Entras a un trabajo en una librería, pero, apenas en el primer día ves un libro algo extraño, pues no tiene autor, este se titula "el bosque de los demonios" no le tomas mucha importancia hasta que te comienzan a pasar cosas extrañas, y, de un día a...
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— El la hará hablar, sin duda. —mencionó Daki con una sonrisa orgullosa.
— ¿Que..? ¿A-A que se refieren? —preguntaste, ¿Gyokko? ¿quien era el? ¿Era otro demonio acaso...?
— Tu cállate. —te callo el menor de los hermanos. — Aún no puedo creer que esto esté pasando...¡en serio tenemos a la mismísima mujer que tanto hemos buscado a nuestra disposición!
— Calma tu emoción, querido hermano. —Gyutaro le sonrió y le dio unas cuantas palmadas en su hombro antes de seguir caminando.
Tu solo te quedaste ahí, mirando el suelo, y a la vez luchando por moverte y safarte del agarre del mayor pero no podías, tú cuerpo estaba tan cansado y adolorido que ya no dabas para más, y el hecho que antes habías corrido y caer de una altura algo alta, solo empeoro todo...
— ¿Crees que debamos llevar la espada..? —preguntó Deki apuntándola.
— Pero que pregunta tan tonta, si lo haces nos condenaras a muerte, a todos. —seguido de eso, con su brazo hizo que ambos siguieran su caminata.
[••••]
— Tranquilos...encontrare la forma de escapar de aquí... —en ese pequeño bosque, se podía ver al pequeño chico Nezuk susurrándole a sus hermanos menores, esto con la intención de tranquilizarlos pues no paraban de llorar debido a su anterior secuestro a manos de esos demonios....
Kokushibo los había dejado con Douma para que los cuidara, este iría a revisar la casa donde anteriormente se encontraban Gyutaro y Deki, bueno, no era específicamente su casa, si no más bien la tuya, donde Deki había matado a Kenzo....
— Ey, tú. —el ojiarcoiris llamó a Nezuk, quien lo miró frunciendo el ceño en el proceso. — Dile a tus pequeños hermanos que no lloren! De lo contrario, me temo que no podré contenerme y los devoraré...~
A pesar de ser una "broma" esto no funcionó para nada, pues los pequeños solo se pusieron a llorar más y a esconderse detrás de Nezuk, quien miró con molestia al demonio, quien aún tenía esa sonrisa juguetona que tanto le asustaba y aterraba a los niños, no pasó mucho cuando se pasó la lengua por sus labios.
— N-No se le ocurra volver a decir eso! Ni mucho menos a mis hermanos! —este tuvo el valor de levantarse y acercarse al mayor, Bueno, lo suficientemente lejos como para que se sienta tranquilo de decirle esas cosas.
— Pequeño, ¿tú crees que vas a poder algo contra mi? —se señaló, antes de soltar una carcajada. — Jamás había escuchado algo tan estúpido como eso, yo soy un demonio y tú un simple humano.
