Capítulo 4 - El consuelo de una amiga

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Cuando llegaron a su piso, Mayte le indicó que se pusiera cómodo mientras ella encendía el aparato de música e iba a la nevera a por dos cervezas. Se sentó junto a Daniel en el sofá y le ofreció una lata.

—Por tu éxito —dijo Mayte tras chocar su lata con la de Daniel—. Te espera un duro trabajo, chaval.

—Sí, lo sé, llevar la cuenta de Mike requiere mucha responsabilidad y dedicación —dijo Daniel después de dar un sorbo a su cerveza.

—¿Podrás llevar la cuenta tú solo? —le preguntó mientras apoyaba con suavidad la mano sobre su pierna.

Parecía que Mayte estaba empezando a dejar claras sus intenciones pero, ¿estaba Daniel interpretándolas correctamente?

—Bueno, pues... Había pensado pedirle ayuda a Becati —respondió.

—¿La becaria? ¡Estás loco! Si sólo lleva tres meses en la empresa —exclamó Mayte—. Estoy segura de que podrías encontrar otra compañera más válida, más experimentada y más... entregada.

Daniel se quedó algo sorprendido por la reacción de su compañera y le costó disimular su turbación. Mayte dejó la lata sobre la mesa y se acercó un poco más a Daniel, le quitó la cerveza para dejarla junto a la suya y empezó a acariciarle el pelo.

—¿No crees que te interesaría más contar con la ayuda de una compañera más profesional y con más ganas de darlo todo?

Daniel no pudo contestar porque Mayte empezó a besarle despacio, jugando con sus labios. Él acompañó sus besos y empezó a acariciar su espalda, sintiéndose cada vez más excitado.

—Bueno... creo que Becati... es una chica... muy profesional... y tiene muchas ganas de... darlo todo —dijo Daniel intercalando las palabras entre los besos, cada vez más húmedos.

—Pero... yo tengo más... experiencia.

Mayte se irguió y se quitó la blusa. Mientras empezaba a desabotonar la camisa de Daniel, continuó hablando:

—¿O no crees que mi experiencia es mucho más valiosa que la de esa insulsa becaria? No irás a ser tan tonto, ¿verdad?

—No, por supuesto...

—Así me gusta —dijo Mayte mientras se sentaba a horcajadas sobre Daniel y se desabrochaba el sujetador. Daniel comenzó a acariciarle los senos suavemente.

—Becati no es insulsa —dijo sin pensar—. Creo... creo que es muy válida y...

Mayte apartó las manos de Daniel de un manotazo y le preguntó:

—¿Te has acostado con ella?

—¡No! ¿A qué viene eso? —preguntó Daniel sorprendido.

—¿Cómo sabes que no es insulsa?

Daniel permaneció en silencio.

—No entiendo por qué te interesa la becaria más que yo.

Mayte se levantó del sofá y se puso de nuevo la blusa.

—¿Perdona? —Daniel se se incorporó rápidamente y se quedó sentado en el sofá sin salir de su asombro— ¿Quién ha dicho que Cati me interese más que tú? No entiendo...

—¡Tú lo acabas de decir! ¡Ah, claro! Quieres acostarte conmigo pero darle la cuenta de Mike a ella, ¿no? ¡Muy listo, Daniel! ¡Muy listo!

Mayte se quedó de pie frente a Daniel, con los brazos cruzados:

—No me esperaba esto de ti, Torres. Creía que eras especial, pero ya veo que eres como todos.

—Pero, Mayte... no entiendo nada. Pensaba que...

Una para cada unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora