Entras a un trabajo en una librería, pero, apenas en el primer día ves un libro algo extraño, pues no tiene autor, este se titula "el bosque de los demonios" no le tomas mucha importancia hasta que te comienzan a pasar cosas extrañas, y, de un día a...
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En aquel bosque, con las hojas de los árboles moviéndose al ritmo del aire brusco, se podía observar a dos hombres, quienes en sus manos tenían una pistola.
— Oye, ¿estas seguro que podemos cazar en esta zona del bosque..., padre? — El menor de 15 años le pregunto a su papá de 45 años.
El menor, que se llamaba Dan tenía miedo, había escuchado las leyendas de los demonios que habitaban en ese lugar, pero, según su padre, "no existian"
Su papá lo había traído a ese lugar para que según Dan se convirtiera en hombre cazando a un indefenso animal.
— No seas cobarde Dan, así jamas te convertirás en un hombre real, tienes que enfrentar tus miedos! ¡Yo no crie a un muchacho cobarde! — Le grito molesto, para después tomar el brazo del menor y empujarlo hacia adelante, haciendo que soltara un quejido de dolor. — Dios, ni siquiera te empuje muy fuerte, no se que carajos haré contigo. —
Dan se levanto, algo avergonzado y a la vez limpiando una lagrima que caía por su mejilla, se había lastimado con el arma que portaba su torso.
Siguieron caminando, hasta que, de repente, un crujido de rama se escucho cerca de los arbustos, ganándose la mirada de los dos mayores.
— ¡Mira! Ya encontramos un conejo, lo voy a traer y tu lo matarás, ¿Entendiste? — Le grito a Dan, quien solo veía los arbustos, con sus ojos y cuerpo temblando, y las palabras atoradas en su garganta sin saber que decir.
El mayor le pego en el brazo de forma divertida, para después caminar hacia los arbustos para atrapar al indefenso animal en aquel lugar.
— ¡Padre! — Como pudo, el menor le grito, el nombrado lo volteo a ver. — No vayas....y-yo...tengo un mal presentimiento, no se porque, ya vamonos, por favor... —
Le pidió, retrocediendo más de él, sentía el ambiente tenso, y, su corazón latía muy rápido, pues estaba exageradamente asustado y angustiado.
Pero, su padre sólo soltó una gran carcajada, haciendo que Dan frunciera el ceño confundido.
— ¡Maldita sea, Dan! ¡Que cobarde eres! ¡Pareces una maldita niña miedosa! — Le grito, aun manteniendo su sonrisa maliciosa.
El menor se quedó callado, ahora si que no sabía que decir, solo podía observar a su padre caminar con pasos rápidos hacia los arbustos.
— "Ah....es inútil, mi padre no me escuchara, jamás lo hará..." — Pensó, viendo el arma entre sus manos con una expresión triste.
