Enigma de corazones ( Minho Y Tu)

Por primera vez, Aris sirve para algo

Los chicos observaron fascinados la camioneta de Marcus. Eiden jamás había visto una camioneta tan bonita como Berta. El chico estaba fascinado, pues era la primera vez que iba en un coche, o la primera vez que él recordara.

- ¡Esto es increíble! - exclamo Eiden emocionado.- ¡Como es posible que no hayamos hecho esto antes!

-Bueno, nunca es tarde para una primera vez. - respondió Minho con una sonrisa traviesa.

-Vamos, subid. - dijo Thomas ansioso por continuar.

La camioneta rugía mientras avanzaba por un paisaje casi desértico, llenando el ambiente con el sonido del motor y la emoción de los chicos, quienes estaban asombrados por todo lo que estaban viendo.

- ¿Creéis que podría conducir un rato? - pregunto Eiden lleno de emoción.

La respuesta fue un rápido coro de negaciones.

-No es el momento para eso, Eiden. - dijo Thomas. - Es mejor que por ahora siga conduciendo Jorge.

Jorge sonrió y dijo:

-Tranquilo, Eiden, tal vez en el próximo viaje.

Eiden frunció el ceño enfadado y cruzo los brazos con un gesto molesto mientras la camioneta seguía avanzando.

-¡Debería poder conducir, aunque sea un rato! ¿Qué tal si no hay otro vieje en el que me pueda poner al volante?

-Relájate, Eiden. No es el momento. - Minho le dio un pequeño golpecito en el hombro.

-¡Pero no es justo! -Eiden hizo un puchero de reclamo. - ¿Por qué siempre hace Jorge las cosas divertidas?

Las risas de los chicos no tardaron en estallar al ver como Eiden fingía un puchero exagerado. Incluso Thomas, que solía tomarse las cosas enserio, no pudo evitar sonreír.

Fritanga soltó una carcajada.

-¡Mirad a Eiden, cree que es el rey de la carretera ya!

Eiden, mostrando su mejor sonrisa se inclinó hacia Minho.

-Minho, necesito tu ayuda. Fritanga me ha llamado "el rey de la carretera" y ahora todos se ríen de mí.

Minho soltó una risa suave cerca de la oreja de chico.

-No te preocupes. Yo me encargo de esto.

Fritanga soltó una risa estruendosa y miro a Eiden con picardía:

- ¿Enserio le has pedido ayuda a Minho, Rey de la carretera?

Eiden frunció el ceño enfadado, pero antes de que pudiera responder Minho intervino.

-Oye, miertero, deja a Eiden en paz. ¿Acaso no sabias que una vez salvo a un grupo de unicornios que estaban varados en la carretera?

-Unicornios. - Fritanga parpadeo confundido. - ¿Enserio?

Minho asintió con seriedad y el resto no pudo contener la risa.

-Jobar, Minho. Se supone que me tenías que ayudar.

-Y eso he hecho, pequeño Eiden.

-No me llames así. - Eiden con una mirada juguetona golpeo a Minho en el brazo.

- ¡Ay, eso realmente me ha dolido!

-Oh, por Dios. - Eiden se acercó a mirar el brazo del asiático. - Creía que te había dado flojo.

Minho aprovechando que Eiden se había acercado a él, dejo salir una risa juguetona, mientras colocaba suavemente las manos en la cara del chico, atrayéndolo hacia él lentamente.