¡Son los mejores padres! (Spin-off de "Un amor Inconcebible")

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Para entender este relato se necesita un poco de contexto. 

"Un amor inconcebible" fue la primera historia que hice, allá por el 2019. Y de no ser por la intervención, el apoyo y los dibujos de ezeroblack32, hubiera quedado inconclusa.

Fue él quien diseñó a los hijos de Lincoln y Linka Loud. Laura Loud es la primogénita del matrimonio y la principal protagonista de la secuela que sí quedó (y quedará por siempre) inconclusa.

Consideren esta pequeña historia como un spin-off, situado en un universo alternativo de mi fanfic: "Un amor inconcebible". Les recomiendo leer ese fic y su secuela inconclusa antes de leer este relato. 

Pero si no tienen ganas, solamente imaginen que de algún modo Lincoln se casó con su contraparte femenina en un universo alternativo, y Laura fue la hija mayor de ese matrimonio :-)

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- Mami...

Linka escuchó la dulce voz de su niña, y sus dedos abandonaron el teclado de la computadora. Conocía ese tono de voz: el preludio de que algo no andaba muy bien. Como siempre, su corazón se aceleró; y tuvo esa sensación de angustia que nunca la abandonaba del todo desde hacía catorce años.

- ¿Sí, tesoro? ¿Qué pasa?

La bella mujer de cabellos blancos sonreía. La muchachita miró a su madre, y estuvo a punto de perder su aplomo. Pero respiró hondo, apretó brevemente los labios, y se obligó a entrar al estudio. Ya no había marcha atrás. Tenía que despejar una duda que había atormentado su mente desde hacía muchos meses.

Quería hacerlo. Lo había planeado desde hacía mucho tiempo, pero no se decidía. Después de todo, ¿qué sentido tenía? Sus padres eran los mejores que una chica podía tener: cariñosos, preocupados, y siempre atentos a sus sentimientos y necesidades; pero también firmes y estrictos cuando era necesario. Le habían dado una educación de primera, y una vida tranquila y maravillosa. Sin duda, era imposible que fuera más feliz.

Salvo por aquello. La duda que no la dejaba en paz. El temor que se hacía más insoportable con cada día que pasaba.

Súbitamente, sintió mucho miedo. Todavía no era tarde para arrepentirse...

No. ¿A quién engañaba? Su madre se daría cuenta enseguida de que algo andaba mal. Se lo diría a su padre, la interrogarían entre los dos, y le sacarían la verdad. Siempre sabía sido así. El cariño y la insistencia de sus padres eran un arma doblemente letal.

Linka miraba fijamente a su hija. Su debate interno era más que evidente; y ella, de alguna manera, supo lo que le ocurría. Su dulce y tierna Laura nunca vacilaba: era más decidida que ella y Lincoln juntos. Ni siquiera lo hizo cuando le habló de Sunyl, su compañero de la escuela que le gustaba tanto.

- Bien. Aquí vamos, mi amor. Esto tenía que ocurrir algún día -se dijo, pensando en su esposo.

Laura dio unos pocos pasos hacia ella y se detuvo. El sufrimiento en su rostro era evidente. ¡Cómo detestaba verla así! Decidió luchar contra su miedo y facilitarle las cosas a su princesa.

- Cariño... No tengas miedo, mi amor. Tú sabes que puedes decirme lo que sea. ¿Recuerdas lo que siempre dice tu padre?

- "No hay nada en la vida que no tenga solución" -dijeron al mismo tiempo.

Madre e hija soltaron una risita, y la niña acudió presta para abrazar a su madre.

Las dos se fundieron en un tierno y apretado abrazo, y Laura aspiró el delicioso aroma de su madre. ¡Dios mío! ¡Cómo la amaba! Era la mejor. La mejor, sin lugar a dudas. Se dejó llevar por su inmenso amor, y le dio un beso intenso en la mejilla.

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