Madeleine era una chica de 15 años más o menos, demasiado delgada y pálida, su larga melena negra le llegaba hasta la espalda, llevaba gafas redondas y poseía unos labios muy pequeños, parecidos a los de una muñequita.
Su habitación era igual de grande que la mía sin embargo no tenía doble cama, era completamente suya. En las paredes habían sin fin de posters plastificados de lo que parecían ser ídolos que honestamente jamás había visto.
-¡Oh por Dios!- gritó tan pronto abrimos la puerta con Aydan al frente. -¿De nuevo con Manuel?
Diana e Ian asintieron en silencio, mientras lo depositaban sobre la cama. Y a mi me acercaban a una silla.
-Maddy, ella es Dana, la chica nueva- me presento Diana con una vocecita mientras le apartaba el flequillo a Aydan, su mirada denotaba mucho mas que preocupación. Diana gustaba de Aydan, sin embargo dudo el siquiera supiera que existiera.
-La chica nueva y ya en problemas... ¿Quién te hizo eso?- dijo examinando mi brazo desde la cama donde se encontraba Aydan.
Intente responder pero el olor a carne podrida comenzaba ya a emanar de la herida, así que intentaba concentrarme en no vomitar.
-Fui yo, realmente lo siento. Estabamos y luego vino...- se rascó la nuca y suspiro teatralmente- Manuel y Aydanse pelearon.
Madeleine asintió y después de chequear rapidamente a Aydan se dirigió hacía mi.
-No diré que no va a dolerte, pero debes ser fuerte después de esto quedarás como nueva- susurró mientras me ponía sus palmas frías en mi brazo rodeando la parte azul que comenzaba a agrietarse, y entonces un calor parecido al aceite sobre tu piel comenzó a subir a través de mi piel amoratada.
El dolor era realmente intenso, punzante, ardiente, insoportable, después de un rato no podía escuchar nada más que un pitido agudo en mis oídos y ver los labios de Ian frente a mi intentando calmarme mientras me tapaba la boca con su mano. Tal vez estaba gritando, sin embargo no sentía nada más que mi brazo siendo comido por un dolor insoportable.
Y justo cuando pensé que ya no podía mas cesó y el color de mi brazo era tan normal que no me lo creía.-como nueva- dijo Maddy satisfechs al ver su trabajo mientras que la negrura se apoderaba de mi campo de visión.
-¿Estás mejor?- dijo Ian tomandome del brazo que había estado malo haciéndome saltar de mi asiento. -Lo siento no pretendía asustarte solo quiero saber si estas mejor.
Una risita loca salió de mis labios y miré a su rostro cada vez consumido por la negrura. -Creo voy a desmayarme- dije riendo y entonces mis ojos se cerraron y sentí el duro suelo en mis costillas y mi cabeza.
-Genial, más que curar- oí susurrar a Madeleine antes de que la negrura me consumiera.
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-Al menos podría haber dicho gracias- escuché vagamente la voz de Madeleine mientras intentaba abrir los ojos, una luz brillante me obligó a cerrarlos de golpe.
-Gracias- susurré entre ruidos y voces distorsionadas.
-Tu no, tonta, aunque ya que lo dices, de nada- dijo la voz amable de Madeleine.
-¿Cómo sigues? ¿Puedes sentarte? Y por favor no vuelvas a desmayarte- esa era la voz de Ian quien me ayudaba a levantarme de la cama donde me encontraba. Abrí los ojos de golpe. Si yo estaba en la cama ¿Dónde estaba Aydan?
-Y... Aydan... ¿Dónde? ¿Él? - intente preguntar pero nada coherente salía de mi boca, maldita sea ahora quedaba como una idiota.
-Él esta bien se fue desde hace un rato, después de que nuestra genial Healer le curara- dijo Diana que desde que había abierto los ojos no había hablado, de hecho ni siquiera la había notado dentro de la habitación hasta ese momento, estaba sentada arriba de un escritorio blanco, mientras daba vueltas a una libreta entre sus manos.
-Healer... Freezers ¿Ustedes se ponen esos nombres?- pregunté frotandome los costados, un dolor de cabeza comenzaba a martillearme las sienes. Maddy me ofreció un chocolate y sorprendida lo tomé no pensé que dentri de allínos dejarán tener ese tipo de lujos. Maddy me sonrió incitandome a comerlo, din pensarlo dos veces lo abrí y le di un mordisco.
-Nuestros nombres provienen del inglés. Y Aydan es quien nos bautiza, cuando comenzóa encontrarnos no sabía decir muchas palabras sin embargo nuestros nombres si... cuando le preguntaron dijo simplemente que era como tenerlo tatuado- Explicó Ian quien volvía a jugar con aquellas bolas de hielo sin embargo está vez más pequeñas, con aire pensativo.
-Si, en pocas palabras Freezers son los congelantes, y ella- Diana señaló a Madeleine - sanadora.
-Entonces... ¿Cómo es que nadie sabe que hago yo? Dicen es como un tatuaje, ¿Y si tal vez yo no tenga uno? ¡Tal vez estoy aqui por error!-grité de repente esperanzada de poder salir.
Sin embargo el rostro de todos se contrajo de tristeza mientras que Ian negaba suavemente con la cabeza.
-Aydan nunca se equivoca, si bien tu eres inusual, encontraran tu don tarde o temprano, si Aydan te encontró fue por una razón- susurró desapareciendo las bolas y metiendo sus manos a las bolsas del pantalón.
-Pero... pero... ni Manuel sabe...- intenté justificar desesperadamente el error y darme un pase de salida cuando Madeleine interrumpió.
-Me temo que Ian tiene razón, lientras te curaba pude notar tu don moviéndose dentro de ti, pero creo... aun no esta maduro- dijo claramente para que todos la oyeran.
-¿Qué?... pero no, ¡Soy... una chica normal! Soy...- balbucee sentandome mareada nuevamente en la silla, ¿Tenía un don? Imposible.
-¿Estás segura de haberlo visto?-Diana susurró acercándose más a nosotros dando un brinquito al bajarse del escritorio.
-Si, lo vi y creo saber que don es- dijo con una sonrisa. Mientras que Ian y Diana se acercaban ansioso de escuchar yo sólo quería huir.
-¿Y entonces cuál es?-preguntó la voz ansiosa de Ian.
-Ella es...- Y entonces un estallido resonó dentrodel edificio.
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Hola, de nuevo! ¿cómo están? ¡Tanto tiempo sin actualización y es que no sabía hacía donde quería llevar la historia creo saber hacía donde ya por lo que creo (y espero) poder actualizar seguido.
Espero les haya gustado este capítulo de regreso y esperen por más, que se avecinan cosas buenas.
¡Hasta el siguiente capítulo!
XOXO.
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My suicide.
Teen FictionAlguna vez te has preguntado ¿Cómo sería si no existieras? Yo sí, me lo he preguntado a diario, todos los días de mi vida, desde que tenía doce, todo comenzó cuando a los nueve años intenté suicidarme. Sí, nueve años de edad y ya había atentado cont...