Capítulo VIII

1K 172 20
                                    

A la mañana siguiente, miró atentamente como el hombre se marchaba a desayunar para, al perderlo de vista, llamar a la puerta de la vivienda de Agnes.

Pasaron unos segundos antes de que fuera recibida, notando un semblante de alivio por parte de la mayor.

—Te dije que estaría bien— sonrió.

Estaba bien, pero no por el motivo que ella esperaba.

—Si tardabas un segundo más, saldría de inmediato corriendo a buscarte en cualquier sitio. ¡Me voy a trabajar!— exclamó inclinándose hacia atrás para avisarle a su familia.

Cerró la puerta tras de sí para ir caminando hacia el burdel. El sol recién estaba asomándose por el horizonte.

La noche anterior, cuando Jack dejó a _______ en ese edificio, le indicó que pasaría por ella en la mañana para así asegurarse de que se moviera con seguridad. La fémina planeó salir más temprano, pero para su sorpresa allí estaba el hombre de bigote esperándola.

Lo único que pedía era que esa noche no fuese a ser parecida a la anterior. Se sentía más segura si iba sola.

—¿Ya desayunaste, mocosa?

—No, lo haré cuando llegue y de ahí me pondré de cabeza a limpiar todas las ventanas.

—Si haces eso, yo me encargaré de arreglar algunos vestidos de algunas de las muchachas. ¿Tienes noticias de Cordelia?

—No. Solo sé que hoy regresaba. Quizás sepamos si ese caballero la desposó.

Caminaba a paso lento, oyendo los gritos de aquel hombre que ya agonizaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Caminaba a paso lento, oyendo los gritos de aquel hombre que ya agonizaba.

—¡Ojalá pudiera verse desde mis ojos y apreciar el bello color del pánico que tiene!

Exclamó mientras extendía los brazos a los costados, provocando que el sujeto en el suelo se siguiera arrastrando desesperadamente, haciendo el mejor esfuerzo por alejarse.

La noche estaba por caer, y la agencia Sentinel le había dado el encargo de acabar con un comerciante de niños que recientemente habían descubierto.

El trabajo sucio quedaba para él. Por eso mismo lo habían contratado.

—¡Ya basta! ¡Aléjate, psicópata! ¡Enfermo!

—No somos muy distintos, caballero.

Comentó al momento en que su víctima chocaba su espalda contra la pared, sin tener más espacio para distanciarse, sumádole el hecho de que una de sus piernas fue separada de su cuerpo.

Se agachó a su altura, dejándolo completamente paralizado y pálido.

—Usted trataba a unas criaturas inocentes como si fuesen los peores criminales y hacía lo que le daba la gana con ellos antes de venderlos.

Acarició despacio una de sus mejillas con las viejas tijeras que le pertenecían a ese mismo hombre.

—Aunque, sí tenemos diferencias ahora que lo pienso— habló pensativo —. Yo hago arte; lo suyo es horrorizante.

No tardó demasiado en acabar con él que ya se encontraba lejos del cadáver, tratando de limpiar sus vestimentas e ideando algo para eliminar la escena.

Sus colores se habían despintado mucho antes de dar su último aliento, algo que llamó ligeramente su atención. Su estado no hizo más que bloquearlo de la realidad que estaba experimentando.

No tuvo que seguir pensando cuando vio ingresar a dos agentes que se harían cargo del asunto. Los saludó cordialmente para salir de allí y experimentar el cambio de clima.

Se detuvo unos momentos al notar que era temprano todavía. Había acabado antes de lo planeado.

Miró a todos lados, descubriendo que nadie se movía solo por las calles. O al menos la gran mayoría. Desde el segundo asesinato a la prostituta, todos tomaron medidas de precaución, sobre todo las trabajadoras de noche que la pensaban dos veces antes de ir con un cliente.

Al voltear a un lado, quedó estupefacto por un brillante color que denotaba amor puro. Se trataba de un muchacho joven que no podía dejar de observar una prostituta que seguía sin percatarse de su presencia.

—Es... maravilloso...

Avanzó pocos pasos pero congeló cada movimiento para seguir presenciando la escena, cuando sus miradas se cruzaron y se regalaron la primera sonrisa. No se trataba del primer encuentro en lo más mínimo.

Luego le extendió su mano a la muchacha quien no dudó en acercarse y tomarla, para alejarse de ahí, desprendiendo un color parecido al de él.

—Una tierna historia de amor... Con los colores correspondientes...— sonrió dulcemente.

Raras veces se le presentaba la oportunidad de ver algo así, tan puro y natural.

No solo amaba el color del miedo, sino también una de sus contrapartes: el amor. Uno implicaba alejarse, y el otro la proximidad.

Al dirigir una mano al bolsillo de su chaleco para tomar su reloj, lo sacó acompañado de un colado.

Era el listón que le había regalado a _______ y se le cayó.

Por las pocas veces que llevaba viéndola, siempre lucía despeinada, por lo que optó por hacerle un regalo que le fuese útil para eso. Además, iba con una dama como ella.

Sonrió ansiando volver a ver sus opacos colores que no hacían más que generarle curiosidad. ¿Solo el ambiente le hacía tenerlos así? ¿O cuál podía ser su historia?

Para comenzar, la fémina no le hablaría en lo más mínimo de ella por sus altas defensas. Pero eso no lo detendría a indagar.

Miró la hora para guardar ambos objetos en su lugar, sabiendo que esa noche le entregaría lo que le pertenecía a la chica, aunque no sabía exactamente a qué hora saldría del burdel para ir con la otra mujer.

¿Cómo mostraría ______ su amor? ¿Cómo sería su forma de amar?

—La curiosidad no mató al gato— se dijo a sí mismo, emprendiendo camino al prostíbulo.

Holisss, ¿cómo están? ¿Qué tal este capítulo? ¿Otro capítulo en un ratito o lo dejamos para mañana?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Holisss, ¿cómo están? ¿Qué tal este capítulo? ¿Otro capítulo en un ratito o lo dejamos para mañana?

Besos♥

DAMA |Jack el Destripador y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora