¡Hola! Que gusto verles de nuevo jajaja aquí el siguiente capítulo, espero les guste. Sin más que decir, me despido.
Besos y abrazos
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Tan pronto la aguja atraviesa mi piel, el liquido comienza a calentar mi nuca, llevo mi mano a mi cuello pero él ya ha sacado la aguja, una pequeña gota se sangre cubre mi dedo y lo miro entrecerrando los ojos.
-¿Qué es lo que...-intento susurrar pero sea lo que sea que haya entrado a mi cuerpo, comienza a adormilarme, mis miembros comienzan a pesar y necesito apoyarme en el sillón más cercano para no ir de bruces contra el suelo.- ¿Qué...qué es..lo que... lo que-susurro incapaz de poder formular una simple pregunta, mi mente es cada vez mas nebulosa y negra y entonces todo se oscurece no sin antes ver la sonrisa de Manuel, quién me mira de una forma inusual, no aquella mirada serena, me inquieta pero no puedo hacer nada y entonces caigo al suelo.
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-¿Cómo es posible que aún no sepa lo que le está sucediendo?- Pregunta una voz lejana para mis oídos, suena peculiar como si me hablara a través de un tubo, mis ojos están cerrados pero estoy consciente, puedo sentir mis miembros atados con frías correas de cuero, puedo sentir sus miradas sobre mí, me siento incómoda, quiero hablar pero mi lengua no se mueve y mi boca no se abre. ¿Dónde estoy? Quiero preguntar pero otra voz contesta, esa voz que entró a mi casa, esa voz que me persiguió hasta mi habitación, esa voz que escuché por última vez antes de despertar aquí, Manuel, el maldito doctor que ocasionó todo esto contesta, le responde a la otra voz,la suya es diferente, lejana y difusa.
- No lo sé, pero al igual que con todos aquí, nadie debe interferir, así que vete ahora, ella no tardará en despertar- y después la otra voz habla algo que mis oídos no son capaces de captar, es distante y completamente distorsionada, aún cuando me concentro me es incapaz de entender, eso me frustra, y antes de que pueda hacer algo más, todo se queda en silencio y solo a lo lejos se escucha una puerta cerrarse.
Después toda la habitación se queda en silencio, quiero abrir mis ojos y mirar mi entorno, pero no puedo moverme, ni siquiera mi respiración se agita, mi mente es como el aleteo de un colibrí pero mi respiración es completamente tranquila. Esto me frustra, me hace querer gritar, quiero mirar, quiero hacer preguntas, pero todo lo que puedo hacer es estar quieta en una superficie que desconozco, pero deduzco es una cama de hospital pues es dura y poco mullida.
Quiero pararme, quiero irme de allí, intento con todo mi ser abrir mis ojos pero me es imposible, no puedo moverme, es como estar atrapado dentro de ti mismo y entonces una mano toma la mía, mis sentidos despiertan y como si nada mis ojos se abren de repente, la luminosidad de la habitación me deja ciega momentáneamente, es tan brillante que me obligo a cerrar mis ojos aún en mi desesperación por querer saber donde me encuentro, la mano en la mía me aprieta suavemente y mis ojos se abren de poco a poco, una sensación extraña fluye por todo mi brazo hasta mi cabeza.
- Hola Dana- Susurra él mirándome fijamente, su expresión serena a regresado a sus ojos, sus labios en una línea recta intentan sonreírme. -¿Sabes por qué estás aquí?
-Usted me ha traído aquí- digo contestando por primera vez a sus preguntas, usualmente no lo haría pero estoy molesta, estoy frustrada, no puedo mirar otra cosa que la pared y su rostro, quiero pararme, sentarme al menos, aquella posición me hace sentir vulnerable... y su mano, intento quitar mi mano de la suya pero la aprieta más - ¡Suélteme! -grito pero él impasible solo me mira fijamente, es desconcertante, comienza a ponerme nerviosa y antes de que vuelva a gritar él sin más la suelta y camina a paso lento hacia el lado opuesto de donde estaba, comenzando a hablar.
-Es la primera vez que me contestas, es interesante, hemos hecho un progreso-dice en un tono que no logro diferenciar de la burla y la honestidad.
- Es algo que tengo cuando de repente un extraño me inyecta una sustancia y me ata a una cama-escupo molesta y el solo sonríe, se burla de mi.
- Solo ha sido un tranquilizante, y no soy un extraño ya me había presentado ¿Es que el golpe te ha herido? además es por tu seguridad, lo que le has hecho a Ian ha descontrolado a todo una sala de enfermos mentales, tratamos de ayudarlos, pero si como tú se niegan a cooperar les hacemos esto- señala abriendo las mano en dirección a mí- en fin, lo que pretendo es que esto te enseñe a portarte bien y cooperar con el instituto, de lo contrario pasarás muchas horas encerrada aquí.- explica cruzando una pierna sobre la otra.
Lo miro sin decir nada, eso ha sido una amenaza, mi mente está en blanco, no soy tonta, no voy a provocarlo, quiero me suelte, así que solo lo miro impasible como él, mirando directamente sus ojos... Aún cuando no le he hecho nada a Ian, solo le miro frustrada. Vuelve a sonreír y retoma la palabra.
- ¿Quieres te suelte?- Pregunta con voz melosa, como se le habla a un cachorro el cual quieres aprenda un nuevo truco.
Sin embargo, esta vez no hablaré, no le seguiré el juego, así que solo lo miro y sonrío de la misma manera socarrona que el utiliza.
-Supongo quieres quedarte-suspira- Bueno, entonces vendré en 18 horas, o sea más o menos mañana en la tarde-comenta indiferente parándose de la silla y caminando hacía la única puerta del lugar.
-Espera....-le llamo odiándome al instante, maldita mi desesperación- quiero me sueltes- escupe mi boca traicionera, mientras mis dientes se hunden en mi lengua para evitar decir una estupidez que me haga quedar más tiempo allí.
-¿ Por qué? -Pregunta alzando las cejas de forma inocente mirando en mi dirección en espera de algo, sé lo que quiere y muerdo más fuerte mi lengua, el sabor cobrizo inunda mi boca y paso la sangre que ha salido. Sonrió con sorna y lo miro con todo el odio que puedo transmitir y mientras lo maldigo dentro de mi cabeza susurro un por favor...
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Bueno esto ha sido el fin del capítulo, gracias por llegar hasta aquí, siéntanse libres de dejar sus comentarios y votos.
¡Gracias y hasta el siguiente!
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My suicide.
Teen FictionAlguna vez te has preguntado ¿Cómo sería si no existieras? Yo sí, me lo he preguntado a diario, todos los días de mi vida, desde que tenía doce, todo comenzó cuando a los nueve años intenté suicidarme. Sí, nueve años de edad y ya había atentado cont...