Capítulo 28: Invitación

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Llovía torrencialmente en la ciudad, lo que provocaba que escaseara la cantidad de personas en las calles. Se acercaba una noche fría y tormentosa, nadie en su sano juicio se atrevía a estar afuera, si no era por necesidad. Pero Ezreal no se encontraba en su sano juicio, por lo que deambulaba sin paraguas, caminando como si nada, hasta llegar al café que había acordado con cierta persona.

Sonó la campanilla del lugar cuando abrió la puerta, y las pocas personas que lo observaban, pensaron que estaba loco al ver su vestimenta tan desabrigada. Empapado, pidió disculpas por las marcas de barro que había dejado en el piso, y luego se dirigió a una mesa. Al sentarse, la dueña del local le dio una toalla para secarse, y le ofreció la carta. Él no la aceptó, y solo pidió un cortado, esperando a que su acompañante apareciera, mientras secaba un poco su cabello. Después de un tiempo, este apareció, y se sentó frente a él. Observó que la cara del peli-verde era casi la de alguien muerto. Tenía grandes ojeras, una cara pálida, su rostro había perdido el brillo y alegría que lo caracterizaba.

—Te ves asqueroso —dijo sin culpa—. ¿Y bien? ¿Qué quieres?

El alma de Ezreal estaba tan rota, que era incapaz de gesticular si quiera unas cuantas palabras. Físicamente estaba "bien", pero esa parte intangible del cuerpo, era la que a gritos pedía auxilio. Las lágrimas comenzaron a brotar poco a poco, haciendo incomodar a quien tenía en frente.

—Lo siento... —dijo en una voz casi inaudible.

—¿Qué? No te escuché.

Tragó saliva, suspiró y volvió a recitar su disculpa.

—Lo siento, Kayn...

—¿Y te pones a llorar para decírmelo? Eso es dar pena...

Quizá el peli-morado buscaba provocarlo, sin embargo se dio cuenta de que el estado de Ezreal no era solo por tener que pedirle perdón. Suponía las causas de porqué estaba así.

—No te pongas así, no es para tanto.

—Sé que estoy haciendo todo mal... —continuó—. Pero no quiero estar solo. Necesito ayuda.

—¿Y por qué no acudes a un terapeuta o algo? ¿Por qué me lo dices a mí? —contestó desinteresado.

—Porque eres mi mejor amigo...

Algo se remeció dentro de Kayn. Solía ser frío, no se fijaba en sus sentimientos, por lo mismo nunca definía los lazos que tenía con las personas. Palabras como "novia" o en este caso, "amigo" eran para él solo eso, palabras. Pero el hecho de estar oyéndolo de alguien que parecía apreciar, le otorgaba el sentido que nunca le había encontrado. Sin embargo, no quería hacer notar que aquellas palabras de Ezreal habían tocado su corazón, por lo que decidió seguir la conversación en un tono serio, y no tan compasivo.

—Bien y... ¿qué quieres que haga?

—Primero que me perdones.

—Será difícil. No puedo olvidar que decidiste atacarme en vez de hablar conmigo.

—Lo sé... bueno, entonces necesito que me ayudes a volver a la banda. Diles que haré lo que sea... —suplicó.

—Sí, creo que eso es más fácil que perdonarte.

El chico se levantó de su silla y la introdujo hacia la mesa, para disponerse a retirarse del lugar.

—Estaremos en contacto... —dijo, para luego irse.

Ezreal quedó totalmente confundido. ¿Aquella actitud tan serena y madura pertenecía a Kayn? ¿O es que había llegado a un extremo muy grande para que él lo tratara de manera tan diferente? No podía descifrarlo, mas optó por considerar aquella reunión una pequeña victoria, de muchas que tenía que ganar para poder enderezar su vida.

You are my museum (Ezlux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora