—¿Señor Torres? Le llamo de Mike Sport Life. Soy la secretaria del señor Monterde, le paso con él.
—Ah... sí, gracias —respondió Daniel, mostrando su cara de sorpresa.
Mientras le ponían una de esas típicas canciones de espera, el señor Miralles le dijo levantando una ceja:
—Creo que no se está dando cuenta de la gravedad de la situación, señor Torres. Si no piensa tomarse en serio esta segunda...
—Es el señor Monterde, de Mike, enseguida vuelvo —le interrumpió Daniel, mientras salía del despacho.
Detrás de él salieron Márquez y Miralles, mirándose el uno al otro con gesto de asombro.
Daniel anotó algo en un papel que había en la mesa de su compañera Mayte, asintió y se despidió de su interlocutor. Cogió el papel y se lo entregó a Márquez.
—Quiere que nos reunamos para tratar nuestra propuesta y negociar la posibilidad de cerrar el contrato por cinco años —soltó Daniel con cierta petulancia.
—¿Qué has dicho, chico? —preguntó el señor Miralles, con incredulidad.
Daniel asintió en silencio.
—¿Has dicho que era Monterde, de la casa Mike Sport Life? — preguntó Márquez no con menos asombro.
Daniel volvió a asentir con la cabeza.
—Pero si tienen contrato blindado con Publi Mach —dijo Miralles.
—Pues ahora, lo vamos a blindar nosotros. ¡Blindemos por ello! —bromeó Daniel con una amplia sonrisa.
Miralles y Márquez se miraron atónitos. Casi no podían creer lo que acababa de decir aquel joven al que, hacía un momento, estaban intentando presionar con tretas intimidatorias. En el interior de Márquez surgió un repentino orgullo paterno hacia su empleado.
—Ves, Miralles, ya te decía yo que este chico tenía madera. En cuanto lo contraté supe que valía para este puesto y que...
—¿Dices que acabas de conseguir el contrato con Mike? —le interrumpió Miralles. Llevaban años persiguiendo esa gran empresa, sin lograr su objetivo.
—Si todo va bien, el martes, a las 10 de la mañana, nos espera en su despacho para firmar.
—Estoy realmente asombrado Torres. ¿Cómo es posible? Llevamos detrás de Mike desde que... ¡se inventó la publicidad! No sé cómo lo habrás conseguido hijo pero, enhorabuena —añadió Márquez.
Daniel estrechó las manos de sus jefes con poco entusiasmo, aunque con cierto aire de victoria, sobre todo al ver la cara pasmada de su compañero Pablo. Se dejó llevar por su ego para recrearse en aquel momento:
—Quizás, si me hubieran dado la oportunidad de explicarme, les podría haber contado la inesperada casualidad que el destino me tenía reservada para el día de hoy, motivo por el cual me he visto obligado a retrasar mi llegada unos minutos. Mientras el culo de mi compañero Pablo estaba a disposición de Martínez de Cangas, el mío me acompañaba para estrechar la mano de Monterde.
Por supuesto no pensaba contarles que el señor Monterde hizo el servicio militar con su padre, hecho que descubrió en su primera e infructuosa visita a Mike Sport Life, hacía unos meses. En la sala de reuniones donde le hicieron esperar casi una hora —hasta que entró la secretaria para decirle que el señor Monterde se había visto obligado a cancelar su cita —, estaba la misma fotografía que tenía su padre en la estantería de su despacho, con una inscripción similar en la que se podía leer "La quinta del sapo". Cinco chavales vestidos de militares sujetaban un batracio de las dimensiones de un conejo sobre una gran roca en medio del río. El segundo de la izquierda era su padre. El que estaba a su lado era Monterde.
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Una para cada uno
Novela JuvenilTres amigos; tres vidas. ¿Tendrán una oportunidad para cada uno o querrán compartir la misma? Daniel sueña con ser escritor, pero el imprevisto éxito profesional en la agencia de publicidad para la que trabaja le hará replantearse sus deseos. Carlos...