I.I. Inicio de la aventura.

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Annabeth miró las frutas del mercado con el ceño fruncido

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Annabeth miró las frutas del mercado con el ceño fruncido. Habían subido de una manera impresionante.

¿Un kilo de naranjas diez monedas de oro?

La Lady se separó del puesto y empezó a caminar con aburrimiento. Ese día hacía demasiado calor y llevaba un paraguas, que al parece era un paraguas diminuto, ya que no le cubría de nada.

Annabeth suspiró y caminó por el mercado.

Había pasado cinco meses desde que su hermano se había ido de casa. No había vuelto.

La primera vez que había ido a buscar la medicina, volvió a los dos meses. Pero la segunda vez que fue, no había vuelto. Y habían pasado cinco meses, pero para ir y volver solo eran dos. Incluso uno.

Su corazón latía con demasiada fuerza al ver que había posibilidad de que su hermano le haya pasado algo. Pero, ¿cómo? Su hermano era fuerte y sabía defenderse, ¿cómo podría pasarle algo?

Annabeth subió la vista y pudo ver una cabellera rubia. Y una cara conocida.

¿Angela?

Annabeth comenzó a caminar rápido. No podía ser ella, ¿cierto?

—¿Angela?

La cabellera rubia paró y se volteó.

Seguía con la misma cara, seguía igual si no fuera por la grande barriga que poseía.

—¿Beth?

Annabeth abrió la boca con sorpresa. Nunca pensó que la volvería a ver. Estaba tan diferente, pero a la vez igual. No sabía explicarse, le pasaron los años por encima a pesar de tener casi veinte años, pero a la vez seguía teniendo la misma cara.

—Ha pasado tanto tiempo.

Annabeth miró su barriga y los dos niños que estaban a su lado. Al parecer, su mejor amiga de la infancia tenía dos hijos.

No pudo escapar.

—Lo sé.

—¿Por qué es que te veo ahora?

—Porque me he mudado. Vivíamos en las Islas del Sol.

Annabeth asintió con lentitud.—. Tienes dos preciosos hijos, por lo que veo.

—Alex, Alexa, saluden a la amiga de mamá.

Annabeth sonrió al escuchar los saludos y se agachó para hablar con ellos. Después de esto, se levantó y miró a su alrededor. No había rastro de su esposo.

—¿Quieres tomar un té?—Preguntó la castaña.—. Mi casa está a menos de cinco minutos.

Angela respiró y miró a sus lados.—. Mi esposo no le gusta que esté tanto tiempo fuera.

𝐂𝐎𝐌𝐄𝐍𝐙𝐀𝐑 𝐃𝐄 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐎.||. Las crónicas de Narnia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora