Capitulo 17

251 32 7
                                    

Eiden se despertó sobresaltado, el eco del disparo todavía resonaba en su cabeza. ¿Un disparo? Confundido, parpadeó varias veces. Se encontraba en su casa, en su vieja casa. La luz tenue de una lámpara cercana revelo la figura nerviosa de su madre, Minerva, quien estaba guardando apresuradamente algunas cosas en una vieja bolsa de viaje.

- ¿Mamá? ¿Qué está pasando?

Minerva, con los ojos llenos de preocupación se acercó rápidamente a su hijo.

-Eiden, cariño, todo está bien. Nos iremos esta noche, te lo prometo. Pero antes tengo que arreglar una última cosa. - Minerva acaricio con suavidad la mejilla de su hijo. - No te preocupes, volveré pronto.

Eiden, aturdido por el sueño y por las recientes palabras de su madre, se incorporó todo lo rápido que pudo.

- ¿Irnos? - pregunto perplejo. - ¿A dónde vamos, mamá?

Minerva, en un intento de tranquilizar al pequeño acarició su mejilla con cariño.

-A un lugar seguro, cariño. Pero antes necesito resolver algo. - dijo decidida. - Prométeme que te quedarás en casa y no saldrás hasta que yo vuelva, ¿me lo prometes?

Eiden no estaba del todo seguro sobre lo que significaban las palabras de su madre, pero, aun así, asintió.

-Está bien. Te lo prometo, mamá. - el niño mostro una sonrisa radiante. - Pero ¿por qué estamos haciendo esto?

Minerva le sonrió, aunque sus ojos no mostraban más que tristeza. Pero sabía que era mejor ocultárselo. Al menos por el momento, su hijo era demasiado pequeño para oír esa historia.

-Cuando sea el momento te lo explicare todo, Eiden. Te lo prometo. Por el momento, confía en mí y quédate en casa. Te amo.

Minerva le dio un beso suave en la frente a su hijo, una mezcla entre el amor y tristeza.

-Te amo, mi bebé. Volveré tan pronto como pueda.

Eiden asintió feliz, sintiendo la calidad del beso de su madre todavía presente en su frente. Su madre se marchó y mientras la puerta se cerraba tras ella, Eiden se acercó corriendo a la ventana, ya que las risas y las voces infantiles que llevaba oyen desde hace un rato venían de ahí.

- ¿Qué estarán haciendo?

El sonido de las risas era como un llamado irresistible para Eiden, que lo que más deseaba era salir a jugar y reírse con otros niños.

-Por qué salga un rarito no creo que pase nada.

Eiden se dejó llevar por la tentación de salir a jugar, olvidándose por completo de la promesa que le había hecho a su madre. Y en verdad se lo estaba pasando en grande. Jamás en su vida había estado tanto tiempo fuera de casa y encima los niños le habían dejado jugar con ellos. Sin duda alguna era el mejor día de su vida.

- ¡Ya voy yo a por ella! - exclamo feliz Eiden cuando vio como una pelota salía rodando.

El niño persiguió la pelota mientras se iba alejando más y más del resto de niños. Eiden se inclinó para recoger la pelota, pero alguien ya la había cogido. Eiden levanto la cabeza y se encontró con un soldado de tez pálida y unos penetrantes ojos azules.

- ¿Qué hace un niño como tú jugando por aquí solo?

Eiden, ajeno a la maldad del mundo respondió con inocencia.

-Solo recogía mi pelota. Estoy jugando con mis amigos.

- ¿Cómo te llamas, chico? ¿Vives solo?

-Me llamo Eiden y vivó con mi mamá.

Enigma de corazones ( Minho Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora