se abrazaron, y sus labios se unieron en un tierno beso lleno de pasión; que prolongó por varios segundos. Se separaron solamente para sonreír y contemplarse.

Sonrieron y volvieron a besarse. Pronto se dejarían llevar de nuevo por el deseo. Veinticinco años no pasaban en vano; ambos eran otras personas. Ambos buscaban en los brazos del otro el amor y el consuelo que la vida les había negado: un matrimonio fallido, la ausencia de un amor verdadero, y mil ilusiones rotas en irisados pedazos.

***

Lincoln nunca lo hubiera creído. Su hermana Lisa siempre fue tan superior e intimidante...

En su niñez y su juventud siempre fue una auténtica amenaza. Una investigadora muy poco ética y casi insensible; sin empatía ni consideración. No tenía más dios que su curiosidad científica, y ni más escrúpulos que sus ocasionales arranques de sentimentalismo. Siempre le tuvo miedo, esa era la realidad. Y por eso, se mantuvo tan alejado de ella como le fue posible. Sus mundos eran por completo diferentes; no tenían nada que compartir.

The Loud House: minirelatos e historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora