Capítulo II

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—¿Qué? ¿No era el señor Pemberton?

—Supongo que no...— habló ______ al tiempo en que fregaba el suelo con fuerza, debido a una mancha que se negaba a salir.

—¿No era calvo?

—Nah— se detuvo unos segundos para retomar el aire y pasar una muñeca por su frente, intentando correr algunos cabellos —. Tenía pelo gris, y bigote.

—¿Acaso habrá sido un amigo del señor Pemberton? Tal vez era un regalo para él por algún motivo en especial— habló Agnes, una mujer que pasaba los cuarenta años, mientras limpiaba unas ventanas —. Además se me hace raro que pidiera por ti por tu parecido con Rosalind. Estaba muy decidido a reservarte ya que ella falleció. Lo vi con mis propios ojos.

—No sé la verdad... Jamás conocí a ese viejo.

Dejó caer su cabeza y soltó una alargada queja para así retomar con su labor.

—Me hubiese ahorrado mucha vergüenza si me hubiera dicho desde un comienzo que no quería tocarme. Ese gran hijo de puta...

Apretó con fuerza sus labios para fregar con muchas más energías, adquiriendo un tono rojizo en sus pómulos, por recordar la vergüenza que pasó en ese momento.

—Ya no le sigas dando vueltas a eso, mocosa.

—Sólo estoy molesta... ¿No entiendes que me senté sobre él y se me quedó viendo con cara de "y esta qué hace"? Debí parecer una completa estúpida...

Relajó sus movimientos, habiendo logrado quitar la mancha. Se arrodilló para dejar caer sus manos sobre sus muslos y voltear a ver a la mujer mayor a ella que le hablaba.

—Yo también tuve clientes así en mis tiempos de prostituta. Por lo general se debe a que son primerizos o tímidos— soltó un suspiro para tomar un corto descanso y voltear a mirar a _______ —. No conozco a ningún cliente con las características que me diste de ese tipo. Tal vez haya sido primerizo.

—No me importa si primerizo o veterano, solo que me hubiese dicho que no tenía intenciones de tener relaciones conmigo y listo— se quejó, haciendo una notoria cara de disgusto —¡Ah! No te conté la mejor parte...

Alzó un dedo al recordar eso, sentándose más cómoda en el suelo.

—Salió por la ventana como si nada.

—¿Qué?— preguntó desconcertada.

—Lo que oíste— se encogió de hombros —. No lo vi hacerlo pero tampoco por ningún lado cuando me asomé a ver. También hizo mención de que había hecho ya un trabajo secreto o algo así.

Agnes tenía el semblante fruncido a no más poder, tratando de comprender qué estaba pasando.

—Podrías preguntarle a la madam si contrató a un hombre o algo. Pero si te dijo que es secreto, no creo que te llegue a decir mucho la madam...

—Ya no quiero saber más del tema. Ni siquiera estoy interesada en saber quién fue, amigo o enemigo del señor Pemberton.

—Hola, hola, a las más encantadoras de por aquí.

Ambas regresaron a ver a Charlotte, que venía cubriéndose con una manta que resbalaba desde sus hombros y arrastraba por el piso. _______ le llamó la atención respecto a eso ya que la ensuciaría o mojaría.

—¿De qué hablaban?

Interrogó con cansancio, para sentarse sobre la mesa que había a un par de pasos.

—De la reserva de ______.

—Oh, ¿y cómo te fue con eso?— preguntó inclinándose ligeramente hacia delante.

—No era el señor Pemberton y no pasó nada.

—¿Qué? ¿En serio?

La menor soltó un pesado suspiro para asentir a la pregunta.

—Que extraño... Él tenía el papel de la reserva...— habló pensativa la prostituta, rascándose la cabeza con duda —¿El té le habrá quitado el apetito?

A lo que decía, provocaba que las otras dos mujeres se extrañaran, sobre todo _______.

—¿Cómo sabes todo eso?

—¿Mm? 

Charlotte ladeo la cabeza, habiendo salido de sus pensamientos.

—Pues yo salí a tomar aire para intentar que no me pegara tan mal el alcohol que trajo el hombre que me reservó, y justo lo vi acercarse con el papel de reserva...— frunció las cejas, tratando de recordar bien —No sé si leí tu nombre o él lo dijo y lo guié a tu habitación, ¿o fue que lo arrastré?— balbuceó lo último para sí, haciendo que las otras dos mujeres se vieran mutuamente —Y antes de entrar me dijo si podía hacerse un té, y lo llevé hasta la cocina y salí corriendo al baño a vomitar... Y ya no me acuerdo más...

—Tendré que hacer un té recuperador— habló rendida la mayor de las tres —. Debes de tomar con moderación.

—Es que estaba muy delicioso...— se defendió, dejando escapar una pequeña queja.

—No es excusa. Piensa en las consecuencias para la próxima, porque la resaca no es nada llevadera— la mujer dejó las cosas de lado.

—¿Pero en serio no te tocó ni un poquito?— siguió con el tema la pelirroja, que se levantaba a duras penas, regresando a ver a _______.

Sacudió la cabeza en forma de negación.

—Que primer cliente tan mierda...— continuó quejándose para ir a rastras hasta la cocina mientras que la otra mujer se acercaba a ______ que se ponía de pie.

—Al menos no eres prostituta por los momentos, mocosa.

Posó su mano sobre su hombro, alejándose mientras que el contacto desaparecía lentamente.

Tenía que verle el lado bueno a esa situación a pesar de la vergüenza que pasó: no se había iniciado como prostituta. Tampoco deseaba serlo. Luego de ver con sus propios ojos la realidad de muchas de allí, prefirió dedicarse a la limpieza y mantenimiento por completo.

Más por cómo le pintó todo su progenitora.

¿Quién habrá sido ese hombre? ¿Cómo consiguió la reserva? ¿Qué trabajo tuvo que hacer? Tenía miles de dudas al respecto, pero tampoco deseaba saciar su curiosidad porque eso implicaría volver a verlo, lo cual era cosa totalmente incierta.

Hizo hacia un lado su cabeza, estirando el cuello. Era imposible que lo volviera a ver. Si nunca antes lo había visto, tampoco lo volvería a ver.

Ojalá fuese así, rogaba.

Ojalá fuese así, rogaba

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DAMA |Jack el Destripador y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora