Capítulo 3: Nadie lo sabrá

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—Es urgente... ven rápido.

—¿Ahora qué hiciste?

—Te lo explicaré luego. ¡Ahora te necesito!

El joven colgó el teléfono, y mantuvo silencio junto a la chica que recién había conocido. En otra ocasión, quizá le hubiera coqueteado, mas estaba bastante nervioso de que alguien se percatara de su presencia.

—Necesito ir a casa —dijo Lux, preocupada.

—No me puedo exponer a que te pase algo. Te llevaré a casa, pero primero quiero asegurarme de que no haya mayores daños. Además, si tu familia se entera, puedo estar en más problemas.

—Oh, eso es lo que te preocupa, tu imagen. No haberme golpeado —respondió molesta.

—No lo quise decir así. Pero sí, es verdad. Tengo una imagen que cuidar, pero aún así lamento haberte golpeado.

—Es lo mínimo...

—Vaya, sí que estás de mal humor.

—Pues un extraño me golpeó...

—¡No soy un extraño! —interrumpió—. Soy el chico más famoso del momento.

—Como sea... no creí que tu ego fuera tan frágil. De todos modos mi noche ya se arruinó. Déjame ir, no le diré a nadie que te vi, lo prometo.

—¿Y cómo te irás? ¿Sola, con una contusión en una noche oscura? Si te pasa algo...

—Claro... se arruinará tu imagen.

—No. Si te pasa algo, no me lo perdonaría. No voy a dejarte sola, eres una niña.

—Solo me falta un año para ir a la universidad. Y tú, que digamos, pareces de mi edad.

—Tengo diecinueve... ¡ese no es el punto! El punto es, que me dejes ayudarte. Iremos al doctor, te llevaré a tu casa, y no volverás a saber de mí... bueno, a menos de que comiences a ver la televisión.

La conversación fue interrumpida por un gran y lujoso auto que se acercó a ambos, del que salió Kayn, el amigo de Ezreal quien miraba confundido la situación.

—¿Quién es ella?

—Te lo explicaré luego, dame las llaves.

Ezreal ayudó nuevamente a Lux para pararse y dirigirla hacia el auto, en donde la sentó en el asiento de copiloto, para luego cerrar la puerta y dirigirse al otro asiento.

—Necesito llevarla a un doctor... golpee su cabeza.

—¿Y yo qué?

—Ve a casa y cúbreme, te lo compensaré.

—Seguro que sí —respondió con sarcasmo.

—Agh... no me siento bien —dijo la chica, llevando su mano a su boca.

Nauseas la invadieron, y ambos amigos observaban alterados la situación.

—¡No vomites dentro del auto! Acabo de lavarlo —reprochó Kayn.

—Bien... —contestó la joven.

Lux abrió la puerta y vomitó hacia el suelo, en donde justo se encontraban los zapatos del peli-morado, quien quedó en shock.

—¡Son nuevos! —exclamó alterado.

—Te compraré otros, cierra la puerta... —ordenó Ezreal, mirando hacia otro lado.

—Lo siento... —dijo la joven apenada.

—Está bien, no te preocupes... Mejor vámonos. Pero antes, ponte estos.

You are my museum (Ezlux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora