"¡Daniel, hoy es tu día! Y no sólo porque es tu cumple, lo dicen los astros. ¡Disfrútalo y resérvame un trozo!"
Ave en realidad se llamaba María, pero ya se había quedado con el mote de Ave, que Daniel le puso como abreviatura de Bruja Avería(*). Era un poco excéntrica, quizás un poco pirada, pero era un verdadero encanto.
Era una amante de todo lo esotérico. Se compró una revista que regalaba unas cartas del Tarot e intentó hacerse una experta en la adivinación. Coleccionaba brujas de la suerte, búhos de la suerte y todo tipo de artículo que consideraba de la suerte. Leía su horóscopo semanal y el de las personas más cercanas a ella, encendía diferentes inciensos según los días y según los malos augurios que quería ahuyentar. Su forma y su color de pelo cambiaban constantemente y siempre iba vestida con vaqueros rotos y camisetas de mil colores.
Los siguientes mensajes eran de sus hermanas. El primero de Lucía, quien había escrito un escueto "Feliz cumpleaños, cariño. Luego te llamo, me voy a dormir".
Lucía era su hermana mayor. Se había licenciado en Derecho y, al año de terminar la carrera se casó con Michael, un chico americano que conoció en la facultad, mientras hacía el intercambio de Erasmus. Empezaron a salir en cuarto y, aunque al principio él sólo esperaba quedarse en España durante un curso, pues le estaba esperando un puesto de trabajo en el bufete de abogados de su padre, decidió quedarse un año más. Llamó a sus padres para decirles que se quedaba en casa de una amiga, con la que pensaba casarse en cuanto terminara la carrera, para luego volver a Los Ángeles con ella y trabajar los dos juntos en su bufete.
Así lo hicieron.
Su otra hermana, Lina, le había escrito: "Felicidades Daniel! Un beso muy gordo y 33 tirones de oreja. Te quiero. Lina". Tenía 38 años, dos menos que Lucía, y estaba viviendo en Madrid con Jaime, su pareja.
El último mensaje era de Sara; exjefa, examante y exheterosexual. "Felicidades cielo. Si sigues cumpliendo años, acabarás pillándome. Me debes una copa".
Antes de trabajar en la agencia, Daniel estuvo de comercial en una empresa de multipropiedad. Allí conoció a Sara, otra comercial que pronto ascendió a responsable del departamento, convirtiéndose así en su jefa. Sara es trece años mayor que él, muy atractiva, sexy, dos veces divorciada y muy perseverante. Salieron unas cuantas veces, aunque pasar el fin de semana revolcándose en la cama no podía considerarse como salir. Ambos sabían que les unía una fuerte atracción sexual y un cierto cariño que en nada se parecía al amor. Se lo pasaban bien juntos y aunque Daniel estuvo un tiempo desconcertado, porque necesitaba encontrar una definición para esa relación que mantenían, Sara se le dejó muy claro a los pocos meses. Había descubierto que le gustaban las mujeres y que ya no volverían a acostarse. "Eres un gran amante, tierno, dócil, apasionado y con un cuerpo de escándalo. Seguro que vuelves locas a todas las heterosexuales y a todos los homosexuales que conozcas", fueron sus últimas palabras antes de sacarlo de su cama y decirle que siempre tendría su amistad.
—¿Algún mensaje de una admiradora secreta? —le preguntó Mayte apoyando los codos sobre su mesa, luciendo su escote con orgullo.
—Bueno, si las felicitaciones de mis hermanas, una amiga y miexjefa se pueden considerar admiradoras secretas, entonces sí.
—¡Caray! ¿Ya le has contado a todo el mundo tu arrasador éxito?
—No, todavía no. Es que hoy es mi cumpleaños.
—¡Ah! ¡Felicidades, cielo! Pues esta noche tendremos que tomarnos dos copas, la que paga Márquez y la que pagues tú. ¡Eh, chicos, que nuestro héroe cumple años! Será difícil superar el regalo del día, pero algo tendremos que hacerle.
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Una para cada uno
Teen FictionTres amigos; tres vidas. ¿Tendrán una oportunidad para cada uno o querrán compartir la misma? Daniel sueña con ser escritor, pero el imprevisto éxito profesional en la agencia de publicidad para la que trabaja le hará replantearse sus deseos. Carlos...