Capítulo 16

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Las notas de un piano llegaron a mis oídos, y yo instintivamente abrí los ojos. Era notas suaves y tranquilas, como si alguien estuviera jugueteando con él. Tomé una bocanada de aire, me levanté como pude, y comencé a caminar lentamente.

No había nada a mi alrededor, más que profunda e inquietante oscuridad. Negro absoluto, sin contrastes ni matices. Solo negro. Después de caminar unos segundos siguiendo las notas del piano, una puerta se apareció enfrente mío. Era la puerta de mi departamento. Pero solo estaba el marco, no había alguna pared que la sostuviera, sólo el marco y la puerta. Mire detrás de ella, pero tampoco había nada. Solo más oscuridad.

Entonces traté de girar la manilla, pero estaba cerrada. Pegue mi oído junto a la puerta, y escuche que las notas de piano venían de dentro, apagadas y distorsionadas. Entonces metí mi mano en el bolsillo de mi chaqueta, y saque la llave para abrirla, pero al tener en mis manos, me percate que estaba cubierta de sangre, al igual que toda mi mano, chorreando y manchando el piso negro.

Metí la llave en la cerradura, y giré la manija. Al entrar, al fondo de la eterna oscuridad, había un chico vestido de blanco, sentado en un banquillo, tocando el piano. Cuando me acerqué un poco, el chico, sin dejar de tocarlo, giró la mirada, y me vio con una sonrisa animada. Era Lennon.

-¡Arthur, mi amigo! Así que reviviste nuestra invitación -exclamó de forma feliz, regresando su mirada al piano, y volviendo a tocar aquellas mismas notas, aunque en un ritmo un poco más rápido-. Pensé que no llegarías, como siempre, tarde.

-¿Invitación? ¿Qué invi...?

-Olvídalo, lo importante es que llegaste. Estamos felices de que estés aquí.

-¿Felices? ¿Quiénes están felices...? -pregunté, confundido, pero no me respondió.

Siguió tocando el piano, hasta que finalmente, al llegar a una de las notas altas, comenzó a cantar, con una voz rasposa y cansada, pero que, de algún modo, denotaba cierta alegría en la melodía.

En invierno, las memorias se vuelven borrosas.

Llega el verano, y la melancolía ataca.

Y los días pasan (tan rápidos), pero los recuerdos perduran.

Una voz femenina se unió en aquel último verso, y fue entonces cuando sentí que alguien me tomó de los hombros animadamente. Cuando me giré para ver quien era, vi a una chica feliz, con un hermoso vestido blanco, y con un cabello precioso, terminando en las puntas con un hermoso tono morado. Era Astrid. Ella me sonrió con calidez, y me tomó de los brazos, haciéndome dar una vuelta sobre mí mismo con fuerza, como si bailáramos; comenzado a cantar junto con Lennon.

Las estaciones, siguen sin parar (sin parar).

Pero tu canción sigue en mi oído.

Tu recuerdo precioso (atormenta mi corazón).

Pero te sigo queriendo igual que ayer.

Las notas del piano se volvieron mucho más animadas. Lennon tomó aire para seguir cantando, y comienzo a moverse en su banquillo más animadamente, mientras las patas que sostenian al instrumento, al igual que el asiento de Lennon, comenzaban a levantarse al son de la música, mientras sangre comienza a escurrir de ellas. Astrid me toma de las manos, y sonriendo, cerrando los ojos, comienza a dar vueltas conmigo por todo el lugar, acompañando la voz de Lennon con un cálido coro.

No, no quiero que me abandones.

Abrázame con amor.

Quiero sentir tu cuerpo con el mío.

Crónicas de un criminal. La danza de la muerte (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora