—Sí, bueno, de momento se van a quedar en casa de su amiga, hasta que encuentre trabajo, pero queremos irnos a vivir los tres juntos. ¿No te parece alucinante, Ave?
Ave empezó a procesar toda la información y dejó de escuchar lo que su amigo seguía diciéndole al otro lado del teléfono. ¿Iban a vivir los tres juntos, Carlos, Daniel e Irma? ¿No iban demasiado deprisa? ¿Por qué Daniel no le había dicho nada? ¿Iba a ocupar el sofá cama, su sofá cama, el que ella utilizaba cuando se quedaba a dormir allí? ¿Dónde dormiría ella entonces? ¿Querría quedarse a dormir estando Irma?
—Ave, ¡Ave! ¿Te pasa algo? ¿Ave?
—¿Eh? Sí, perdona...Me he quedado un poco... en shock —comentó casi en un susurro.
—¡Hostias! ¿No lo sabías? Claro, es que no hemos hablado esta semana. ¿Y no te lo ha contado Daniel?
—Sí, bueno... Me dijo que habían empezado a salir pero no me imaginaba que la cosa fuera tan... deprisa.
—¿Cómo? ¿De qué hablas? —preguntó Carlos con extrañeza.
—De Irma y Daniel. Me contó que...
—¡No mujer! —le interrumpió Carlos —. Yo hablo de Paula y de mi hijo...
—¡¿Tú quéeee?! —esta vez fue Ave quien interrumpió a su amigo con un pequeño grito.
—Mi hijo. ¡Soy padre, Ave! —exclamó Carlos henchido de orgullo— Oye, hemos quedado para comer, ¿por qué no te vienes y lo conoces? Bueno, y a Paula también, mí... su madre.
—Voy para allá —dijo Ave y sin despedirse, colgó el teléfono y fue a darse una ducha rápida.
Sabía que su desazón estaba justificada, aunque nunca hubiera imaginado que vendría con un niño bajo el brazo. Estaba contenta, emocionada, nerviosa y también asustada. Era evidente que aquel acontecimiento ponía fin a su idea del "trimonio", al menos, tal y como lo había concebido hasta el momento. Se incorporaban dos elementos nuevos que rompían por completo su plan de futuro y que la atraían hacia la realidad más aplastante, una realidad que cada vez tomaba un cariz menos halagüeño para ella, para su felicidad, para su estabilidad emocional. Era inútil que intentara seguir aferrándose a una idea que de repente, se le había aparecido como irrealizable. Todavía no había podido acostumbrarse a pensar que Daniel tuviera pareja, quizás porque contaba con la esperanza de que no durara mucho tiempo, pero podía menos acostumbrarse tan pronto al hecho de que Carlos tuviera un hijo, pues ahí no cabía esperanza alguna de que se deshiciera esa situación.
Carlos abrió la puerta a una Ave temblorosa, que mostraba una forzada sonrisa que luchaba por contener sus lágrimas. Los dos amigos se fundieron en un fuerte abrazo y Ave dio rienda suelta a sus emociones. Entre las lágrimas, Ave pudo ver la figura de Daniel que asomaba desde el suelo, donde Carlos y él habían estado peleándose con telas y varillas que ya habían empezado a tomar la forma de una cuna de viaje.
—¿Por qué lloras, pequeña? —le preguntó Carlos mientras la mecía en sus brazos— ¿Quieres que me vaya acostumbrando a los mocos y las babas?
Daniel se levantó y se puso junto a ellos. Acarició suavemente la cabeza de su amiga y ésta lo atrajo para que se uniera al abrazo. Ave dejó que sus lágrimas salieran a borbotones.
Permanecieron así unidos durante largos segundos y además del abrazo, los tres amigos fusionaron sus propias emociones, sus esperanzas acompañadas de desilusiones, pues los tres eran conscientes de que algo, o todo, empezaba a ser diferente.
Cuando consiguieron calmarse un poco, empezaron a enjugarse las lágrimas con mal disimulo.
—Bueno, quiero que me lo cuentes todo desde el principio, con todo lujo de detalles —dijo Ave.
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Una para cada uno
Fiksi RemajaTres amigos; tres vidas. ¿Tendrán una oportunidad para cada uno o querrán compartir la misma? Daniel sueña con ser escritor, pero el imprevisto éxito profesional en la agencia de publicidad para la que trabaja le hará replantearse sus deseos. Carlos...