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Yerim jugueteaba con sus manos sobre sus delgados muslos cubieros con jeans claros

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Yerim jugueteaba con sus manos sobre sus delgados muslos cubieros con jeans claros.

—¿Y entonces?...

—Ya le dije que no puedo ayudarla con eso. Le dije todo lo que sabía —la castaña levantó la mirada hacia Haesun, quien estaba sentada en un escritorio dentro de una de las oficinas del Departamento de Policías.

—Yerim, vamos... —Haesun exhaló con fuerza levantando la mirada de la pantalla de su computadora —Esta información es muy importante... ¿De verdad no recuerdas algún nombre ni nada?

Yerim bajó la mirada otra vez y en ese momento la oficial recibió una llamada. Compartió un par de palabras con un colega y colgó su teléfono para bajar la pantalla del computador y tomar su abrigo azúl el cual tenía tendido en el respaldo de su asiento.

—Debo salir en este momento. Al parecer hay nuevos videos de las cámaras de seguridad de aquella calle donde ocurrieron los incidentes la otra noche —informó la mayor —Dicen que los tipos viajaban en una van negra con estampados de dragones chinos, así que te recomiendo estar muy alerta y caminar con cuidado en las calles.

Yerim asintió al instante y la mayor se puso de pie.

—Yerim, hay una última cosa que quisiera saber... ¿Por qué decidiste decirme todo esto? —cuestionó  Haesun —Te contacté mucho tiempo pero siempre te mostraste a la defensiva... ¿Qué cambió esta vez? ¿Pasó algo diferente?

—Es que estoy harta ya... —contestó Yerim pensando en el bienestar del señor Yang, el hombre que siempre la había cuidado en el trabajo y se había arriesgado por ella.

—¿De qué?

—... De ver sngre, de correr, de tener que esconderme y vivir atemorizada, de no poder tener una vida tranquila y normal como cualquier chica de mi edad —confesó la jóven tras soltar un corto suspiro —Ahora todo eso me molesta. Sólo quiero comenzar mi vida de nuevo.

Haesun movió la cabeza de arriba abajo y soltó una amigable sonrisa.

—Eso está muy bien... Agradezco que finalmente hayas decidido colaborar con nosotros —dijo —Ahora debo irme, pero puedes quedarte un rato más si necesitas pensar un poco las cosas. Te prometo que te ayudaré con todo esto... ¿Puedo ponerme en contacto contigo nuevamente si necesito algún dato?

La castaña se mordió el labio y asintió lentamente demostrando aceptación, entonces la mayor abandonó el lugar.
       



  
Ten se acercó lentamente hacia la ventana levantando un poco las persianas para mirar el exterior con sumo cuidado, entonces vió un auto de policías pasar de largo el edificio y seguir su camino, por lo que expulsó el aire retenido en su pulmones con alivio y regresó con su compañero.

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