Esa noche había acompañado a Agnes hasta su hogar y saludó rápidamente a su familia que seguía despierta a esas horas, a excepción del menor que yacía dormido en brazos de su padre.
—Quédate a dormir esta noche, mocosa— la tomó de las manos, mientras que la veía con preocupación —. Puedo tirar un par de mantas al suelo, y mañana regresamos al burdel juntas.
—No, Agnes. No quiero interrumpir en tu casa. Mañana vendré temprano a buscarte— habló tranquila y sonriendo de la misma manera, para intentar dejarla igual. Pero los nervios de la mujer no solo los percibía, también los sentía por apretar sus manos.
—No interrumpes, mocosa. Hazme caso-...
—Estaré bien, eh...— volteó a ver a todos lados, hallando en un rincón una vieja rama.
Se soltó del agarre para ir hasta allí y regresar frente a la mujer.
—Esto me mantendrá segura si eso te deja más tranquila.
Agnes vio insegura el palo.
—No será la primera vez que parta un palo en la cabeza de alguien— mencionó como si nada, haciendo que la mujer suspirara.
—Sigues sin convencerme...
—Entonces me marcho antes de que decidas atarme a una silla— retrocedió rápido varios pasos, provocando que la mayor se sobresaltara —. ¡Mañana vendré por ti!
Tuvo que regresar la vista sobre su hombro al no escuchar respuesta de parte de Agnes, hallando a la misma bastante preocupada bajo el umbral. Se detuvo para bajar sus hombros.
Dejó a un lado la rama para correr a abrazarla, haciendo que correspondiera de inmediato.
—Mañana cuando me veas, sabrás que estoy bien— se separó mientras la tomaba de los brazos.
—Vete antes de que me decida encerrarte en una habitación.
La muchacha sonrió para alejarse de nuevo, e ir a tomar su arma defensiva.
Las luces de las calles seguían encendidas y no había nadie por ahí, lo cual llegaba a tranquilizarla. O eso deseaba pensar, ya que desde que habían salido del burdel sentía una extraña sensación tras ella.
Volteó a sus espaldas, sin hallar nada nuevo.
Que se acercara quien quisiera, que tenía puñetazos para repartir y una buena quebrada de palo por la cabeza.
—¿Quién es?— alzó el volumen de su voz.
—Perdón si la asusté, mi estimada dama.
Al oír eso a un lado de ella, saltó del susto para tomar distancia y voltear a ver al hombre de cabellos grises. ¿Él de nuevo?
—¿Qué mierda quieres, estúpido?— agarró la rama con fuerza ante cualquier movimiento que hiciera —¿Por qué me sigues? ¿Quieres matarme?
—No quiero su muerte, mi estimada dama— posó una mano en su pecho para hacer una reverencia —. Solo deseo verla llegar bien al burdel. No puede salir sola con un asesino suelto.
—¿Y eso qué te importa a ti? Tampoco me puedes decir qué hacer— escupió las palabras, viendo como se paraba bien de nuevo, con un semblante neutro pintado en el rostro —¿Qué quieres? ¿Acostarte conmigo?
—Tampoco quiero eso, mi estimada dama. Sólo su seguridad.
Sus colores no bajaban su intensidad. Seguía a la defensiva.
—¿Qué te va a importar mi seguridad si no te conozco y yo a ti?
Dio media vuelta para continuar camino, al tiempo en que el hombre la alcanzaba.
—"Lo que llamamos rosa con cualquier otro nombre olería igual de dulce".
Recitó de una forma que sonó poético, tomando postura al pronunciar las palabras, estirando un brazo y apoyando una mano en el pecho.
—¿Qué?— preguntó extrañada para verlo de mala gana.
—Es una cita de William Shakespeare. ¿Lo conoce, mi estimada dama?
—Debe ser otro imbécil como tú— trató de ignorarlo, agarrando con fuerza la rama que llevaba en una de sus manos.
—Oh, no, por favor no me compare con un gran maestro, a pesar de que los dos hagamos arte.
_______ rodó los ojos, mientras que Jack la veía por el rabillo, esperando comentario alguno de su parte. Sus colores denotaban enojo y desconfianza.
—Lo que quise decir anteriormente— carraspeó la garganta —, que saber o no su nombre, no perdería la importancia esta situación de asegurarme de que llegue sana y salva al burdel, mi estimada dama.
Soltó una queja, deteniéndose para encararlo. Pero al hacerlo, oyó como un gato trataba de alejarse de un perro que lo seguía ladrándole, provocando que se asustara mientras que el hombre de cabellos grises antepuso un brazo, entre ella y esa escena. Estaba bastante sensible.
Probablemente, de forma inconsciente, le había afectado la noticia de las prostitutas asesinadas.
Intercambió miradas con él para bufar y seguir camino, al tiempo en que él la seguía en silencio.
—Si esto la hace sentir más tranquila, me presento— la alcanzó, apoyando una mano en su pecho, asintiendo con la cabeza —. Me llamo Jack Smith. ¿Y usted, mi estimada dama?
Regresó a verla, notando que sus colores bajaban de intensidad.
—______.
Dijo como si nada. Jack quedó a la espera de que dijera su apellido, pero no agregó más. Tampoco deseó incomodarla en preguntarle al respecto. Quizás era una familia de la que no estaba muy orgullosa o no tenía uno.
—Es un nombre muy bello para mi estimada dama.
La chica lo ignoró a la vez en que comenzaba a utilizar el palo como bastón para andar.
Él, por su parte, miró a su alrededor, para intentar encontrar algo para sacar un tema de conversación.
Había logrado dar con ella por querer ir a ver cómo se hallaba tras la noticia, pero justo la vio salir junto a otra mujer, mientras hablaban de que la joven no tendría luego problema en regresar sola.
En un inicio planeó seguirla desde las sombras para asegurar su bienestar en la ida y vuelta. Pero no esperó que tuviese un agudo sentido que provocara que lo delatara.
La vio por el rabillo del ojo para descubrir que sus colores seguían iguales, no continuaron disminuyendo. Se mantenía alerta.
—¿No cree que está encantadora la noche, mi estimada dama?
—Está como cualquier noche despejada— habló en un serio tono, regresando a ver a otro lado por creer haber visto algo.
—¿Y cómo le resulta cualquier noche despejada?
—Qué sé yo...— murmuró. Muy pocas veces se había detenido a apreciar la belleza de la noche, pero tampoco quería compartirlo con él que apenas sabía su nombre.
No se podía fiar, menos si seguía desconociendo el motivo por el cual estuvo en el burdel esa madrugada si no era para lo que todo hombre iba.
La hacía sentir extraña.
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DAMA |Jack el Destripador y tú|
FanficPodía tener la categoría más baja, pero seguía siendo una dama. A veces sus comportamientos no eran los adecuados, o su vocabulario, pero seguía siendo una dama. Todo el esfuerzo que realizaba no parecía de una dama, pero seguía siéndolo para él. An...