VII. El hubiera no existe.

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—No fue tu culpa, Beth

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—No fue tu culpa, Beth.

Annabeth intentó no rodar los ojos.

Como odiaba la lastima.

Sabía que no era su culpa, ya seis personas se habían encargado de eso. Sabía que lo hacían porque se preocupaban por ella, pero ella estaba bien, o por lo menos ella se hacía creer.

—Lo sé.

Susan dejó la pomada en la mesa y agarró su mano.—. ¿Estás segura que no te hizo nada?

Annabeth sonrió para tranquilizarla.—. Me dio un par de golpes, pero me has echado la pomada y duele menos.

Susan asintió preocupada y se levantó.—. Si necesitas algo no dudes en llamarme —Finalizó la conversación.

Annabeth suspiró y miró sus manos con nerviosismo, nunca le habían pegado, nunca habían intentado abusar de ella, ¿cómo debía de sentirse? Es decir, se sentía como una mierda, pero, ¿cómo debía actuar?

Pudo ver como la puerta de su habitación había sido abierta: era el príncipe.

Annabeth miró como el príncipe se acercaba lentamente y se sentaba en la punta del colchón.

—¿Cómo te sientes?

—¿Cómo crees?

Caspian suspiró al escucharla.

—Mataré a esa persona.

El corazón de la chica bombardeó más rápido y su respiración también. Le gustaba cuando Caspian se preocupaba por ella.

—Ni siquiera sabes quién es.

—Sé cada personal que trabaja para mi tío.

La chica acarició su pierna con nerviosismo.

—¿Harías eso por mi?

—Haría mucho más por ti.

Sus mejillas, oh, joder. Odiaba cuando se sonrojaban.

—¿Puedes decirle a alguien que llame a Lucy?—Cambió de tema.—. Últimamente no puedo dormir sola.

—Iré yo.

—No —Intervino rápidamente la castaña.—. No me dejes sola.

El príncipe asintió y se acercó a la puerta, escuchó que murmuraba algo y se adentró y se posicionó en la misma posición que antes.

𝐂𝐎𝐌𝐄𝐍𝐙𝐀𝐑 𝐃𝐄 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐎.||. Las crónicas de Narnia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora