Capítulo XVIII

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—Ahí... está...— habló bajo, acabando de limpiarle el rostro de la sangre que le había salido de la nariz.

Luego de que las cosas se fuesen tranquilizando, lo que tardó varios minutos, subieron a una habitación ya que el hombre iba a "reservarla". De paso, _______ se encargó de atender todo lo que le sucedió en menos de un pestañear.

—Se lo agradezco mucho, mi estimada dama— siguió sosteniendo un trapo humedecido contra su mejilla que había recibido una buena cachetada —. Sigue sin responderme a cómo está usted. La golpearon en el vientre.

Preguntó, estando sentado en una silla, siguiéndola con la mirada.

—Bien... Apenas siento dolor ahora...— acomodó algunas cosas que utilizó sobre la mesa, para terminar pasando una mano por donde fue golpeada.

Soltó un pesado suspiro, dejando caer sus hombros a la par en que recordaba lo que acababa de pasar. Hubo un punto a favor de Jack luego de que todas presenciaran la forma en que protegió a la muchacha.

—Yo... soy quien tiene que agradecerte...

—"La gratitud es el vino de la vida humana, que devuelve a las almas su agudeza"— recitó dulcemente al tiempo en que cerraba los ojos con una pequeña sonrisa.

Cuando los volvió a abrir, observó que la muchacha le dedicaba una confusa mirada y arqueaba una ceja.

—No entendí ni "a"— confesó sacudiendo apenas la cabeza.

—Es una cita del gran maestro William Shakespeare.

—Ah, ese imbécil...— recordó la primera vez que hizo mención del susodicho —Lo que yo quería decirte, y no me hagas repetirlo otra vez— frunció su semblante para desviar la mirada —, es que muchas gracias... Quizás no la contaba...

—Mi estimada dama... Yo soy quien tiene que agradecerle en verdad. Nunca nadie me protegió de la manera en que usted lo hizo— comentó para doblar de otra forma el trapo y volverlo a colocar contra su mejilla —. Para demostrar mi inocencia, me hubiese quedado a recibir todo lo que me tirasen. Cuénteme, ¿toda la inquietud se debe a ese tal "Jack el Destripador"?

La muchacha asintió lentamente, demostrando pesar en su mirar.

—Te hubieras ido. ¿Qué tienes en la cabeza para quedarte a recibir golpes?— interrogó en desacuerdo.

—Deseaba verla y hoy poder conocerla mejor, tal como me dijo anoche.

Quedó unos momentos callada, mientras tomaba asiento en el borde de la cama, apenas tomándose de los codos y apoyándose sobre sus rodillas.

—¿Y qué ganarías conociéndome?

—Pues ganaría el privilegio de conocer la complejidad de su ser, descubrir las riquezas de sus historias y encontrar la magia que reside en su singularidad.

Poco a poco, los colores de la muchacha fueron bajando su intensidad, provocando que una sonrisa surcara los labios de Jack. Incluso veía el color que se había apoderado de sus pómulos. Era demasiado linda.

—Bien...— suspiró rendida, agachando la cabeza —¿Qué deseas saber?

—Respecto a Rosalind, la mujer que le dio vida.

Con la boca bien cerrada, soltó una queja para acabar echando la cabeza hacia atrás.

—Esa perra...— mencionó, como si trajera a su mente toda la información —Murió hace dos o tres meses, no mucho en realidad. Había tomado demasiado y confrontó a un cliente, y acabó como acabó.

Se desplomó en la cama, pasando sus brazos hacia arriba y viendo el techo.

—Fui su cuarta hija. Los tres anteriores se los vendió a unos clientes. Agnes me dijo que fueron varones...— hizo una pausa antes de continuar —La madam le dijo que a mí no me vendiera, pero Rosalind advirtió que no me criaría. Me contaron que hubo una gran discusión por eso.

DAMA |Jack el Destripador y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora