CAPÍTULO 19

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Mel hizo todo el trabajo, no me involucre tal y como ella lo pidió. Mis hombres obedecieron cada una de sus palabras; un arma de doble filo, eso es Mel Williams. Se ve inocente, débil y dulce pero nadie sabe lo que esconde ella tiene sus propios demonios nunca los dejo salir, hasta ahora.

Ver como golpeaba a Camille, ver como le lanzó una patada al rostro y ver como la arrastro por todo el pasillo hasta el cuarto de tortura, me hizo querer abrir sus piernas sobre la mesa que contiene armas y no me cohibí de hacerlo. Mientras camille estaba desmayada, yo la hacía gemir mi nombre una y otra vez hasta que ella me pidió parar, hasta que sintió que no podía más y ella casi terminada igual de inconsciente que su hermana, solo que en métodos más placenteros y menos sangrientos.

–¿Que sigue?–Pregunte mientras nos vestiamos.

–No lo se, el plan solo era darle un susto pero me excedí trayendola.

–¿Quieres que me encargue?

–Seria arriesgado, pueden llegar a descubrirte.

–No me descubrirán, tranquila que ella volverá a su mansión. Aún no es momento de que la oscuridad la abracé.

–Bien, ahora salgamos de aquí.

–Ve a casa, te alcanzaré luego.

–¿Que harás?

–Jugaré un poco.

Ella me sonrió con esa malicia que muy pocas veces deja notar, ataviada en ropa negra y botas altas salió del cuarto. Me quede viéndola hasta que desapareció, sabía a donde iría no era necesario especificarle.

Me acerque a Camille que aún seguía inconsciente, me coloque mi vieja amiga, la mascara que me acompaño muchas veces y por la cual Enzo no conoce mi rostro, aun me pregunto. ¿Porque no me la quito? Un error definitivamente pero algo que me a servido todos estos años.

–Despierta maldita estúpida.

Coloque un poco de alcohol bajo su nariz, fue despertando poco a poco; quejándose del dolor y al verme empezó a llorar.

–Por favor, ya dije que yo no soy una Williams.

–¿No lo eres?

–No, déjenme ir por favor y prometo no decir nada.

–Si, te iras pero luego de que tu familia me de una buena cantidad de dinero ahora cariño, sonríe.

Le tomé una foto, ella seguía llorando y quise seguir jugando más con su cordura.

–Sabes, seguro y creerán que es un filtro pero si te arranco un dedo no lo dudarán.

–¡NO POR FAVOR, NO MAS GOLPES!

–Sabes tus súplicas no me interesan.

Tome su mano, saque mi navaja mientras ella gritaba más. La hice sentir el filo y eso la hizo quedarse quieta, pero yo no cortaría sus dedos eso sería muy cliché, además por más que deseara cortarla en pedazos y enviársela a Enzo, no podía aún no es momento; la bomba aún no le explota en la cara a ese maldito viejo decrépito.

Así que solo acerque la punta y arranque su uña postiza, todo en ella es falso, desde las uñas hasta su alma. Se oculta tras el disfraz de niña buena y solo ataca por la espalda, Maldita cobarde. Tocarla solo me provoca asco y no es solo por el hecho de ser mi hermana, sino porque un ser tan doble cara como ella es lo peor que puede existir.

La solté tome lo que arranque y me dirigí a mi oficina, no sin antes dejar claro que debían vigilará pero sin tocarla. Al entrar me senté en mi silla y abrí uno de los cajones del escritorio, saque el teléfono que necesitaba.

Un número oculto, sin método de rastreo y especial para distorsionar mi voz. Marque el número y en un momento escuche su voz, lo cual me hizo querer apretar el teléfono y lanzarlo contra la pared pero no fue eso lo que hice, me relaje y hable en calma.

–Enzo, tengo un regalo que puede gustarte.

–¿Quién demonios habla?

–Azrael y conocerás muy pronto porque me dicen así.

–¿Quién te crees que eres?

–Ya te lo eh dicho pero no te llamo para eso, las presentaciones las hablamos después así que abre tu correo.

Se quedó en silencio unos momentos, para luego empezar a despotricar al ver a su apreciada nieta tan golpeada.

–No sabes con quien te has metido. Oh devuelves a mi nieta, oh te juro que te quitare todo lo que amas.

–Para tu mala suerte yo no amo a nadie, pero te daré a tu escoria solo si pagas por ella.

–Maldito enfermo, te juro que te mataré.

–No des amenazas, no cuando tengo a la perra en mis manos. Podría enojar e ir a darle un tiro justo en la cabeza.

–¿Cuánto quieres?–siseo con rabia.

– 5 millones, en billetes de 20 dólares y en una maleta... Verde, lo entregaras mañana en el museo de la naturaleza a las 3 pm.

–Sabes que después de eso morirás.

–Aprende a saber cuando amenazar, luego regresa y tal vez sentiré miedo.

Corte la llamada, 5 millones es una miseria pero no serán para mi, irán justo a la cuenta bancaria de Mel. La cual ella no tiene la menor idea que existe, tiene una pero es la que le dio su padre al adoptarla, la que yo le di tiene 2 años de existencia justo cuando el negocio empezó a dar frutos, después de todo ella me ayudo a conseguir "personal"

Guarde el teléfono, tome lo necesario y me camine a la salida, subi a mi moto y maneje a casa, ya eh terminado por hoy. Mañana entregaré a Camille y luego tendré que fingir ser un novio preocupado y culpable por no haberla protegido, por ahora iré a mi apartamento a disfrutar de Mel.

Ahora vive conmigo, su antiguo apartamento ahora lo renta, ya que no quiso venderlo; obviamente hizo cambios en el mío, como el color aburrido y algunos muebles ya que según ella, "No eran comodos" aun no termina de hacer cambios, pero lo único que le pedí no tocar fue mi lámpara de lava. A ella también le gusta así que no hubo problemas en dejarla.

Al entrar vi a Mel, usando una de mis playeras, mientras prepara la cena. Es algo que le gusta hacer desde que aprendió a cocinar. canta mientras deja algo en el horno, para luego empezar a bailar, siempre nota mi presencia por más silencioso que sea y por eso no me extraña que me hable aún estando de espaldas:

–¿Te quedaras junto a la puerta toda la noche?

–Si, eso hare, me quedaré aquí viéndote mientras cocinas y bailas.

–Cuida que no te conviertas es estatua.

–Mal chiste.

Ella suspiro, se giro y me sonrió mientras negaba. Jamás cansaré de decirle que sus chistes son malos, se acerco para darme un abrazo ya es costumbre que lo haga cada que llego. La tome de la cintura para besarla y sentir su aroma, chocolate y jazmín. Con solo olerla me hacia sentir en calma, al parecer es verdad que el jazmín relaja al menos eso quiero creer y no que es Mel quien me mantiene tranquilo.

–¿Que hay de cena?

–Lasaña.

–Que bien, mi comida favorita.

–Eso dices cada vez que hago algo.

–Viendo de ti, todo es delicioso, preciosa.

–¿Incluso en el sexo?

–En el arte sexual es donde más destacas.

Ella río, me hablo del avance que tenía su padre, no es algo que me interesará pero siempre la escuchaba. Cuando la cena estuvo lista comimos y seguimos hablando, yo le hablaba de los trabajos de la semana y ella me daba ideas, si ideas de tortura. Al terminar la cena iba a folllarla de nuevo pero me rechazo ya que su maldito periodo había llegado.

Maldito ciclo, no me asquea pero a ella le incomoda así que debo estar en abstinencia por una semana. Así que le ayude a lavar los platos y luego fuimos a la cama, ella se durmió pronto, la veía dormir tan tranquila; pase los dedos por su mejilla y odiaba admitir que Mel, se convirtió sin querer en mi nueva debilidad.

Ludus mendacium  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora