Sé que no va a ser fácil (Lincoln x Thicc*)

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Tal como ustedes saben, la exuberante chica protagonista de este one-shot es un personaje de fondo que no tiene un nombre canónico (al menos, no hasta la quinta temporada, en la que le perdí el rastro a la serie). El fandom que todo lo corrompe, le puso el apodo "Thicc", que en realidad es un juego de palabras que no voy a explicar aquí.

Detesto ese apodo. He escuchado por ahí el nombre "Jodie", que no sé de donde surgió, pero tampoco me convence.

Otro autor de otra plataforma tuvo a bien inventar el nombre Beth o Betty para esta hermosa chica, que es un verdadero símbolo sexual de la serie. A mí también me agrada mucho este nombre, y siento que le queda perfecto. Así que yo también lo utilizaré en este relato.

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- ¿Por qué estás tan nerviosa, mi amor? -dijo Lincoln, tomando las manos de la preciosa mujer castaña que apenas unos días antes había accedido a ser su novia-. ¿Te sientes bien? ¿Estás incómoda?

La muchacha suspiró e hizo una pausa. Buscaba expresarse con cuidado. Tenía la impresión de que una palabra mal dicha podría arruinarlo todo, y lastimar a Lincoln.

- Incómoda no, pero... Sí estoy muy nerviosa tesoro. Es que... ¡Piénsalo un poco, por favor! Nunca había vivido algo así. Y las cosas son tan complicadas...

- ¿Complicadas por qué? –dijo Lincoln, confundido-. Yo te amo; tú me has dicho que me amas. A menos que... Que me hayas mentido por alguna razón.

La sola idea de que eso pudiera ser cierto hizo que el chico se pusiera triste. Bajó la cabeza. Ella se dio cuenta enseguida de lo que estaba pasando, y soltó las manos del chico para tomar su rostro por las mejillas.

- ¡No, mi amor! Créeme... ¡Jamás te he mentido! Te soy muy sincera. Tú... eres un encanto. El chico más maduro que he tratado; a pesar de nuestra diferencia de edad. Solo te estaba hablando de lo que siento. ¡Esto es tan nuevo y tan extraño para mí, Linky!

Lincoln la miró y asintió. El estado emocional de Beth se traslucía perfectamente en su rostro. Estaba preocupada, atribulada; y aun así se veía preciosa. ¡Por dios, que hermosa era su novia! Todavía no entendía cómo se había atrevido a declararse. Y todavía entendía menos cómo fue que ella lo aceptó como novio.

Pero en realidad no era un gran misterio. Beth encontró en Lincoln lo que estuvo buscando toda su vida, sin saberlo.

***

Beth y Lincoln procedían de mundos totalmente diferentes, y solo los azares y la casualidad los habían llevado a encontrarse. El chico peliblanco tenía una vida muy normal. Su educación progresó sin brillantez, pero lo suficientemente sólida como para que continuara con sus estudios. La entrada a la universidad fue solo una continuación natural de su proyecto de vida.

El caso de Beth era muy distinto. La hermosa chica había sido modelo desde su infancia, debido a su gran belleza natural y la ambición de sus padres manipuladores. Nunca estuvo del todo contenta con ello. Conforme crecía era cada vez más asediada, tanto por otros modelos como por productores, empresarios y muchos hombres atractivos que solo iban tras su físico y las posibilidades de llevársela a la cama. Entre más tiempo pasaba, más desencantada y agobiada se sentía. Tuvo muchos noviazgos fallidos, y estuvo a punto de casarse más de una vez.

Al final, sus decepciones amorosas y aquella hoguera de vanidades terminaron por asquearla. Había ganado suficiente dinero para mantenerse, y decidió cumplir uno de sus sueños de la niñez: estudiar la universidad, y encontrar algo a lo que pudiera dedicarse sin los sobresaltos del modelaje.

Beth entró cuando Lincoln ya tenía un año en la universidad. Aunque estaban en las mismas clases, al principio no se hablaban. Lincoln se sentía intimidado por la belleza de la chica. Desde el principio la sintió completamente fuera de su liga. Todos sabían que era modelo profesional, y se portaba bastante cortante con todos aquellos que la pretendían. Y para colmo, era bien sabido que tenía cerca de 30 años; casi diez más que Lincoln.

Ni pensarlo. Hablar con ella estaba fuera de consideración.

Ella, por su parte, estaba decidida a dedicarse exclusivamente a estudiar, sin entretenerse con ninguna otra cosa. El chico le llamaba la atención por su atractivo físico, su peculiar cabello blanco, y porque era muy diferente a todos los hombres que había conocido; pero jamás cruzaban palabra. No había motivo para hacerlo.

Todo comenzó hasta que tuvieron que colaborar en aquel proyecto, y se descubrieron el uno al otro.

A pesar de ser modelo, Beth no tenía ni las afectaciones ni el mal carácter de su hermana Lola. Era atenta, cooperativa y amable. Y Lincoln era el chico más noble y caballeroso que ella hubiera conocido. Cuando supo que se había criado con diez hermanas, entendió muy bien el por qué era así. Si había un chico que en verdad entendía y respetaba a las mujeres, ese era Lincoln Loud; el perfecto caballero.

Beth encontró por fin un hombre con el que podía hablar y convivir sin sentirse amenazada. Un chico maduro y empático con el que pudo hablar de su vida, sus experiencias y temores sin temor a ser juzgada. Todo en él era comprensión y consuelo. Y Lincoln tuvo oportunidad de conocer a una persona muy diferente a su hermana Lola y sus mezquindades. Al principio, no quiso contarle de su vida, y se limitaba a escucharla. Pero llegó el momento en que ella quiso saber y le insistió. Estaba seguro de que se aburriría y lo dejaría hablando. Pero en cambio, le interesaba cada pequeña anécdota, cada amistad; cada momento de alegría con su familia y sus amigos.

- ¿Sabes, Lincoln? Eso es lo que yo hubiera querido para mí. Familia, amigos, diversión... A veces pienso que me arrebataron todo y me dejaron hueca por dentro. Nunca fui una niña, ni siquiera una adolescente...

Se echó a llorar, y Lincoln hizo lo que mejor sabía: el consuelo oportuno, las palabras que hacían sentir bien. Le expresó de mil maneras su profunda admiración por lo que había hecho, y por decidirse a cambiar una vida que detestaba.

Beth le agradeció, y le dio un intenso beso en la mejilla.

Aquella tarde, todo cambió para siempre entre los dos. A lo largo de las semanas, las conversaciones dieron paso a las salidas, al romance... Y finalmente, al noviazgo.

***

- Te entiendo, mi amor –concluyó Lincoln-. Yo... Tal vez me dejé llevar. Te propuse que fueras mi novia; sin pensar en lo duro que eso podía ser para ti. A tus ojos, debo ser un niño...

Lincoln se apartó, y sintió que sus ojos se nublaban.

- Quieres que... Yo...

Beth entendió lo que Lincoln estaba a punto de decir. Un tropel de imágenes asaltó su mente. Todos los hermosos momentos que había vivido con el muchacho no significarían nada, si se dejaba vencer por la cobardía y lo dejaba ir.

Algo tan hermoso y diferente... ¿Valía la pena perderlo, aunque todo el mundo se les echara encima?

¿Acaso el mundo y los demás no habían sojuzgado sus sentimientos demasiadas veces, empezando por sus propios padres?

Contempló el atractivo rostro del joven, y encontró las respuestas que estaba buscando. Lo sujetó por los hombros, y le tomó la barbilla con la mano.

- ¡No, amor! No quiero que te vayas; no necesito tiempo. ¡Te necesito a ti! Sé que no va a ser fácil... Sé que nos van a criticar, pero... ¿Cómo podría renunciar a lo mejor que me ha pasado en la vida?

Con sus dedos, limpió suavemente las lágrimas que empezaban a brotar por los ojos del chico. Él la miraba asombrado, sin dar crédito a lo que oía.

- ¿De verdad, amor? ¿Me quieres... A pesar de todo?

- ¿Y esto qué es, mi vida?

La mujer le echó los brazos al cuello y cubrió sus labios con los suyos. Se deleitó con su dulzura y su delicadeza. Le fascinaban su tacto, su suavidad... Esos besos tiernos y deliciosos, tan diferentes a los arrancavidas que siempre le dieron antes.

Lincoln se dejó llevar. La tomó de la cintura, la abrazó con fuerza, y acarició suavemente su espalda.

The Loud House: minirelatos e historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora