Capítulo 7

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Un rayo de luz blanca cayó directo en mi rostro, haciendo que mis párpados lo notarán, abriéndose lentamente con molestia. Una arcada en mi garganta fue lo que me hizo recuperar la conciencia por completo. Abrí los ojos de golpe, y las náuseas como un terrible dolor de cabeza comenzaron a invadir mi cuerpo. Los músculos me dolían tanto que el simple hecho de moverlos algunos centímetros se sentía como si estuviera cargando pesas con el doble de peso que el mío.

Mire hacia arriba, y lo único que logré ver fue el techo de algún automóvil. Giré la mirada un poco, y vi la ventana sucia de dónde provenía el rayo de sol. Me costó un poco que mis ojos se lograran adaptar a la intensa luz, pero cuando logré recuperar la visión un poco, me percaté de que el automóvil estaba en movimiento. Estaba acostado en la parte trasera del auto, y no tenía ni idea de quién iba conduciendo. Lo primero que mis oídos lograron percibir fue la música del estéreo, siendo Love Me Two Times, de The Doors la que se iba reproduciendo.

Traté de girarme un poco para ver quién iba conduciendo, pero las náuseas regresaron a mi estómago, obligándome a quedarme acostado en el sillón, luchando internamente por no soltar todo lo que traía en el estómago.

-Hoy no pienso dormir en el suelo, de verdad. La otra noche dormí con Lydia y no sé con quién mierda más, pero me cansé de oler esa alfombra llena de orines -comenzó a hablar la voz de un chico que no logre reconocer en absoluto, viniendo de enfrente del asiento de copiloto.

-Por favor, no es tan malo, si bien de seguro estabas muy cómodo acurrucadito con Lydia -se burló la voz de otro chico, siendo este me imagino el que conducía.

-Sí, sí, muy linda y todo, pero quiero ver que trates de dormir con ella sin que salgas lleno de moretones. Esta loca, en medio de la noche comienza a murmurar estupideces y soltar patadas y arañazos. Ya no lo soporto, ni una noche se puede quedar quieta.

Entre tanto parloteo, un bache que el estúpido que iba conduciendo paso sin cuidado sacudió todo el auto, lo que me imposible seguir tolerando las náuseas, no dejándome más opción que levantar mi cabeza, y comenzar a tratar de abrir una de las ventanas.

-Hey, mira quien se despertó -escuche al conductor burlarse, mirando por el espejo retrovisor.

-Vaya, vaya, bella durmiente, de verdad que por un momento pensé que ya te habías muerto. Ya empezábamos a considerar la idea de tirarte a la carretera antes de que tu cuerpo comenzara a apestar -escuche al chico del asiento del copiloto, girándose para poder verme.

-Quiero... vomitar -fue lo único que alcancé a pronunciar, antes de que otra arcada me contorsionara.

-¿Dijo que va a vomitar? -preguntó el conductor, alterado.

Rápidamente trate de abrir una de las ventanas, pero no logré encontrar la manija para abrirla, así que comencé a golpearla débilmente mientras otra arcada me hacía inflar mis mejillas en un intento desesperado por aguantar un poco más.

-Mierda va a ensuciar todo ¡No, no idiota! ¡Abre la otra, la otra ventana! -me gritó el copiloto, jalándome para que me apartara y fuera del otro lado-. Por un demonio, ¡Estaciónate, rápido! -le gritó a su compañero

-¿De qué hablas? No puedo detenerme, vamos en la condenada carretera.

Finalmente logré abrir una de las ventanas. Saqué mi cabeza, y escupí todo lo que mi cuerpo ya no toleraba, saliendo volando por la fricción hacia todos lados, ensuciando un poco la puerta del auto por afuera, y un poco mi rostro.

-Dios, que puto asco -se quejó el conductor, mirándome por el retrovisor.

Yo metí lentamente mi cabeza, con la garganta ardiéndome y un terrible dolor de estómago que no me dejaba aclarar mis ideas.

Crónicas de un criminal. La danza de la muerte (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora