Capítulo 13

58 10 27
                                    

Ryuu

1987

Ryuu miro la entrada de aquel viejo parque con cierto remordimiento. Llevaba años que no había vuelto ahí, y pese al paso del tiempo, aun podía recordar perfectamente el olor a la lluvia, humedad y sangre combinados. Y el sentimiento de haber asesinado por primera vez a alguien, a una persona, un ser humano... era hasta escalofriante.

Pero no tenía caso sobre pensarlo, lo hecho, hecho estaba. El pasado era pasado, y no podía cambiarlo.

Camino hasta la entrada de la línea del metro que lo llevaría a su casa. Se metió a uno de los vagones, que, para su suerte, no estaban abarrotados de gente como normalmente siempre estaban, y se sentó en una de las sillas, mirando hacia la ventana, y se quedó perdido mirando su reflejo en la oscuridad del túnel. Miro la funda de su katana que llevaba encima de sus piernas, envuelta para que no llamara la atención, y comenzó a ensayar en su mente, las palabras que diría cuando llegara a casa.

¿Cómo estarían todos ahí? Llevaba más de media década desde la última vez que los vio. Seguramente su hermano ya hubiera crecido más, y lo podría conocer al fin. Su padre y su madre quizá seguirán trabajando en el dojo, o en el peor de los casos, lo hubieran vendido para poder subsistir, y en el mejor de los casos, retirarse. De igual manera, se preguntaba si es que ellos habían aceptado todo el dinero que siempre les enviaba por correo. Al menos cada dos semanas, Ryuu se encargaba de escribir varias cartas a su familia, preguntando cómo estaban todos, enviando en cheques unos cuantos millones de yenes. Se suponía que era dinero limpio, ya que Kazuma se encargaba de lavarlo para que así la policía no metiera sus narices; pero aunque había seguido esa rutina por años, enviando incontables cartas y dinero... nunca se las habían respondido de vuelta. Ni una sola vez.

Ese pensamiento mortifica a Ryuu, y casi le hace arrepentirse de su decisión de volver a casa. Pero tenía que ser valiente, no podía seguir evadiendo su responsabilidad. Había que encarar las consecuencias de frente; eso es lo que le habían enseñado.

A quién quería engañar, él sabía bien que era un cobarde. Seguía siendo ese niño inmaduro y enojado que fue a buscar un cuchillo para vengarse de sus compañeros. Ese mismo niño con el mismo deseo de sangre.

Un animal rabioso al que le decían a quién morder y a quién matar. Un asesino. Un monstruo... un cobarde.

Finalmente, el vagón del metro llegó a la estación que Ryuu quería llegar. Se levantó de su asiento, tomó su katana, y se dispuso a salir por la puerta corrediza, tratando de encarar lo que fuera que le esperará del otro lado. Tener que enfrentar las consecuencias de años de crímenes.

¿Su madre lo reconocería?

Él esperaba que sí, aunque muy en el fondo, sabía perfectamente que no... no lo haría.

1979.

1979

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Crónicas de un criminal. La danza de la muerte (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora