Un verdadero nosotros

III

No puedo creer la bipolaridad de este capítulo.

Me hizo llorar y estar feliz.

A este pasó ya no se si apoyar a Mateo o a Jeremy 🥲

[30/11/2023]

Jeremy:

Habían pasado minutos, varios minutos en los que estuve solo con mi asiedqd y desesperación, tratando de arreglarlo todo.

Pero en eso se escucha un:

—¿Jeremy?

La voz de Mateo me hizo detenerme en seco.

Ya había acabo de hacer prácticamente todo, pero ahora... Ahora estaba como idiota parado en frente de una pared.

Exactamente estaba mirando una guitarra. Guitarra que era la esencia de Mateo.

Miré la guitarra colgando en esa pared, sin saber qué hacer con ella.

Podía dejarla ahí, pero me ponía ansioso escuchar como Mateo llamaba a la puerta de mi habitación de manera repetitiva.

—¡Ya voy! —bufé ya molesto.

Me resigné y decidí dejarla tal cual estaba, por lo menos ya todo lo demás no era un problema.

Nunca había visto mi habitación tan vacía.

De hecho, nunca la vi tan limpia.

Esto es un milagro.

Abrí mi puerta y me encontré con la cara enfadada de mi madre y atrás de ella un Mateo muy perdido.

Y como si fuera necesario, también estaba yo, asustado por la cara de mi madre y preocupado por mi muerte proxima.

—Mami —Sonreí inocentemente.

Mi madre me fulminó con la mirada.

No sé si han escuchado de esa miradita que te dan las madres cuando te van a putear. Así mismo me miró.

—Hablamos más tarde. —dijo sin apartar sus ojos de los míos.

Estado: Muerto.

Ese: "Hablamos más tarde" me suena a que en el momento en el que se vaya el rubio me va a dar la mentada de madre más grande de toda mi vida.

Empujó suavemente a Mateo hacia mí, dejándolo muy cerca.

Estábamos a centímetros del otro. Su mirada estaba enganchada, fijamente a la mía.

Podía escuchar el silencio, adueñarse del espacio y junto a él, escuchaba nuestras respiraciones.

No sabía qué hacer, no sabía que decir o como moverme, todo era muy incómodo, pero… A la vez era como si fuera la primera vez que estuvimos así de cerca.

Ese horrible sentimiento de ansiedad era mezclado con los nervios que se formaban debido a la cercanía.

Esta horrible sensación de querer tenerlo lejos y a la vez solo querer abrazarlo como la última vez, me estaba carcomiendo.

El golpe de la puerta cerrarse me hizo volver a mis casillas.

Me aparté de él lo más que pude y sonreí incómodo.

Solté una risa nerviosa y me fui hasta mi cama.

—¿Qué quieres hacer? —pregunté, sentándome en el borde de mi cama.

Él estaba merodeando por la habitación sin decir o hacer algo.

De repente se quedó mirando a la guitarra que colgaba en la pared.