Capítulo 4

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Sacudiendo la cabeza a un lado y al otro para apartar esos pensamientos de su mente, se quitó la ropa empapada que había creado un gran charco bajo sus pies.

Una vez libre de aquellos harapos, encendió la llave del agua y se metió debajo sintiendo el reconfortante calor del agua.

No recordaba si alguna vez había tomado un baño como aquel antes, ni siquiera recordaba haber visto su cuerpo sin ropa. Aunque no pudiera recordar esos detalles de su vida cotidiana, imágenes horribles seguían llegando a su cabeza cada vez que cerraba los ojos, asustándolo.

No podía distinguir si lo que veía era real o solo una mala pasada de su mente. Quería contarlo, pero el miedo a que pensaran que estaba loco y lo dejaran atrás le asustaba más que aquel sótano sin ventanas.

—¿Estás aquí? - La voz susurrante de un hombre hizo que Eiden perdiera el equilibrio y se cayera.

—¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?

—Sí... si... sí. ¡No vengas!

El chico se levantó todo lo rápido que pudo y, tapándose con la toalla, se asomó para ver a quién pertenecía aquella voz. Y allí estaba, ante él, aquel hombre rubio que los había ayudado y del que Minho desconfiaba.

—¿Qué necesitas?

El hombre se acercó mientras giraba, quedando cara a cara con Eiden.

—No habéis escapado. -Dijo en un susurro.

—¿Qué?

—Seguís estando en las manos de CRUEL.

—¡NO! Aquel hombre... aquel hombre... ese hombre rata dijo que nos había rescatado. Nosotros ya somos libres... Por fin lo somos. -Eiden salió completamente del cubículo. — ¡Minho tenía razón, no eres de fiar!

—¡Basta ya, mocoso! - Erik agarró al niño por los hombros y lo sostuvo contra la pared. - ¡Estás vivo gracias a mí! ¡Sin mí, Paige te hubiera matado hace años!

Eiden observó en shock al hombre.

—Teresa...

—Sí, ella trabaja con Paige.

—Entonces... ¿Lo que veo es real? Yo creía... creí que eran alucinaciones... Pero eso no puede ser real... mis padres...

—Tus padres están muertos.

—Eso no es posible. Mi... mi madre me está buscando. ¡Lo sé!

Eiden se soltó del agarre con un manotazo y volvió al lugar donde estaba su ropa tirada. Se puso de cuclillas y agarró el medallón que días atrás le había dado Thomas.

En ese instante fue consciente del poco tiempo que había pasado desde que había recuperado la conciencia. Pues solo hace una semana que él había abierto los ojos en aquella caja en el Claro. El Claro... aquel lugar rodeado de muros que los tenían atrapados en su centro como si de ratas se tratasen.

¡Dios, aquello parecía un tiempo muy lejano! Pero realmente solo hacía unas horas que habían conseguido escapar. ¿Y para qué? Según Erik seguían estando en manos de CRUEL. Nunca iban a poder escapar.

—Es imposible que tu madre te esté buscando. Está muerta. -Dijo con sorna. -Al igual que la de todos.

—¡Mentira! Sé que ella me está buscando. Estoy seguro de ello.

Eiden le tendió el medallón a Erik y sonrió victorioso.

—Ella todavía me está esperando.

—¿Qué narices es esto?

El hombre agarró el pesado colgante de las manos del niño y lo examinó con cuidado. Se trataba de un objeto redondo, coloreado con un dorado desgastado y con una enorme "E" en el medio. Y si observabas con un poco más de atención en la parte de atrás, justo debajo de la cerradura había un nombre. "Minerva Alvarado".

—¿Y esta cosa qué tiene que ver con que te busquen?

—Se puede abrir.

—¿Y...?

—¡Pues que lo he hecho! - Dijo feliz mientras le quitaba el medallón de las manos. - ¡He leído la carta de mi madre!

La cara de Erik se oscureció completamente mientras escuchaba las palabras de Eiden.

—¿Qué ponía?

—No lo sé.

—¿No lo sabes?

-Bueno... es que... dentro... hay una carta...

—¿Y no te atreves a leerla?

—No es que no me atreva... es solo que... no sé leer.

—Me estás diciendo que sabes que tu madre está viva y te está buscando porque has abierto esta cosa. -Dijo arrebatándole el objeto de las manos. -Y ahora me dices que no sabes leer. Entonces aquí la pregunta es, ¿Cómo narices lo sabes?

—Intuición.

—Vale, veamos si tu intuición es buena.

Erik abrió el pequeño objeto con un movimiento hábil y sacó la pequeña nota que había en su interior.

—¡Oye, rubito! ¿Has acabado? - Gritó Minho con voz ronca desde fuera. - ¡Tengo hambre!

—Mierda, ya no hay tiempo. - El hombre miró sospechosamente la habitación, como si esperase que algo, o más bien alguien, saliera de ellas. - Prometo responder a tus preguntas. Pero recuerda esto: Nunca serás libre mientras ella viva.

¿Ella? ¿Se refiere a Paige o está hablando de Teresa? Bueno, da igual quien sea, pues ambas están del mismo lado. Si Paige muere, Teresa seguirá con todo. Y si Teresa muere, solo será otra de las víctimas de CRUEL.

Aunque ella de víctima tiene poco. Siempre le ha gustado estar en la cima, observando las desgracias ajenas mientras duerme tranquilamente en su suave y esponjosa cama.

—¿Eiden, estás bien? - Gritó Minho desde fuera. - ¿Quieres que entre a enjabonarte?

—¡Sí! ¡O sea, no! - Dijo totalmente avergonzado mientras escuchaba la risa de Minho del otro lado. - ¡Salgo en un segundo!

Eiden se giró para despedirse de Erik, pero este ya no estaba. Se había marchado dejando el medallón cerrado sobre el banquito de la ducha. El chico lo recogió y volvió a entrar a la ducha, donde se lavó todo lo deprisa que pudo, se secó el pelo más o menos y comenzó a vestirse con unos vaqueros negros, una camiseta blanca, un gorro gris y unas vans rojas y blancas que le habían dado anteriormente.

Una vez listo, se colgó de nuevo el medallón al cuello y salió al encuentro de Minho. El cual estaba recostado sobre la pared con los brazos cruzados y los ojos cerrados.

Eiden cerró la puerta intentando no meter ningún ruido y se acercó sigilosamente a Minho. Una vez que estuvo a su altura, se puso de puntillas y cerrando los ojos poso sus labios sobre los del Minho, volviendo a sentir aquella maravillosa sensación en su estómago. Una parte del él le pedía que parara, pues Minho podía abrir los ojos y no quería que lo viera. Pero, en cambio, otra parte le pedía que siguiera. Que profundizara ese beso como hizo antes Minho. ¡Dios, sus labios eran jodidamente adictivos!


Enigma de corazones ( Minho Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora