Dos demonios

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Capítulo 9

Law abrió los ojos varias horas después. No recordaba el momento exacto en que se quedó dormido, pero para su sorpresa se sentía bastante descansado. Se removió con suavidad y notó que había un ligero peso sobre su costado derecho. «Vaya, se salió con la suya» exclamó sin poder disimular una sonrisa.

A su lado, abrazándolo y con una pierna sobre él, el mugiwara dormía profundamente. La vela que habían dejado encendida estaba próxima a extinguirse, pero su suave luz era suficiente para poder admirar al joven, su rostro se veía tan apacible.

«Es bastante ligero», pensó. «... Y cálido».

Hace tanto que no sentía la compañía de otro cuerpo. Sin ser muy consiente de sus propios actos le acarició el cabello con suavidad, observando complacido como se removía ligeramente bajo el suave contacto.

«Debe estar exhausto».

El mugiwara había pasado gran parte de la noche haciéndole una pregunta tras otra; preguntas que iban desde su vida personal hasta cosas tan extrañas como qué se sentía pisar la arena o que le describiera el sabor del chocolate. Ese joven era muy extraño, sin duda. En algunas cosas parecía ser tan inocente, pero en otras...

Law subió las cejas y sopló suavemente, como si deseara soltar un silbido. «Me pregunto qué habría pasado si te hubiera conocido en otra época». No pudo evitar pensarlo, la verdad, le gustaba bastante.

Se liberó con la mayor suavidad posible y se sentó en la orilla de la cama. Sacó de su mochila un reloj de bolsillo y revisó la hora, apenas eran las 4. Miró nuevamente al joven, cómo deseaba volver a acurrucarse a su lado; sin embargo, había algo importante que debía hacer.

Tomó el maletín con los objetos benditos, una gabardina gruesa y, procurando no hacer ruido, salió de la casa.

Afuera hacía frío, así que se cerró la gabardina hasta el cuello y emprendió el camino. Primero, iría con Merry para averiguar dónde se había hospedado Zoro y después... vaya, tenía mucho por hacer.

• • •

Zoro seguía durmiendo cuando escuchó que alguien lanzaba piedras hacia su ventana. Tardó en reaccionar y tomó asiento con bastante trabajo. —¿Qué sucede? —exclamó con un enorme bostezo. Cerró los ojos y estuvo a nada de quedarse dormido nuevamente cuando escuchó otro golpecito. Dio un respingo y se acercó a la ventana para dar un vistazo.

Frunció el ceño al notar que se trataba de Law, y presintiendo que pudiera tratarse de algo importante bajó lo más rápido que pudo.

—¿Está todo bien?, ¿dónde está el muchacho? —fue lo primero que preguntó, observando de arriba abajo a su compañero para cerciorarse de que no estaba herido.

—Ven, apresúrate, tenemos mucho de qué hablar —comentó Law, y dicho esto se encaminó directo a la iglesia sin dar más explicaciones.

Al entrar Zoro pudo observar que frente al atrio estaba dibujado un círculo perfecto y alrededor de él Law había escrito inscripciones en latín.

—Una zona protegida —comentó en voz alta y se colocó dentro del círculo junto al otro sacerdote.

Law comenzó a narrarle lo que no le había podido contar antes. Desde el intento de asesinato en la tina de baño hasta el incidente en el confesionario. Contó todo con el mayor detalle que pudo, pero por obvias razones, decidió omitir el beso.

Un paso en la penumbraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora