Aunque creo que no conocemos el nombre exacto de esta Qt, por ahí he visto que la llaman Mildred Thompson. El nombre me agrada, y creo que le queda muy bien. Así que será el que utilizaré en esta pequeña historia.
Dedicado a: Aureusedward, quien me sugirió la idea de utilizar a la pequeña Mildred para crear un drabble.
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- Mildred -dijo la señora, al ver que su niña se quedaba atrás -. ¿No vas a entrar a la escuela, corazón?
- C-claro que sí, mamí. Ya voy -dijo la linda niña del cabello negro, mientras un leve rubor recubría su rostro.
- ¡Apúrate, princesa! ¡O vas a llegar tarde a clases!
Le pasó la mochila a la pequeña, y la despidió con un beso. La niña emitió un suspiro y comenzó a caminar lentamente hacia su salón, presa del nerviosismo y la anticipación.
Tenía miedo, pero sus ojos se pusieron a buscarlo ansiosamente. Nunca en sus seis años de vida se había sentido así.No sabía que le ocurría, pero se lo imaginaba.
Estaba enamorada.
Caminó por el patio y los pasillos. A ratos, miraba sus pies; a ratos, lo buscaba con la mirada. Nadie la perturbó. Era lo bueno de ser algo así como la chica invisible del primer año.
Estaba a punto de llegar a pasillo principal cuando lo vio. Su mata de cabello blanco y aquel adorable mechón rebelde eran inconfundibles.
Las mejillas de Mildred se pusieron aún más rojas, y su corazón empezó a latir más fuerte.
Lincoln Loud. El hermano de Lana y de Lola, la chica más hermosa y popular del primer grado. La princesa de personalidad aborrecible que, a pesar de todo, era enormemente popular.
Era todo lo contrario de ella; la invisible y tímida. Pocos la notaban, y aquello tenía su lado bueno: la maestra la importunaba poco, y la mayoría de sus compañeros la dejaban en paz. Incluso Lola Loud, la pequeña tirana, la dejaba fuera de sus burlas y su menosprecio.
Al pensar en la pequeña princesa, Mildred hizo una ligera mueca de desagrado ¿Cómo era posible que tuviera por hermano a un chico tan diferente a ella?
Tan tierno y atento...
Aun recordaba la vez que caminaba sola por el pasillo, con aquel montón de libros en los brazos. Fue una de las pocas veces que alguien la molestó. Le pusieron zancadilla, y tanto ella como los libros salieron volando por el pasillo.
Se lastimó un poco la rodilla, pero lo que más le dolía era la humillación. Los pocos chicos presentes comenzaron a burlarse de ella, y estuvo a punto de llorar.
Pero antes de que lo hiciera, su ángel blanco apareció. Le preguntó si estaba bien, la tomó de la mano, y le ayudó a recoger sus libros. Incluso se dio tiempo para amenazar con reportar y hacer huir a los responsables de la pésima broma.
- ¿Quieres que te ayude con esto? -dijo, con su luminosa sonrisa-. Estás en el salón de mis hermanas, ¿cierto?
Mildred se emocionó tanto que sus mejillas se asemejaron a brasas encendidas. Su corazón estaba a punto de salirse de su pecho. Aquello fue demasiado para ella. ¡El chico que le gustaba desde que entró a la primaria le estaba hablando! Y además, estaba siendo bueno con ella...
Fue mucho más de lo que pudo soportar. Así que salió huyendo, dejando a Lincoln confundido y preocupado.
Desde entonces, cada vez que lo veía tenía ganas de hablarle. De agradecerle lo que había hecho por ella. Pero cuando él la veía y le sonreía, todo su valor la abandonaba. Nunca contestaba sus saludos, y procuraba confundirse con los demás para que no pudiera verla.
- Debe pensar que soy una grosera -se había reprochado mil veces-. Una malagradecida. ¡Si supiera lo que siento por él!
Finalmente, no pudo más. A pesar de toda su timidez, sabía que tenía que hacer algo. Lincoln tenía que saber de alguna manera cuánto le agradecía, y lo mucho que significaba para ella.
***
Un viejo programa de televisión le dio la idea. "Dígalo con flores", había escuchado. Al principio pensó en una carta, pero enseguida se dio cuenta de que eso no sería lo mejor. Una carta era algo muy serio, incluso comprometedor. Y por mucho que Lincoln le gustara, sabía perfectamente que jamás se fijaría en una niña de seis años como ella.
Pero una flor era algo muy distinto. Podía significar muchas cosas. En especial, si era una flor blanca: el color de la amistad. Así, ella podría decirle lo mucho lo quería; y él podría verlo todo como un sencillo agradecimiento.
Así que, con su mesada y a escondidas de sus padres, compró una primorosa rosa blanca artificial, con pétalos de seda. Era preciosa, y muy realista. Un regalo maravilloso para cualquiera que supiera apreciarlo.
Ahora, faltaba la parte difícil. ¿Cuándo y cómo se la daría?
¿En verdad se atrevería a hacerlo?
Después de mucho pensarlo, se le ocurrió una manera. No era lo mejor, claro. Pero por lo menos, Lincoln tendría su rosa. Su mensaje de agradecimiento.
***
Tuvieron que pasar varios días, pero finalmente se dio la situación propicia. Lincoln estaba solo en el pasillo. Mildred sabía que en pocos segundos, una horda de chiquillos estaría por ahí. Apenas tenía unos momentos para actuar.
Llena de nervios, casi a punto de perder el valor, se acercó a Lincoln y musitó débilmente su nombre.
Lincoln volteó. La hermosa y apenas audible voz que lo nombró no le era familiar. Enseguida reconoció a la linda niña con el peculiar corte de cabello que hacía que uno de sus ojos quedara oculto. Su sencilla blusa azul y su falda corta le favorecían mucho. Sonreía con timidez, pero no era capaz de ver a Lincoln directamente a los ojos. Sus mejillas encarnadas y su actitud corporal hacían ver claramente que hacía un esfuerzo sobrehumano por estar allí.
Antes de que Lincoln pudiera hablar, la niña le tendió una bolsa de papel. Él la tomó, y la niña se alejó corriendo.
El chico peliblanco estaba confundido, pero eso no le impidió abrir la bolsa. La primorosa rosa blanca tenía adosada una pequeña tarjeta escrita con letra grande y temblorosa:
Para Lincoln.
El chico miró la tarjeta; contemplo detenidamente la flor, y sonrió. Comprendió enseguida el tesoro que representaba aquel regalo, y lo escondió enseguida en su casillero. Ya habría tiempo de verlo detenidamente cuando regresara a casa. Nunca se expondría a recibir burlas por algo tan maravilloso.
***
La pequeña Mildred corrió, corrió; y no se detuvo hasta llegar a los patios traseros de la escuela. Respiró profundo, tratando de recuperar el aliento.
Era increíble. ¡Por fin lo había hecho! Solo pronunció su nombre. Ni siquiera lo miró a los ojos, pero... ¡Se las arregló para decir lo que sentía!
Era un triunfo. Algo casi impensable para ella.
La nada. La niña tímida que no tenía amigos y a la que casi nadie conocía, por fin había expresado sus sentimientos.
Quizá Lincoln se burlaría de su regalo. Tal vez no ocurriría nada más, pero eso no importaba. Lincoln había recibido su presente y su mensaje. Sabía muy bien que, pasara lo que pasara, a partir de ese día las cosas serían muy distintas para ella.
Una lágrima corrió por su mejilla. ¡Jamás en su vida se había sentido tan feliz!
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The Loud House: minirelatos e historias cortas
FanficUna colección de historias sobre la serie The Loud House.