Capítulo XV

881 157 29
                                    

—Habitación tres... segundo piso...— reiteró las palabras de la mujer que lo recibió cuando llegó.

Al dar con la habitación, chasqueó los dedos y dio ligeros golpes a la puerta, a pesar del ruido que venía de su interior. Pero aún así nada.

Tendría que aguardar a que terminaran. Si se ponía a pensar, se había ido rápido de su conversación con _______.

En la misma notó nuevos colores que no había visto en ella. Lastima, compasión e incluso tristeza. Le daba curiosidad ese lado que mostró a pesar de la zona a oscuras en la que intentó refugiarse de su vista, sin saber que igual la vería y más sus colores.

¿Cómo sería su historia? ¿A qué se debían sus reacciones?

Podría regresar y seguir conversando, pero temía fundirse tanto en las palabras que acabaría por ignorar para lo que realmente había quedado y perder a su objetivo.

Miró el suelo unos segundos, pensativo. Tenía claro que regresaría para poder charlar con su estimada dama, ya que su curiosidad había despertado aún más.

 Tenía claro que regresaría para poder charlar con su estimada dama, ya que su curiosidad había despertado aún más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su vista viajó de la bolsa de monedas que dejó sobre la mesa a la puerta que cerró apenas hacia unos segundos. ¿A qué se refería con lo de no salir ante cualquier ruido y por su propio bien?

Quedó paralizada un buen tiempo, comenzando a desconfiar respecto al hombre. ¿En qué consistía ese trabajo secreto? Con lo único que contaba era con el indicio de que nada bueno era. Si recibía esa advertencia, no la hacía más que poner a pensar.

Respiró profundo para dirigirse a la puerta, a paso lento y pensando las cosas. Estaba decidida a seguirlo y, si era necesario, sacarlo a escobazos del burdel. Debía de estar preparada ante cualquier cosa.

Pero cuando fue a tomar la manija, se detuvo. Si lo decía, era por algo. Quería su bien.

Al pensar eso, se sonrojó. ¿Qué iba a querer su bien si ni siquiera la conocía? ¿Acaso podía sentir algo por ella de cualquier modo? Imposible.

Sacudió su cabeza de la vergüenza en un intento de borrar tales pensamientos. Pero aún así, quedó congelada en su posición, debatiendo respecto a ese tema. La trataba de una forma muy linda; un trato que nunca había recibido de nadie.

Ni podía creer que con un simple pensamiento, su imagen de Jack se iba transformando a grandes pasos. Incluso sentía su corazón latir con fuerza.

—No seas estúpida...— se dijo a sí misma, posando el talón de su mano libre en la frente.

Sus ojos se abrieron de a par cuando oyó un ruido extraño desde fuera. Parecía ser un golpe en seco para luego escuchar como unos pasos se dirigían a la siguiente planta con rapidez.

¿Qué debía hacer? ¿Realmente estaría bien? ¿En serio se estaba preocupando por ese idiota?

De cualquier modo no se movió, menos al oír otras pasos más pesados ir al tercer piso.

DAMA |Jack el Destripador y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora