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Lindsay bajaba las escaleras de su apartamento en el Corso para
encontraste con Coriolanus Snow y así poder partir a la Academia, donde estudiaban.

Hoy era el día de la cosecha y este año habían asignado a los mejores 24 estudiantes para ser mentores de un tributo de los juegos del hambre.

Castigo horrorosos implementado por el Capitolio para tener bajo control a los distritos luego de los días oscuros, a la chica particularmente no le agradaba pero su familia estaba orgullosa de ser partícipe luego que los rebeldes le arrebataran uno de sus grandes amigos a su padre, Caussus Snow.

Este es el décimo año que se celebra y Panmen ya no le interesa por lo que el decano, Higbotgon y la Vigilante en Jefe, Gaul les asignaron un proyecto.

- Buenos días, Linny - la saludó Coryo usando un apodo que solo el utilizaba.

- Buenos días, rizos - le devolvió el saludo con una sonrisa brillante y revolviendo su pelo rubio lleno de rulos.

Zital ha estado enamorada de Coriolanus Snow desde que tiene memoria. El ha estado en todos los eventos de su familia y ella en la suya. Una de las mejores amigas de Lindsay es su prima, Tigris. Por eso la chica sabía tanto sobre el, incluso lo que no quieren que nadie sepa.

- He estado pensando... - la de ojos verdes empezó a hablar pero la interrumpió.

- Wow, eso es... nuevo - Coryo hizo una cara de sorpresa.

- Estupido - Linny soltó una risita y le dio un golpe suave en el brazo - bueno, como te decía. He estado pensando que deberíamos ser aliados.

Snow la miró curioso.

- ¿Aliados? - Coriolanus no entendía como podían existir aliados en Los Juegos del Hambre. Todos tienen que morir eventualmente.

- Si, eso. Confío en ti y supongo que tú en mi - bajó la mirada avergonzada por asumir algo que el nunca le había dicho pero que era evidente - así que sería bueno que nos ayudemos hasta que no podamos más.

El se quedó pensativo unos minutos hasta que asintió.

Ella podía ser su única amiga en el mundo pero nada iba a interponerse entre el premio Plinth y el, la riqueza de la familia de la castaña era una gran ventaja que podía utilizar.

Haría lo que fuera necesario incluso traicionarla para ganar, ella lo entendería, su Lindsay lo entendería.

- Bien, no importa que distritos nos toque seremos aliados - Lindsay para en seco y estira su mano, el ladea la cabeza y suspira mirando al cielo - Vamos, Coryo. Haz el saludo sino no es un pacto.

- No puedo creer que sigas haciéndome hacer esto, teníamos 12 cuando lo inventamos - resignado le estiro la mano e hicieron su saludo secreto.

Coriolanus se permitía ser libre cuando estaba con ella, la conocía desde que eran bebés. El tenía dos meses cuando ella nació, conocían todo lo bueno y todo lo horrible de cada uno y eso les daba libertad.

El único secreto que nunca le había dicho era su pobreza, nunca le dijo que aunque vivieran en el Corso no tenían para comer o que a los 8 años cuando le pidió pegamento era para comerlo porque no ingería nada hace demasiado tiempo o que su comida hace ya varios años consistía en alcachofas hervidas o qué hay semanas que solo come cuando lo invitan a comer a la casa de la chica pero ese es un secreto que el no estaba dispuesto a revelar aunque le revelara cosas horribles como sus planes cuando sea Vigilante en Jefe de los Juegos del Hambre o como vió al padre de una de sus compañeras siendo caníbal, secretos horribles y que no se los diría a nadie jamás, ella los sabe con el pequeño detalle qué hay uno que nunca le contaría.

Y ella también guarda un secreto tan grande como el de él, hace ya 7 años que sabía que el era pobre. Una de sus mejores amigas era Tigris, la prima de Coriolanus y aunque el nunca vaya a confesarle ese pequeño gran secreto, Tigris si lo hizo, lo hizo buscando ayuda y una Lindsay de tan solo 11 años lo hizo, Tigris y ella acordaron nunca decirle a Coriolanus pero muchas veces si había comida en su casa era porque Linny le daba a la rubia lo que tenía sin que sus padres vieran o si había plata para comprar algo era porque Zital le daba algún trabajo de costurera o limpiadora a Tigris o si los invitaba a comer cada semana o semana por medio era porque sabía su situación y los ayudaba como podía sin que sus padres ni nadie se enteraran.

Y tal vez, se podría decir que tiene otro secreto. Su enamoramiento por el rubio, que para ser sinceros era un secreto solamente para el porque todos sabían de los sentimientos de la chica hacia ya varios años. Ella era demasiado obvia.

- Y si, confío en ti - ella lo miró sin entender - lo que dijiste hace un rato, que seguramente yo confiaba en ti pues si, confío plenamente en ti, eres a la persona que más conozco y que más me conoce, hubieron solamente dos meses de mi vida donde no te conocí y sabes todo sobre mi - el la choco suavecito mientras caminaban - nunca dudes de eso.

Ella bajo la mirada sonrojada y cuando estaban delante de las puerta de la Academia lo miró y le sonrió.

- Fueron los peores dos meses de tu vida - se inclinó hacia adelante para estar más cerca de su cara.

- Definitivamente, no sabes lo que cuesta vivir sin ti morena - se llevo una mando al pecho y dramatizó la escena.

Ella solamente se rió y le hizo señas para entrar a lo que el la siguió.

Bad for business- Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora