Amor puro (Lunacoln)

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Con dedicatoria especial a un viejo seguidor que llegó a pedir una segunda parte de este relato: LoganG76

Saludos de alguien que no olvida tu gusto por el Lunacoln ;-)

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- Mamá -dijo entusiasmada la pequeña Luna -. ¡Cuando sea grande, me voy a casar con Lincoln!

Rita sonrió, y estuvo a punto de reírse. Sin embargo, logró contenerse en el último momento. ¿Por qué burlarse de su pequeña e inocente hija? La niña solo tenía seis años. No tenía una idea clara de lo que significaba estar casada. Ni de todo lo que ello implicaba.

Al contrario, Rita se sentía agradecida de que una de sus hijas mayores se hubiera apegado tanto a Lincoln. Luna se había enamorado del bebé desde el mismo momento en que llegó con él a la casa. Incluso tuvo una pequeña, pero encarnizada discusión con Lori sobre quién de ellas sería la primera en darle su biberón.

- Bueno... -respondió Rita en tono muy suave- Los dos son muy pequeños todavía, mi amor. Aún no debes pensar en esas cosas. Además, Lincoln es tu hermanito. No se supone que deban casarse.

- ¡Pero Cleopatra se casó con su hermano, mami! Eso me dijo la maestra de la escuela. ¿Por qué Linky y yo no podemos hacer lo mismo? -insistió la pequeña.

- Porque nosotros no somos egipcios, amor. Además, los científicos se han dado cuenta de que casarse entre hermanos no es lo mejor.

- ¿Y por qué? -preguntó Luna con curiosidad.

Rita se sintió inquieta, y decidió zanjar definitivamente la cuestión.

- Algún día te contaré, mi amor. Pero ahora no. Estoy un poco ocupada, tesoro. ¿Puedes ir a vigilar a tu hermanito?

- ¡Claro! -exclamó la pequeña, alejándose a saltitos.

***

Luna tocaba una melodía en su pequeña flauta de plástico. A pesar de su corta edad, la niña tocaba muy bien; y era capaz de arrancar al instrumento sonidos suaves, bellamente modulados, y sin sonoridades desagradables. El pequeño Lincoln la miraba embelesado, casi sin parpadear. A momentos, cerraba los ojos para dejarse llevar por las notas de la alegre melodía.

Cuando terminó, Lincoln se puso a gritar y aplaudir de puro deleite. Luna se sentía feliz y orgullosa de que a su hermanito le gustara tanto su música. Ya se aprestaba a tocar otra melodía, cuando Lori y Leni llegaron corriendo a la sala y encendieron la televisión.

- ¡Luna, ven y trae a Lincoln! –gritó Lori, entusiasmada-. ¡Es hora de nuestro programa favorito!

- ¡Claro que sí! –contestó la niña castaña-. ¡Ven, Linky! Vamos a ver la televisión.

Le tendió los brazos, y el pequeño corrió hacia su hermana. Luna lo abrazó, lo cargó; y con una habilidad insospechada, recogió su mantita y su chupón.

- Vámonos, Linky -dijo, y se llevó al pequeño a su sillón favorito. El niño pidió el chupón enseguida. Luna sonrió, lo envolvió en su mantita y le dio el chupón. El bebé se relajó de inmediato, y pronto se quedó dormido.

Luna sonrió y arrulló tiernamente al pequeño. Le encantaba el contacto del tibio cuerpecito entre sus brazos. Su delicioso aroma. Su linda carita adornada con unas cuantas pecas, y su suave cabellera blanca.

Estrechó a Lincoln contra su pecho, y le dio un beso en la frente. Después, se puso a ver el programa de televisión con sus hermanas. En un momento dado, la pareja protagonista de la serie se dio un apasionado beso.

Lori y Leni suspiraron, pero Luna no dijo nada y miró con gran atención lo que ocurría en la pantalla. Su mente infantil y sin malicia se puso a imaginar lo que se sentiría dar un beso. Juntar los labios así con una persona a la que se ama, como se amaban los protagonistas.

Volteó a ver a Lincoln y está vez, su rostro enrojeció. Sin quererlo, se Imaginó a Lincoln crecido y a ellos dos como la pareja de la serie.

Por supuesto, nadie la vio. La niña estrechó a su hermanito con un poco más de fuerza, y colocó la mejilla contra su cabello.

***

Unos minutos más tarde, el programa había terminado. Era hora de la siesta de Lincoln, y Luna se ofreció para llevar a su hermanito a la cuna. Su madre confiaba en ella para hacer esa tarea, porque ni siquiera ella misma era tan tierna y cuidadosa con Lincoln como su tercera hija.

La pequeña castaña acomodó al bebé y le quitó el chupón. El pequeño ni siquiera se movió; continuó roncando acompasadamente.

Luna lo miró una vez mas, y se quedó embelesada. ¡Era tan hermoso! Esa carita tan tierna. Esos labiecitos húmedos y brillantes...

De pronto, se acordó del programa, y se imaginó besando esos pequeños labios.

Sintió un poco de pena al principio, pero el bello rostro de su hermanito era una tentación irresistible.

A fin de cuentas, ¿por qué no? Ella lo amaba mucho. Muchísimo. Y a Lincoln le encantaba estar con ella. ¿Qué más daba que fuera su hermanito? Aunque su mamá tuviera razón y no pudieran casarse, quizá podía darle un pequeño besito. Después de todo, nadie lo iba a saber.

Se asomó al pasillo y no vio a nadie. Cerró la puerta. Llena de temor y nerviosismo, se acercó lentamente a su hermanito dormido. Con gran timidez, depositó un suave beso en sus labios.

Se retiró, sorprendida. La sensación de los labiecitos de Lincoln fue deliciosa y electrizante. Su corazón latía desbocado, y se puso a mirar en todas direcciones; sin poder creer lo que había hecho.

Sus mejillas se encendieron. Estaba demasiado dividida entre el placer y la culpa. Le había encantado lo que hizo, pero sentía que no estaba bien. Lincoln ni siquiera estaba despierto. No le había preguntado, y simplemente tomó lo que quiso sin tener ninguna consideración por él.

Se sintió tan mal, que sus ojos se humedecieron. Estaba a punto de llorar.

En ese momento, el bebé cambió de posición; suspiró de placer, y en su pequeño rostro se dibujó una enorme sonrisa.

- Una... E quelo, Una... -balbuceó, antes de comenzar a roncar de nuevo.

Luna se quedó boquiabierta. Apenas podía creer lo que había escuchado. ¿Acaso su hermanito dijo...

- ¡Sí! ¡Síiii! -pensó la pequeña- ¡Linky dijo que me quiere!

Se sintió tan emocionada, que comenzó a llorar de alegría.

The Loud House: minirelatos e historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora