Capitulo 20

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Harriet y Sonia lideraban a los chicos, abriéndose paso entre una interminable fila de coches abandonados y destrozados por el tiempo. A medida que avanzaban, la tensión era palpable. Eiden, caminando al frente junto a Minho, sentía el peso de las miradas de los desconocidos armados. No podía evitar sentir un nudo en el estómago ante su presencia.

Al llegar al final de la hilera de coches, el grupo se encontró con algo inesperado: una comunidad de adultos. Estaban organizados de una forma que no habían visto antes. La mayoría de las personas con las que se habían topado a lo largo de su viaje eran errantes o grupos dispersos. Aquí, en cambio, los hombres y mujeres estaban armados hasta los dientes, sus rostros eran duros y llenos de determinación.

El chico mantenía la esperanza de que estos adultos fueran diferentes, que fueran personas decentes capaces de comprender la difícil realidad en la que todos estaban sumidos. Sin embargo, una pequeña chispa de desconfianza persistía en su mente, recordándole las amenazas y peligros que habían enfrentado en su viaje. Cuando te encuentras solo y perdido los adultos no siempre son tu salvavidas.  

—Los llevamos a la base —dijo Harriet, sin darles tiempo a procesar la situación.

Aris la frenó en seco.

—Espera. ¿Cómo llegasteis aquí?

—El Brazo Derecho nos ayudó —respondió Harriet con seguridad.

Thomas, que hasta ahora había permanecido en silencio, dio un paso adelante.

—¿El Brazo Derecho? ¿Sabéis dónde están?

Harriet no le contestó directamente, limitándose a señalar los dos coches que los esperaban en la carretera polvorienta.

—Subid —ordenó con una autoridad que no dejaba lugar a discusiones.

Los chicos intercambiaron miradas inciertas, pero acabaron obedeciendo. Aris, Teresa, Thomas y Jorge se dirigieron al primer coche, seguidos de cerca por Harriet. Mientras tanto, Minho, Eiden, Brenda, Newt, Sonia y Fritanga subieron al segundo coche.

—¿Quién va con quién? —preguntó Minho, mirando al grupo mientras se reunían alrededor del vehículo.

—Voy contigo —dijo Eiden, su tono firme pero buscando refugio en la presencia de Minho.

Minho le sonrió, esa media sonrisa que tan familiar le resultaba a Eiden.

—Perfecto. Brenda, Newt, Sonia, Fritanga, ¿estáis listos?

El grupo asintió en respuesta, aunque la emoción y los nervios estaban escritos en sus rostros. Una vez dentro, los motores rugieron, y los coches comenzaron a avanzar por un camino empinado. A medida que ascendían, el paisaje se transformaba, revelando una belleza agreste y árida. Las montañas se alzaban majestuosas a su alrededor. Nadie hablaba. El silencio, salvo por el murmullo constante del motor, se apoderó del ambiente.

Enigma de corazones ( Minho Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora