La vida de Ave había sido muy especial. Se quedó huérfana a los 10 años, cuando sus padres murieron en un accidente de tráfico. Hasta los 18 estuvo viviendo en casa de unos tíos lejanos que la cuidaron, la educaron y la llegaron a querer —pues a Ave era imposible no quererla —, pero se limitaron a darle cobijo, alimentación y los cuidados básicos. En cuanto fue mayor de edad, sus tíos, que habían decidido no tener hijos, la animaron a que se buscara su propia vida.
Había recibido una suculenta herencia que le podría permitir vivir holgadamente, pero ella decidió invertirla en un centro social en el que realizaba actividades para niños sin recursos. Al principio funcionaba muy bien y después de ponerlo en marcha, pudo contar con suficientes ayudas gubernamentales para cumplir su cometido. Sin embargo, con la crisis y los recortes del Gobierno, se había quedado sin la ayuda económica fundamental para que el centro pudiera seguir funcionando como hasta la fecha.
Fue Carlos quien le aconsejó, le ayudó y le financió para que creara un nuevo centro, pero esta vez para atender a los niños con demasiados recursos y cuyos padres los utilizaban para tenerlos distraídos mientras trabajaban doce horas al día. Así, con los beneficios del segundo centro podría sufragar los gastos del primero. La fórmula funcionó y Ave consiguió un equipo de trabajo que gestionara el segundo centro, mientras ella se dedicaba por entero al primero, donde se sentía plenamente realizada.
Carlos y Daniel eran su auténtica familia. Ella tenía muy claro que siempre estaría junto a ellos y no tenía ninguna duda de que también quería que ellos estuvieran a su lado durante el resto de su vida. Pero temía que su plan de futuro cambiara cuando ellos se enamoraran.
Ella tenía muy claro quién era el amor de su vida.
Hasta la fecha, los tres habían mantenido relaciones esporádicas y el único que había estado más cerca de la locura por amor era Daniel, cuando conoció a la impresionante vecina del quinto, quien seguía quitándole el sueño alguna noche, sobre todo cuando la visitaba su novio, un fornido guaperas que tenía más músculos que cerebro, y que igual la hacía gritar de placer como de ira, cuando protagonizaban intensas broncas, con sus consecuentes reconciliaciones.
Esa noche volvieron a recordar la promesa que se hicieron hacía años. Fue cuando Daniel lo dejó con su exjefa, hecho que coincidió cuando Carlos rompió con la chica con la que más tiempo había salido, y con el desengaño de Ave, al descubrir que su novio era también el novio de otras dos chicas más. Prometieron que si los tres cumplían 33 años y ninguno tenía una pareja estable, se convertirían en un "trimonio". Incluso dijeron que intentarían formalizar esa relación en el juzgado, para declararse "trío de hecho", en lugar de pareja de hecho.
Y, dadas las circunstancias, esa promesa tenía muchas papeletas de que llegara a cumplirse. En ese caso, se irían a vivir juntos y formarían una atípica familia. El tema de tener hijos ya lo abordarían en su momento, si es que a alguno se le despertaba el reloj biológico.
La jornada de confesiones se alargó hasta altas horas de la madrugada y Ave se quedó a dormir en el sofá cama que habían instalado en el piso, precisamente porque esa situación se repetía con frecuencia.
A la mañana siguiente, el aroma del café que ella había preparado para desayunar, junto con unas tostadas, despertó a sus dos amigos.
—¿Estás ensayando para convertirte en la perfecta mujercita de tus dos maridos? —preguntó Carlos en tono de burla.
—Claro, querido, y cuando regreses del trabajo te estaré esperando con una copa de coñac, que te entregaré en mano después de acomodarte en tu sillón favorito y ponerte las pantuflas, cielito —continuó Ave la broma.
—¿Mi copa podría ser de vino? El coñac no me sienta muy bien —añadió Daniel para sumarse al juego.
—Por supuesto, amorcito. Voy tomando nota de todo, para dentro de seis meses, que tu amigo cumplirá los 33.
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Una para cada uno
Fiksi RemajaTres amigos; tres vidas. ¿Tendrán una oportunidad para cada uno o querrán compartir la misma? Daniel sueña con ser escritor, pero el imprevisto éxito profesional en la agencia de publicidad para la que trabaja le hará replantearse sus deseos. Carlos...