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Un nuevo y amargo día de clases había comenzado y Taeyong ya se encontraba tomando sus primeras lecciones del día en su salón

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Un nuevo y amargo día de clases había comenzado y Taeyong ya se encontraba tomando sus primeras lecciones del día en su salón.

Aquella mañana como era de esperarse, Ten tampoco había asistido a clases y los motivos ya no eran desconocidos para el castaño, pero quien si había decidido regresar finalmente había sido Yerim, a quien al parecer el mundo se le había volteado al revés luego de que la verdad sobre su trabajo como acompañante saliera a flote: ahora sus amigas, con las cuales acosaba a chicas por ahí, la molestaban a ella y sus amigos más cercanos se habían alejado; ahora también parecía tener un semblante más serio y prestaba más atención a sus clases.

Ese día y durante su primer receso escolar por la hora del almuerzo, Taeyong aprovechó que no habrían muchos estudiantes por los pasillos y además se aseguró de que el señor Park estuviese almorzando fuera de su despacho para dirigirse al mismo y entrar en completo silencio. Dentro de la oficina, se acercó al sofá azúl donde él y Ten solían guardar dinero en conjunto y se inclinó hacia el mismo para remover el asiento del medio y levantar la tela del fondo, metió la mano y se encontró con algo similar a una caja cubierta con alguna tela. Jaló el objeto viendo una bandana amarilla la cual reconoció de inmediato: era la misma caja que Daeyeol le había entregado aquella tarde en el restaurante.

Taeyong sacó la caja para ponerla sobre el otro asiento del sofá y retiró la bandana para entonces abrirla y econtrarse con un montón de fajos de dólares envueltos perfectamente en cilindros, lo cual lo dejó con la boca abierta y apenas pudo parpadear, pero repentinamente oyó ruidos cerca y tiró la caja al agujero para cubrir torpemente con el asiento y se sentó encima, entonces el señor Park abrió la puerta.

—Tae... ¿Por qué no estas almorzando? ―fue lo primero que preguntó el mayor al verle.

―No tengo hambre... 

―¿Cómo no? ¿Te quedas sin comer nada desde las siete de la mañana y dices no tener hambre al medio día? ―Park rió acercándose a su escritorio para buscar algo entre su montaña de documentos ―¿Qué haces aquí?

―Bueno, es que dejé algo aquí... Mi teléfono ―el menor asintió.

―¿Viniste esta mañana también? Ahh, por Dios, tienes que socializar más, no puedes quedarte todo el receso aquí...

Taeyong cruzó las manos a la altura de su espalda viendo al otro tomar unas carpetas para asegurarse que allí estuviese lo que necesitaba.

―... ¿Y usted? ¿Por qué no está almorzando tampoco?

―Dejé algo aquí también ―Park se carcajeó ―De hecho si estoy almorzando con algunos maestros pero estamos teniendo un debate y necesito unos documentos para enseñarlos... Taeyong, ve a comer, la cafetería ya casi cierra. Tienes clase conmigo luego del almuerzo, no llegues tarde, no te conviene para nada.

El nombrado asintió repetidamente y se acercó a paso lento hacia la puerta con el sofá azúl en la mira.

―Oye, Tae...

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