Capítulo X

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—¿A cuánto la reserva, jovencita?

Pasó de largo a ese hombre, mientras que pintaba un serio semblante y cargaba con una canasta de ropa para doblar, que recién terminaba de secar al sol.

—Depende de la prostituta.

Dijo para ir a otra habitación.

—¿Y usted?— alzó el volumen de su voz, inclinándose para buscarla con la mirada en el siguiente cuarto, mientras aguardaba a la reserva que ya había hecho.

—Lo siento, pero no es una prostituta— comentó Agnes, saliendo de ese mismo lugar —. Es una encargada de limpieza.

—Que lastima— se lamentó —. Es joven y de buen aspecto. ¿Es nueva? No la había visto antes.

—Para nada que es nueva.

Siguió hablando con Agnes, al tiempo en que _______ sacaba la ropa del canasto para empezar a arreglarla.

Ese día estaba bastante molesta. Jack Smith no paró de repetir lo linda que se veía, ya que se había peinado sola con su nuevo listón. Sentía que eran comentarios muy distintos al que le dio el día anterior.

Llegó a ser irritante.

Ya en un momento le dijo que se quedara callado, y que la dejara seguir sola el camino, que ya estaba cerca a llegar. Incluso agregó que no quería saber nada de él esa noche, que iría sola al burdel.

Ni siquiera volteó a verlo ni nada, solo cuando llegó a la puerta de Agnes confirmó que estaba sola.

Al menos pensaba que eso era un punto a su favor.

—Te peinas y llamas la atención de uno de nuestros clientes frecuentes.

Se sobresaltó, ocasionando que se parara derecha y regresara a ver a la mujer mayor que ingresaba.

—¡Madam! ¿Qué hace por aquí?

—¿Estás asustadiza? Ni que fuera un monstruo, mocosa— dijo para dirigirse a sentar a la mesa que la chica utilizaba.

—Estaba pensando, era todo— respondió para continuar con lo suyo —. ¿Qué fue lo que dijo?

—Dije que un cliente frecuente a mostrado interés por ti.

______ frunció sus labios con cierto disgusto. No deseaba eso en lo más mínimo.

—Agnes se quedó hablando con él para hacer que entienda que no eres una prostituta— continuó la mujer que arregló uno de los anillos de su mano —. Pronto tendrás que iniciar, mocosa. No es por alarmar, pero Catherine me dijo que estos serían sus últimos dos días aquí.

—¿Qué?

Regresó a ver a la mayor con asombro y confusión.

—Lo que oíste. Ese asesino de prostitutas la asustó demasiado y con esto de que mis hijos se están tardando en llegar, menos seguridad le da.

Sus hombros cayeron lentamente, viendo a la madam que estaba afligida.

—He visto que Lydia y Winifred también han querido tocar el tema de irse, pero no se animan.

Dejó por unos momentos lo que hacía para dirigir su mirada a sus propias manos. No creía que todo aquello fuese a ser tan aterrador para ellas, y más si estaban protegidas en aquel edificio. Por lo que notaba, sus dos víctimas habían sido mujeres que estaban en la calle.

Esperaba que no hubiese una tercera, menos que fuera una de las conocidas que se marchaba.

—Así que...— soltó un suspiro la mayor para ponerse de pie —Te tocará trabajar como prostituta también y las tareas se repartirán de forma más equitativa hasta que lleguen más mujeres. Si es que llegan...

DAMA |Jack el Destripador y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora